CAPÍTULO 4

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CAPÍTULO 4.

ALYA.

Sin contarlos, sé que llevo muchos muffins, tal vez no sea bueno comer tanto pan o tanto dulce, pero no puedo parar. Necesito desvanecer la incertidumbre que crece en mí poco a poco. Tal vez con todos los muffins no lo logre pero de algo sirven. Para calmar el antojo que se ha hecho insaciable.

La nota se encuentra en mi mano derecha mientras la izquierda sostiene el panecito de chocolate. He leído ya mil veces la nota y no me cabe en la cabeza quien la ha dejado y que quiere decir lo que está escrita en ella. ¿Heredero del infierno?

Creo que he perdido la cabeza totalmente. Las pesadillas más la falta de sueño me está afectando, camino lentamente hacia la sala ignorando los truenos y el ruido del agua cayendo contra el techo de mi casa.

Me siento en mi sofá preferido y dejo el pedazo de papel en la mesa de centro. Subo las piernas al sofá pensativa.

Cuando fui con mi psicóloga dijo que debía de tomar unas pastillas para dormir, que no debía de pensar tanto en el tema ni ver películas de terror. A mí nunca me han gustado las películas de terror así que no entiendo a qué se debe aquello.

Y lo de las pastillas no lo veo necesario, puedo dormir perfectamente. Otra cosa es que yo no lo quiera a causa de las pesadillas. Que tome una pastilla no quita las horribles pesadillas que tengo.

Muerdo mi labio mirando la nota en silencio.

Debo dejar de comerme tanto la cabeza con todo esto.

Me pongo en alerta cuando escucho pasos en la segunda planta, me levanto con lentitud del sofá un poco extrañada. Camino a las escaleras escuchando perfectamente los pasos en una de las habitaciones.

Mi respiración comienza a agitarse, trago saliva tratando de controlar el miedo que comienza a circular por mi sangre. Doy pasos hacia atrás con miedo a subir, ¿y si entro alguien?

A veces odio tanto quedarme sola.

Sé que mamá tiene que trabajar para mantenernos, y es la vida que me espera también a mí. Mamá trabaja de enfermera en el hospital Stanford, a ella igual que mi nos gusta ayudar a los que lo necesitan.

Me sobresalto al escuchar un golpe de algo cayéndose en la planta alta, tapo mi boca con las dos manos.

—Esto no es un sueño Alya, no lo es —veo mis manos temblando—. P-por favor —susurro aterrada al escuchar los pasos más cerca. Doy pasos hacia atrás sin dejar de ver el comienzo de las escaleras de la planta alta.

Una gota de sudor resbala por mi frente, está haciendo un frío que te congela los huesos y yo estoy sudando. Siento mi estómago revolverse con agresividad.

Mi espalda golpe contra la pared, suelto un sonidito lastimero dejando que mis ojos se llenen de lágrimas. Veo una figura deslizarse por las escaleras y grito. Cierro los ojos con pánico, no ha sido un espejismo. Yo no lo he imaginado.

—Alya...

Tapo mis oídos al escuchar los susurros llamándome.

—N-no, déjame.—niego—. ¡Sal, déjame en paz! —siento mis uñas enterrase en la piel de mis palmas.

—Alya, ya llegue.

Salgo de mi estado de catatonia.

Me levanto aun temblando y limpio las pocas lágrimas que salieron volteando hacia todas partes.

Me tambaleo un poco mientras camino a un sofá, cierro los ojos sintiendo el dolor de cabeza.

—¿Alya? ¿Te sientes bien hija? —escucho la voz de mi madre alejada, como si me encontrara sumergida bajo el agua. Además de su voz otras la acompañan. Abro los ojos viéndola doble y borrosa.

—Mamá...

—Sí, aquí estoy cielo —siento sus manos heladas tomar mi rostro—. Estas pálida, Alya.

—Todo me da vueltas... Siento... me pesa todo...

—¡Alya!

Y es lo único que escucho antes de que la negrura me consuma, esa a la que le tengo miedo desde hace unos meses.

Abro los ojos lentamente encontrándome con el blanco techo de mi habitación. Frunzo el ceño llevándome una mano a la cabeza por las punzadas de dolor. Unas tremendas ganas de vomitar entran en mi cuerpo, trago saliva tratando de retenerlas.

Trato de enfocar la habitación mientras me voy levantando lentamente, mi cabeza es una maraña de recuerdos sin terminar.

Recuerdo las voces, a mi madre llamarme, los pasos en la planta alta, todo llega como una bomba explotando en mi cabeza. Aprieto la sábana en mis manos con fuerza.

—¿Alya? —la voz dulce de mi madre me saca de mis cavilaciones. Levanto la cabeza para verla en silencio—. ¿Te sientes bien, cielo?

—Yo...—tallo mi rostro tratado de despejarme—. Quiero vomitar —susurro levantándome de golpe para poder ir a devolver la comida de ayer.

—Ay niña, me estoy preocupando-siento las manos de mamá sosteniendo mi cabello mientras soba mi espalda—. Mareos, vómitos... No estarás embarazada ¿cierto?

Limpio mis labios con un pedazo de papel antes de enjuagar completamente mi boca.

—¿Qué dices? —volteo a verla—. Por Dios mamá.

—Tengo unas pruebas de embarazo en mi habitación, podrías hacerte una-suspiro hondo tratando de no rodarle los ojos a mi madre. Quisiera gritarle que soy virgen pero lo guardo. No creo que sea necesario gritárselo—. Voy a traer una —sale del baño rápidamente.

Me dejo caer en la tapa del inodoro esperando a mi madre con mi cabeza echa un lío.

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He vuelto ~TuT~ Tal vez vuelvo a irme, no lo dudo la verdad. Tenía este capítulo y la historia volvió xd

¿Ya quieren ver al rey del infierno? 7u7 Ioh c k zy

Estoy en la escuela en este momento, antes de que me cachen me ire como la niebla.

Besitos negros llenos de fantasmas 👻❤

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora