CAPÍTULO 21

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ALYA.

Danzo sobre las nubes, salto una sobre otra tratando de no caer. El cielo se ve de un color único igual que las nubes. Parecen ser echas del más fino algodón; a lo lejos alcanzo a observar un puente luminoso, no sé de qué se trata todo esto. Seguramente es un sueño como todos, pero eso no quita que se sienta tan real. Es como si estuviera volando, no tengo miedo de caer, algunos pájaros se dejan ver en la lejanía.

Cuando llego a la puerta del puente esta se encuentra cerrada, miro mi ropa encontrando un vestido suelto de color blanco, tiene algunos diseños de flores hechos con bordado del mismo color.

Mis pies descalzos pisan el suave algodón debajo de ellos a medida que me acerco a las puertas doradas, empujo una suavemente para que se vayan abriendo. No tengo idea de que es lo que hago aquí porque puedo jurar que puede estar relacionado con el cielo, se siente una paz en el aire. Al estar dentro del puente hay distintos arboles de diferentes colores, un camino hasta un castillo demasiado grande, todo aquí es de colores tenues y blancos.

Se ve tan puro.

Y la duda comienza a carcomer mi pecho.

¿Qué hago aquí?

Mi cuerpo comienza a llenarse de angustia, tal vez me encuentre en un lugar lleno de paz pero a mí me la ha quitado. Trago saliva tomando las orillas de mi vestido entre mis puños, camino unos pasos hasta que escucho como alguien habla, pero no habla conmigo, está hablando con alguien más.

Giro sobre mi eje tratando de encontrar la fuente de sonido, no muy lejos de mí se encuentran dos personas vestidas de blanco, una de ellas se encuentra de espaldas pero al percibir el cabello negrísimo como la noche frunzo el ceño. El otro hombre lleva su cabello castaño recogido en una pequeña coleta y su semblante es serio. Es como si estuviesen manteniendo una conversación complicada.

Vuelvo a dirigir mis ojos a la espalda del pelinegro, camino despacio tratando de rodearlos para ver su rostro, aunque una parte de mi me dice que si es él. No tengo duda alguna.

No alcanzo a escuchar que es lo que hablan exactamente más que murmullos lejanos, me voy acercando poco a poco hasta que veo el perfil del hombre.

Es Häel.

Sus ojos grises brillan hasta donde me encuentro que podrían parecen ser blancos, tiene el cabello más largo e incluso se ve más joven. Pero es él.

Detallo cada parte de su cuerpo y su rostro. Su piel se encuentra libre de tinta y el color blanco lo hace ver menos malvado, pero aun así tiene cara de poder matar a quien se cruce en su camino. Una ligera corona se encuentra en su cabeza, parece ser de oro con ligeras hojas del mismo. Sus cejas se encuentran fruncidas, está pensando en lo que está hablando con esa persona que desconozco.

Me acerco otro poco, no creo que puedan verme, ya lo habrían hecho si soy la única persona aparte de ellos aquí. Me detengo de golpe cuando Häel da la vuelta y camina hacia mí, me congelo en mi lugar con el corazón acelerado. Las manos me comienzan a sudar pero me relajo al instante cuando me doy cuenta de que no me ve, solo mira al frente como si yo no estuviese ahí. Luego vuelve a girar cuando el castaño vuelve a hablarle, parece que están discutiendo sobre algo y aunque me encuentre más cerca no logro escuchar nada. El rey del infierno niega dando por terminada la conversación y retoma su camino.

Observo su rostro sin ningún rastro de barba como usualmente lo he visto, sin ninguna imperfección. Algunos mechones rebeldes de su cabello escapan fuera de la corona que lo hacen ver todavía más perfecto. Y aunque me pregunto porque estoy soñando esto y porque Häel se encuentra de ese modo o que es lo que hace aquí arriba, todas esas preguntas se borran de mi mente cuando él se detiene a unos pasos de mí, sus ojos se agrandan y se van oscureciendo, frunzo el ceño sin saber qué es lo que está pasando. Hasta que veo como una línea de sangre sale del costado de su boca.

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora