CAPÍTULO 43

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ALYA

Los pulmones se me cierran dificultándome la respiración y al tomar ligeras respiraciones me quema la tráquea.

Niego despacio sin fuerzas para ponerme de pie, me niego a aceptar las palabras de esa mujer que dejo de ser mi madre en el momento que me entere que me prefiere ver infeliz. No puedo asimilar el grado de locura en su cabeza para orquestar lo que hizo; una parte de mí está segura de que ella es culpable de muchas de mis desgracias, nadie más pudo hacerlo ahora que lo pienso. Nunca había visto a Abrahel y Lyna no se la pasaba cerca de mí, no como ella... Mi madre.

Mi madre fue la autora intelectual de mi sufrimiento.

Sollozo de nuevo cegada por el dolor y la ira, sintiendo el pecho vacío.

El hueco de mi corazón escose por la falta de calidez.

Aprieto con fuerza la graba en mis manos negándome a dejarlo ir, lo retengo, la pequeña parte que siento de él, me aferro con lo único que me queda. El viento helado me cubre haciéndome estremecer con el hipo de mi llanto, de mis gritos desesperados, la lluvia deja de caer dejándome empapada. A lo lejos escucho ligeros balbuceos que ignoro, debería de importarme que mi madre este muriendo en este momento por mi culpa, sin embargo, una parte de mí no lo siente, extraña ese lado cálido en mi corazón que ya no se encuentra.

Se ha ido.

El dolor es tan fuerte que no puedo respirar con normalidad, me levanto un poco poniendo mis manos en mis muslos llenos de sangre... sangre de él. Vuelvo a sollozar en un grito lastimero que retumba a mi alrededor, lo único que escucho es silencio puro, un silencio exasperante que me sabe a un minuto de silencio. Tallo las palmas contra mis muslos como si sobara un dolor externo, un dolor que me está matando; el cuerpo me tiembla y no solo del dolor, sino también por el frío sombrío que me ha invadido.

Dejo salir varios sonidos lastimeros que se convierten en gritos, mi cuerpo se sacude a causa del llanto y lo próximo que siento es que una explosión se dispara de mi cuerpo junto con un grito. El dolor es expulsado de mi ser, pero eso no me hace sentir bien, al contrario, más dolor y desconsuelo me embarga volviendo a llenar mi cuerpo.

Escucho murmullos a mi alrededor, pero desconozco sus voces. Mis fosas nasales arden por aspirar en un intento por llevar aire a los pulmones, no hay nada ni nadie que pare el dolor que convulsiona mi cuerpo, lo embarga todo hasta oscurecerlo.

—¡Alya!

Mi cabeza comienza a reproducir un disco de Häel calándome más hondo en el pecho, desde la primera vez que se apareció en mi habitación a las tres de la mañana, como sin pedírselo cumplía mis caprichos sin siquiera yo saber que estaba embarazada, las veces que se me quedaba viendo, como me salvo de aquellos desquiciados religiosos y me dio el anillo que envuelve mi dedo sintiéndolo más frío que antes. Las sonrisas torcidas, la primera vez que probé sus labios, un latido a la lejanía me sacude los oídos, algo me sacude, pero no me tomo importancia sin abrir los ojos.

—¡Alya!

Las voces las escucho ahogadas, en la lejanía, en un segundo plano. Al abrir los ojos la sangre se mezcla con las lágrimas y el fuego lo cubre todo, si antes no se asemejaba al infierno ahora si lo hace, mi cuerpo está envuelto en fuego. Siento la punta de mis nuevos colmillos contra la lengua y la sed por acabar con el dolor del pecho me consume.

Tamara grita algo frente a mí que no presto atención, mientras Blaze me observa a su espalda con un deje de miedo. Sus ojos dejan ver a una Alya en llamas, con los ojos rojos como si las mismísimas brasas estuvieran dentro de ellos, lo he quemado todo a mi alrededor sin siquiera saberlo. De repente el sonido vuelve a golpear mis oídos, me miro las manos en el regazo sin menguar las llamas.

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⏰ Última actualización: 15 hours ago ⏰

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