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Un coche iba llegando a una casa algo grande después de hacer varias horas de camino, dejando que ambas parejas bajaran del automóvil plateado para bajar su equipaje y dirigirse a la gran casa a tocar la puerta para que cierto chico castaño la abriera con una sonrisa.

—¡Llegaron! —saludó alegre. —Pasen, los estábamos esperando para dividirnos las habitaciones.

Las parejas entraron y visualizaron el lugar con sorpresa, de verdad que la familia de Kai se daba tremendos lujos.

La casa era de color blanco y tenía bastantes decoraciones modernas además de poseer algunos cuadros que parecían caros. La sala era lo primero que podías ver junto con la enorme televisión del lugar, detrás de la sala se encontraba la mesa del comedor que era bastante grande considerando que probablemente no visitaban aquella casa tan seguido, ¿y qué decir de la cocina? Se veía reluciente y todo decorado con grises y blancos además de que parecía tener varios espacios para guardar algunas cosas para cocinar.

Detrás de la mesa del comedor había una pared completamente de cristal, misma que dirigía hacia una alberca mucho más grande que la que había en la casa del de pestañas bonitas además de poseer un pequeño bar ahí afuera también junto con algunos camastros.

—Me siento en un hotel. —comentó un pelimorado mientras seguía viendo con admiración el lugar. —Adóptame, Chisaki.

—Nah, eres muy escandaloso. —rió un poco.

—Feliz cumpleaños, Chisaki. —felicitó el de cicatriz.

—¡Ahora sí! —exclamó Shinso.

Los tres amigos de hace años se dieron un abrazo para darle su merecida felicitación al castaño quien ese mismo día estaba cumpliendo los veintidós años. Eventualmente las parejas de sus amigos también lo felicitaron aunque no tan alegres como sus novios debido a que no había ese lazo carnal.

—Gracias, chicos. —dijo con una sonrisa. —Subamos, Iida y Aizawa están arriba junto con Eri.

—¿Eri vino? —preguntó emocionado el bicolor.

—Sí, así que más les vale no hacer porquerías. —advirtió señalando a las dos parejas. —En especial tú, Shinso.

—¿¡Yo!? —preguntó realmente ofendido. —Ey, Todoroki ha tenido más sexo que yo, ¿¡por qué dices que en especial yo!?

—Por eso mismo. —hizo énfasis en el volumen de su voz.

Hitoshi hizo un leve puchero mientras veía de mala manera a Shoto quien estaba aguantándose las ganas de soltar tremenda carcajada por el berrinche del ojimorado.

Todos subieron las escaleras y se dirigieron a una habitación donde estaba una niña pequeña jugando lo que parecía ser Uno con cierto chico de lentes mientras que un pelinegro le cepillaba su cabello azul grisáceo a la niña para sostenérselo en una coleta.

Se saludaron entre sí —siendo Eri la que recibía los saludos más amables y la atención general en sí— para después dejar su equipaje en la habitación y mirarse entre todos para decidir el orden de las habitaciones.

—De acuerdo, hay cinco habitaciones en total. —comenzó a decir el castaño. —Una es exclusiva de mi tío y otra es para Eri y para mí; así que quedan tres habitaciones sobrantes. —aclaró. —De las cinco en total, tres tienen cama matrimonial y dos tienen pues dos camas en cada habitación.

—¿Ustedes cuáles usarán? —preguntó Tenya después de haber puesto una carta azul cuando su turno fue indicado.

—Eri y yo vamos a usar las que tienen camas individuales y mi tío una matrimonial.

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