CAPÍTULO 23

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Llevamos aproximadamente dos horas caminando y lo único que he aprendido es que ya no tengo la misma condición de antes, si usualmente nunca fui de entrenar ni ir al gimnasio porque siempre he sido floja desde nacimiento y el tener otro peso más aparte del mío porque hasta ahora me estoy dando cuenta de que mi hijo está comenzando a pesar, es difícil a la hora en la que tienes que caminar más de veinte horas según Lyna. Hasta mañana en la mañana llegamos al aquelarre, tenemos que pasar una noche en este bosque que a decir verdad no se ve tan tenebroso, hay flores de colores por doquier, arboles grandes y verdes que si no pones atención podrían hacer que te pierdas.

Este bosque me recuerda tanto al de mis sueños, por donde corría huyendo de alguien a quien nunca le veía el rostro pero siempre pensé que se trataba de Häel. De solo pensar eso me da escalofríos, porque él me juro que no era él. Que hubo algunos sueños que si provoco pero no con el afán de asustarme o que se tratara de una pesadilla, aun aquella escena de una persona saltando del techo de mi casa me persigue, mi cerebro la reproduce una y otra vez de manera automática como si quisiera torturarme.

Suficiente tengo con las palabras que mi madre me dijo antes de venir, como todos me lo advirtieron se negó desde el primer momento que me vio entrar a la casa con Lyna y Circe detrás de mí. Nunca en mi vida la había visto tan exaltada, trate de contarle lo que no sabía y aunque estaba enojada con ella de cierta forma por ocultarme un mundo distinto del que yo nunca pensé que existiera, se me ablando el corazón cuando me abrazo y me dijo que estaba preocupada por mí. La última que me había visto en el mundo terrenal fue Rosie y no fue nada agradable ya que me estaban secuestrando los psicópatas religiosos así que lo más usual es que haya venido a contárselo a mi madre. Al principio traté de convencerla de que me dejará venir pero después de tantos reclamos y que se aferrara a su no rotundo, yo trate de que las cosas terminaran bien, de que todos tuviéramos lo que queremos en partes iguales, realmente no quería desobedecerla pero no ayudaba y yo me negaba a dejar ir esta única oportunidad que no se presentaría de nuevo de esta manera. Vi en mi progenitora las ganas de tomarme de las muñecas y encerrarme en mi habitación completamente castigada, algo arriesgado tomando en cuenta que Häel me esperaba afuera y de ninguna manera me dejaría ahí.

Hasta Lyna trato de hacerla recapacitar, nada funciono. Trato de entenderla, enterarse de tantas cosas en un solo día puede ser fuerte pero, ¿quién piensa en mí? Yo también me he enterado de cosas nada agradables, nada fáciles de digerir y aún faltan más por venir, lo sé.

—¿Tienes hambre, Alya?

—Un poco, pero puedo aguantar hasta que lleguemos a nuestra primera parada.

—Mi reina debería de comer a sus horas.

—Horns, puedo esperar un poco más. No va pasar nada porque no me alimente a la misma hora siempre. —miro de reojo al ser pequeño con cuernos. Lyna camina frente a nosotros y los guardias detrás de mí, la única que va más alejada es Circe.

—Podemos detenernos aquí también. —Lyna gira quedando frente a mí.

—No, no tengo hambre. —niego —. Me gustaría empezar con mi entrenamiento.

Estoy decidida y siento que solo están postergando aún más mi aprendizaje, el bosque puede ser bonito pero no es nada amigable, desde que entre el frío solo ha ido incrementando, las manos que tenía ocultas dentro del suéter de peluche se me han vuelto a congelar y ni la capa afelpada como le he llamado me protege del todo cuando saco mis manos fuera de ella. Todos parecen tan tranquilos que me hace cuestionarme si seré la única que está muriendo de frío.

—Entonces podemos empezar aquí. ¿Qué te parece algo básico?

—Me parece bien.

Lyna se para frente a mí mirándome atentamente, trago saliva un poco nerviosa y ansiosa al mismo tiempo. Observo a todos quedarse a nuestro alrededor menos mi prima que se mantiene recostada en un troco mirando hacia acá.

HÄEL  ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora