CAPÍTULO 24

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Mantengo la vista al frente esperando lo peor. Ninguno se mueve como si dar un solo paso desatará el caos, frunzo el ceño al percibir el mismo sonido como si este se escuchara debajo de la tierra, veo de reojo a Lyna mirar un punto en específico, concentrada. Si algo llegara a pasar no estoy muy segura si les seria de ayuda, apenas estoy aprendiendo lo básico, aunque muy dentro de mí sé que soy capaz de lo que me proponga, que nadie va lastimarme, esa seguridad me mantiene un poco más tranquila.

—Vayan alejándose lo más lento posible. —murmura la bruja mayor por lo bajo.

Por instinto llevo una mano a mi vientre, comienzo a dar pasos hacia atrás lentamente, el crujir de las hojas es lo único que se escucha aparte de mi respiración agitada. El bosque se ha convertido en otro totalmente, la neblina lo cubre dejándolo ver escalofriante y puedo apostar que los grados han bajado de nuevo ya que los labios me tiemblan debido al frío. No entra ningún rayo del sol cuando hace unos minutos acariciaban mi cara de una manera agradable, el ambiente se ha tornado demasiado tenso.

Por alguna extraña razón parece ser que todos saben de qué se trata menos yo, no tengo idea, no sé si eso sea bueno o malo. Lyna me toma de la muñeca para seguir retrocediendo hasta que me detengo, frunzo el ceño al percibir como la tierra tiembla debajo de nuestros pies y de un momento a otro un estruendo nos hace tambalear, abro los ojos de golpe al ver como algo lucha por salir de la tierra. Y digo algo ya que no sé de qué se trata, retrocedo más deprisa al ver su tamaño, el aire se atasca en mi garganta al detallarlo mejor, parece ser un esqueleto pero no llegando a serlo ya que no se ven del todo sus huesos, su rostro es lo primero que nos da la bienvenida y aunque sus ojos parecen ser dos farolas de luz el miedo que me provoca sobrepasa los niveles. Cuando termina de salir del hoyo en el que parecía encontrarse nos observa de una manera escalofriante, un horrible olor inunda la zona, hago una mueca asqueada, de repente siento un tirón en mi ropa que me hace salir del trance en el que me encuentro viendo sus ojos.

—¡Alya! ¡Alya vámonos! —Circe jala mi brazo desesperada porque no me muevo, desvió la mirada hacia ella—, ¡no te quedes parada, carajo!

Comienzo a seguirla lo más rápido que puedo volteando hacia atrás para observar como los guerreros tratan de luchar contra esa cosa.

—¿Qué es eso?

Debido a que no puedo correr no lo hacemos pero tratamos de avanzar lo más rápido que se puede.

—Un giant mortuis.

Frunzo el ceño sin saber que mierda es esa cosa, es mejor no saber, con tener la horrible imagen en la cabeza dándome vueltas, tengo.

—Debimos ayudarlos.

—¿Y qué íbamos a hacer ahí, Alya? Solo estorbar. —no suelta mi muñeca a medida que caminamos, aprieto los labios disgustada—. Mi abuela sabe cómo acabar con esa cosa.

—¿Por qué salió de la tierra? —pregunto confundida.

—No salió de la tierra. Salió del infierno, se encuentran debajo de nosotros y acostumbran a deambular por el bosque.

—Era horrible y desprendía un olor desagradable.

Susurro recordando el tamaño que tenía y lo escalofriante que se miraba.

—Cualquier ser que provenga del infierno va ser horrible.

Suelta mi mano ya que estamos lo suficiente alejadas. Giro para supervisar nuestra espalda, la neblina sigue en toda la extensión del bosque, es como si tuviese vida propia y supiese que está pasando algo malo.

—¿Y si no pueden detenerlo? Era gigante, tal vez lastime a los guerreros.

—Eres tan inocente Alya —se detiene encarándome con el rostro lleno de burla—, era gigante porque es un gigante muerto y, los guerreros para eso los envió Häel. Si uno muere es porque no supo hacer bien su trabajo. —retoma el camino.

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora