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Shoto había estado más que desanimado esos últimos días, no salía para nada de su cuarto y cuando lo hacía era para ir a los ensayos donde se le notaba igual de decaído y sin su emoción de siempre al tocar con sus amigos, es más, hasta las canciones las interpretaba con tanto cansancio que ni ganas te daban de seguir tocando.

Katsuki había notado realmente triste a su novio, le proponía salir para distraerlo un poco pero éste se negaba, y no porque no quisiera pasar tiempo con su novio, sólo no tenía ganas de salir. Así que la única opción que habían encontrado por mientras era tener videollamadas, cosa que tampoco había resultado tanto debido a la falta de colaboración del heterocromático en seguir una plática.

El pelimorado y el bicolor habían podido hablar con Aizawa al siguiente día del incidente de la habitación. Fue una plática bastante dura para los tres, en especial para los más jóvenes por siquiera imaginarse el estado pleno del más allá del pelinegro.

Sin embargo, se llegó a una conclusión junto con las autoridades en que asistiría al grupo de apoyo el cual les había comentado Toshinori, claro que eso implicaría un internado indefinido para el veinteañero cosa que aceptaba. Las autoridades comentaron que lo hablarían más a fondo para ver si eso era posible o no, además de que el hecho de que Hitoshi no pusiera cargos por el golpe benefició muchísimo a la consideración.

Había pasado apenas una semana de eso y se sentía horrible mientras consumía cajetillas de cigarro sin parar y dormía hasta horas tardías; incluso había tratado de componer algo que quería escribir desde hace días en la guitarra acústica que poseía su hermano, pero simplemente se sentía tan cansado para siquiera pensar.

—¡Shoto! —un albino entró a la habitación e hizo una mueca cuando el olor a cigarro invadió sus fosas nasales. —Podrías siquiera abrir la ventana.

—No lo pensé. —dio una última calada y miró cansado los ojos grises de su hermano. —¿Necesitas algo?

—La comida está lista. —informó.

—No tengo hambre. —apagó el cigarro en un cenicero que tiene.

—Pues claro que no tienes hambre después de fumarte quien sabe cuántos cigarros. —dijo con molestia al ver las cajetillas ya vacías. —Todos están en la casa hoy. —explicó.

A pesar de que la familia de seis integrantes vivía bajo el mismo techo, la verdad es que no se veían casi nunca; era muy inusual el hecho de que todos se encontraran en la casa al mismo tiempo, y cuando eso pasaba, era la chica de lentes quien insistía en pasar tiempo en familia.

—Sabes que para Fuyumi es importante...

—Natsuo, no quiero salir. —suspiró con agotamiento. —Yo...

Una videollamada se hizo presente en su celular indicando que era el novio del bicolor quien estaba marcando. Los hermanos Todoroki se quedaron viendo el celular, Natsuo quedando expectante porque el heterocromático contestara y Shoto esperando a que el rubio cenizo le dejara de marcar.

Suspiró aliviado cuando dejaron de llamar.

—¿Por qué no contestaste? —preguntó el ojigris.

—No lo sé... —dijo ahora extrañado, viendo cómo ahora le eran enviados varios mensajes provenientes de la misma persona.

—Shoto... no sé qué te pasó, y no tienes que decirme si no quieres, pero nos preocupamos por ti... —dijo sincero. —Siquiera puedes pasar un tiempo con nosotros, para distraerte o lo que sea... —se rascó su nuca.

El de cicatriz iba a responderle a su hermano hasta que vio otro mensaje de parte de su novio, logrando que su corazón se estrujara por ello sintiendo la culpa de inmediato.

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