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La luz del día se estaba haciendo presente en un muy adormilado rubio quien iba abriendo sus lindos ojos rubíes con dificultad debido a que aún seguía algo cansado. Se estiró un poco, removiéndose en su lugar logrando sentir una leve molestia en su parte baja de la espalda antes de darse la vuelta a su izquierda y encontrarse con su novio quien ya estaba más que despierto.

El bicolor veía su celular mientras estaba recargado en su almohada. Sus mechones rojizos y albinos estaban algo despeinados y se podían ver algunas pocas marcas en su cuello debido a la ausencia de ropa; lo único que lo cubría eran las cobijas de su cama, y eso hasta el inicio de su vientre dejando todo su torso al descubierto.

Las orbes heterocromáticas viajaron a su lado derecho hasta encontrarse con que su novio había despertado, sonriendo enternecidamente y dejando su celular encima del buró que poseía a su izquierda para recostarse nuevamente y ver de frente al otro. Acercó los dedos de su mano izquierda a la cabellera del contrario para enredar sus dedos en esta misma antes de darle un suave beso en su frente y después uno corto en sus labios.

El menor no se quedó satisfecho ante tal pico y se acercó al bello chico de cicatriz para besarlo con cariño y cuidado, sacando suspiros suaves en la pareja joven mientras correspondían con cariño el tacto húmedo y dulce del otro. Disfrutaban de besarse, de conocer un poco más de la boca del otro, no querían separarse ni un momento de los labios que los traían completamente locos desde hace meses, se querían corresponder hasta el final de sus días y ese deseo podía ser sellado con un simple beso.

Se terminaron separando, ambos viéndose a los ojos y sonrieron levemente mientras que recuerdos de la noche anterior aparecían fugazmente en su mente. No se arrepentían en absoluto, es más, volverían a hacerlo una y otra vez a pesar de su escasa experiencia mutua, pero la primera vez... vaya, no había algo como tal.

—Buenos días, mi amor. —dijo finalmente el bicolor con una sonrisa en su rostro.

—Buenos días, Shoto. —respondió al saludo. —¿Llevas mucho despierto?

—No tanto... creo. —rió levemente. —Pensé que despertarías antes que yo si te soy sincero.

—Estaba muy cansado. —admitió.

—Y con justa razón. —repasó con cuidado las marcas de mordidas y chupetones que había dejado en el cuerpo de su novio. —¿Quieres desayunar algo?

—Quisiera bañarme antes a decir verdad, ¿puedo?

—Claro, podemos bañarnos juntos si quieres.

—¡No vamos a hacer eso, idiota! —dijo con sus mejillas completamente sonrojadas.

—¿Por qué no? Ya te vi todo. —recibió un golpe en su hombro, sacándole una carcajada. —¡No te avergüences, lindo! Será en la bañera, ni siquiera en la regadera.

—Pero igual... —frunció su ceño e hizo un puchero.

—No haré nada indebido, Kats. —tomó las mejillas del mencionado. —Sólo nos bañaremos, es todo.

—Bien... —rodó sus ojos cuando sintió un beso escandaloso en su mejilla. —¡No seas tan romántico!

—Te gusta que sea así. —se levantó de su colchón dejando que su novio se sonrojara aún más al ver que seguía desnudo. —¿Quieres que te preste ropa? —se acercó a su clóset.

—Sólo una playera, no creo que me queden tus pantalones. —se enderezó.

—Cierto, tienes una cintura tan pequeña... —se dijo más a sí mismo, recordando cómo había cabido en sus manos. —¿Y ropa interior?

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