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El bicolor agradeció levemente sus adentros al ver que su habitación estaba recogida dejando que las cajas de cigarro y el olor a éste ahora estuviera extinto a diferencia de la mañana, seguramente gracias a su hermana o a Natsuo, por lo que les agradecería después ya que ahora estaba ocupado en otras cosas.

Cuando la pareja recién entró al cuarto, lo primero que hizo Bakugo fue cerrar la puerta tras de él para ser acorralado por el mayor en la misma y así atacar sus labios con desesperación, retomando el ritmo que habían generado en el sillón de la sala.

El rubio cenizo sintió un escalofrío por toda su anatomía al sentir los fríos dedos de su novio meterse debajo de su playera para tocarlo y acariciarlo con cuidado, paseando sus manos por el vientre y espalda baja del más pequeño en altura hasta por fin quitarle la playera y aventarla al suelo.

No bastó mucho para que los besos se tornaran aún más satisfactorios y apasionados, compartiendo mordidas en las comisuras contrarias y que el heterocromático se deleitara con la sensación del piercing de lengua de su novio pasear por encima de sus labios, sacándole una sonrisa coqueta antes de seguir besándolo.

—Tu piel... —susurró al sentir cómo estaba de gallina, moviendo su pierna para ponerla en medio de las de su novio logrando una fricción entre el miembro y la rodilla sacando suaves suspiros en el menor. —¿Te gusta? —volvió a mover su rodilla.

—Se siente bien... —jadeó de nuevo al sentir otro movimiento.

Así se la pasaron un rato mientras que Todoroki movía su rodilla y marcaba con posesión el cuello y parte del pecho de su novio, a lo que éste último sólo se dignaba a jadear por lo bajo en un intento en vano de quitarle la playera al mayor o de desabrocharle su pantalón.

Shoto se terminó quitando su playera con desesperación para aventarla junto con la otra y tomó de las caderas a su novio para dirigirlo con cuidado al colchón de la habitación, dejándolo recostado por completo quedando él encima antes de besarse nuevamente. En medio de su sesión de besos, Katsuki por fin pudo desabrochar los pantalones del mayor quien sonrió por ello antes de hacer lo mismo con los de su novio.

La situación iba bastante bien pero la verdad es que el ojirubí era un lío de nervios por dentro a pesar de que no lo demostrara. Había seguido el consejo del pecoso de conocer lo que le gustara y demás, y vaya que se había auto explorado bastante esos últimos días en su habitación a altas horas de la noche —algo no tan común en él—, así que ya tenía una idea de lo que podría hacer pero aún seguía sintiéndose nervioso e inseguro por el simple hecho de que era su primera vez.

El de cicatriz se enderezó para quitarse los pantalones y quedar en puros bóxers, sintiendo cómo le apretaban por la erección que ya se le estaba formando. Bakugo no tardó en procesar y también se enderezó, viendo a los ojos bicolores de su novio mientras dirigía sus manos al elástico de los bóxers.

—¿Puedo...? —se atrevió a preguntar, sonrojándose por la vergüenza.

—¿Quieres? —preguntó sorprendido, recibiendo un asentimiento. —Sí... sí puedes. —se relamió sus labios.

Katsuki no esperó más y bajó con lentitud los interiores de su novio, tragando saliva con dificultad al ver por fin el pene del mayor, sintiendo sus mejillas arder por la vista y por lo que estaba a punto de hacer.

Acercó su mano con nervios y la posó sobre la masculinidad del contrario, envolviendo toda esta para pasear sus dedos con suavidad logrando sacar jadeos bajos en el mayor, provocando que las hormonas del rubio cenizo simplemente se alborotaran más comenzando a sentir su miembro un poco más duro.

—Nunca he hecho esto. —aclaró el ojirubí sin dejar de masturbar al otro. —Perdón si no soy bueno...

—No tienes que hacerlo si no quieres. —le dijo con su respiración dificultada. —Y no me pidas perdón, no lo has hecho, entiendo. —le sonrió levemente.

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