CAPÍTULO 11

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ALYA. 

Despierto como usualmente acostumbro estos días, gritando, totalmente exaltada y asustada. Los ojos me pican gracias a las lagrimas y el profundo dolor que siento en el pecho donde se encuentra el corazón, me deja sin habla. Tomo pequeñas bocanadas de aire debido a que se me atasca en la garganta, de reojo veo como una sombra se acerca a mi ya que no puedo ver bien debido a las lagrimas. 

—¿Se encuentra bien? —la voz de Horns llega a mis oídos aun aturdida. 

Quisiera decirle que no, que he soñado la peor pesadilla que pude haber tenido en años, pero las palabras no salen de mi boca, lo único que pueden salir son los sollozos acompañados de respiraciones agitadas. Dentro de mi sueño he visto sangre, gritos y dolor.

Quisiera decir que solo fue una pesadilla pero algo dentro de mi me dice que no lo es, que es algo que va pasar, que va suceder. Y eso me aterra aún más, porque vi muerte...

Vi morir a alguien. 

—N-necesito agua.—hablo como puedo a medida que me voy calmando, siento la boca seca y el dolor en mi pecho va disminuyendo. Me recuesto de nuevo en la cama, veo de reojo el reloj que marcan las 3:00 de la mañana. 

No que el demonio imbécil iba a venir a media noche.   

—Aquí tiene mi reina. 

—No me digas así.—tomo el vaso que me extiende y trato de beberlo todo hasta que siento como un sabor dulzón metálico invade mi boca, me despejo del vaso y miro al ser que se encuentra con su mirada fija en mi—. ¿Qué es esto? —trato de ver mejor lo que se encuentra dentro del vaso pero solo quedan algunas gotas de algo negro. 

—Es agua del inframundo, el bebé debe de fortalecerse con...

—¿Por qué me das esta cosa? —hago una mueca de asco y dejo el vaso de lado para levantarme rápidamente y enjuagar mi boca en el baño. El sabor aun se encuentra ahí y aunque no me supo tan desagradable, solo de pensar de donde proviene me da terror. 

—El rey la ha traído para que la beba, le hace bien a usted y al bebé que carga en su vientre.—su voz suena cada vez más baja al mirar mi rostro. Tal vez se sienta mal por lo que esta diciendo o porque mi rostro se ha vuelto rojo debido a la molestia y desesperación. No estoy a costumbrada a esto, que de un día a otro todo cambie, que me entere de algo tan delicado como lo es estar embarazada y no solo eso, sino de quien lo estoy. 

—¿Y quien se cree que es para ordenar lo que voy a beber o no? —parpadeo un par de veces reteniendo las lagrimas después de enjuagar mi boca.— Solo pedí agua, eso que me diste sabe horrible. —bajo el tono de mi voz al verlo avergonzado, no es su culpa estar cumpliendo ordenes de un demonio imbécil. 

Me siento en el retrete cuando bajo la tapa tratando de calmarme de nuevo, después de haber vivido lo que vi en mi sueño solo quería estar tranquila un segundo y oh sorpresa, alguien manipula no solo mis pesadillas sino también lo que entra a mi cuerpo. 

—¿Quiere agua? —levanto la mirada de mis pies descalzos al pequeño que por alguna razón se mira arrepentido, limpio una lagrima que sale de uno de mis ojos y asiento. 

—Por favor.

Me levanto para salir del baño y poder volver a mi cama, tomo el libro que he estado leyendo para no poderme a sobre pensar en lo que esta pasando en mi vida, sino en la vida de alguien que no existe más que en forma ficticia y podría decirse que dentro de mi cabeza pero hasta eso me da miedo pensar y que pueda volverse realidad. Como dicen que cada cabeza es un mundo y realmente la mía podría serlo, es algo que no quiero ni imaginarme menos si se trata de la vida de alguien de mi entorno, aunque ese ser me haya dicho que va pasar podría ponerme a rezar porque no suceda. 

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora