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Un rubio cenizo apenas iba llegando al ensayo de ese día con un gesto molesto pero también desanimado lo cual no era muy común en él. Había tenido una pelea algo fuerte con su madre esa mañana respecto a su futuro, la relación entre ellos, la banda, sus calificaciones y demás cosas que lo aturdían demasiado a su corta edad; pero bien le había afectado demasiado las palabras que había ocupado su progenitora dejando que lo único que sintiera fuera desesperación por irse de esa casa lo más pronto posible.

Cuando llegó al garage el cual mantenía la puerta abierta, se confundió demasiado al ver un teclado ahí que tocaba con torpeza su amigo de mechón negro. Pero bien, lo que más le había confundido era la apariencia del de ojos dorados, que si bien no estaba muy lejos de cómo usualmente se vestía, había ciertos elementos que nunca creyó verlo usar.

—¿Qué demonios traes puesto? —preguntó señalando su cuello.

—¡Bakugo! —exclamó Kirishima al ver a su mejor amigo llegar.

—¿Traes un choker? —preguntó ignorando por completo el saludo del pelirrojo, quedando frente a Kaminari.

—Es lindo, ¿no? —dijo estando levemente nervioso.

La verdad es que su apariencia sí se veía algo distinta a la usual aunque no de una manera mala. Kaminari poseía un choker negro de picos —que realmente no era de su propiedad—, traía las uñas pintadas de negro —gracias a la ayuda de otra persona—, un arete de rayo en su oreja izquierda —regalo de una persona— y traía pequeña sombra negra debajo de sus orbes doradas —idea puesta por una persona que había visitado la noche anterior—.

—¿Desde cuándo usas esas cosas?

—Lo encontré por ahí. —mintió. —Quería ver cómo se me veía y ya, no es para tanto.

—Seguro... —dijo no estando muy convencido de la respuesta de su amigo gracias a lo nervioso que se le notaba. —¿Y el teclado? ¿De quién es? —preguntó señalando aquel.

—Es mío.

Katsuki se dio la vuelta y se encontró con el bicolor quien venía llegando al ensayo, desprendía un leve olor a nicotina y traía el cabello aún un poco mojado por lo que indicaba que se había bañado esa mañana.

—Llegas tarde, lindo. —sonrió acercándose a sus compañeros de banda.

—Mira quien lo dice... —lo vio mal.

—De hecho, él llegó antes que yo. —dijo Eijiro. —Pero salió a fumar en lo que llegabas, ¿no lo viste?

—No. —se cruzó de brazos. —¿Y para qué un teclado? ¿Ya metiste a alguien a la banda sin preguntarnos?

—Por supuesto que no. —rió levemente. —Es para Denki, quiero comprobar algo. —explicó.

—¿Quieres reemplazar su instrumento?

—No, Kats. —se acercó al teclado. —El teclado le va a ayudar a hacer riffs de forma más fácil, además de que en la primera canción que estábamos haciendo, él no toca la guitarra en toda la canción, y pues podemos ocupar el teclado para que complemente lo que no hace con la guitarra.

—¿Y de dónde demonios sacaste un teclado?

—Como ya te dije, es mío. —respondió. —Me lo regaló mi madre cuando tenía diez años, y aunque no lo ocupo tanto, me gusta mucho el instrumento como para venderlo.

—¿Y sabes tocar, Kaminari? —preguntó viéndolo.

—Hago mi mejor esfuerzo. —se rascó su nuca. —No es tan difícil, pero aún se me dificulta.

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