CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18.

HÄEL.

Entro a mi despacho azotado la puerta de la molestia, esa bruja cree que puede mandarme y decirme que es lo que tengo que hacer. Que la conozca desde hace años no quiere decir que tenga la autoridad para mandarme y mucho menos pedir algo que sucedió hace años. Si la pongo a cargo a veces es porque la gente del averno saben de lo que es capaz y no se meterían con ella a menos que quieran morir en el intento.

Pero si ella decide meterse conmigo no tendrá otra oportunidad, nunca doy segundas oportunidades. Si fallaste una vez podrías hacerlo dos y es algo que no le voy a permitir a nadie; como los humanos, creen que pueden salvar su alma teniéndome ya enfrente, imploran como si eso fuese suficiente, sin saber que su nombre ya está escrito en el libro del inframundo.

Donde pasaran su eternidad como las basuras que fueron cuando estaban con vida.

Lyna es actualmente la bruja más poderosa y la que dirige el Sabbat, tengo entendido que es la más vieja de todas y no por eso se debe subestimar. Ser la bruja principal solo quiere decir experiencia, sabiduría, sabe lo que hace y como debe de hacerlo en el momento indicado.

Aunque contra mí no tendría posibilidad, deshacerme de ella no me beneficiaria en nada. Mucho menos ahora que sabe que tengo a Alya en mis manos, Lyna sabe cosas que yo no y pueden ayudar a la castaña en un futuro.

—Señor, ¿se le ofrece algo?

Entra Horns sin tocar, algo usual en él.

—No, solo hazme saber cuándo Alya despierte.

—Así será. También quería comentarle que algunos de los guardias se encuentran en las puertas del infierno, controlando a las almas en pena que han ingresado hoy.

—¿Ya ingresaron a los que mande en la mañana?

—Sí señor, su alma ya fue enviada a los pozos profundos.

—Quiero que los torturen eternamente, que les hagan recordar cómo es que fue que murieron, de una forma lenta y dolorosa.

—Como usted mande mi rey, me retiro.

El silencio gobierna mi oficina después de que el pequeño demonio sale.

Los humanos podrían llegar a pensar que el rey del infierno no tiene mortificaciones, que nada le preocupa y que solo sirve para quitar vidas.

Que por una parte podría ser cierto, podría solo estar sentado en mi silla mirando como mis demonios se matan, como se incendia el mundo esperando a que sus almas entren por mi puerta y comience su castigo eterno.

Pero mi cabeza justo ahora gira entorno a una sola persona, una persona que se encuentra en un sueño profundo y aún no ha despertado. Nunca me había preocupado tanto por alguien y aunque trataba de atribuirlo a que se solo era por tener a mi heredero dentro de ella, no era así.

La maldita profecía no podía cumplirse.

Debía de mantenerme alejado de ella.

Pero no podía.

Era como un maldito imán para mí.

Por esa razón desde un principio decidí borrar todos los recuerdos de ella, para que no fuera más difícil estar cerca. Pero no borre los míos y cada día era una maldita tortura recordar su piel pegada a la mía, como es que la hice mía la primera vez.

Como nos veíamos en sueños, que aunque para Alya no eran reales, si lo eran. Antes de poder meterme en su cama tuve que conquistarla y meterme en su corazón, aunque no me recuerde yo si la recuerdo a ella.

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora