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Todoroki llegó al lugar donde se alojaba por ahí de las cinco de la tarde y fue rápidamente a su cuarto a buscar ropa decente que ponerse antes de meterse al baño y darse una ducha para su cita de esa noche.

No había visto a su novio en toda la semana, y era más que obvio que lo extrañaba muchísimo, así que por eso mismo estaba bastante emocionado por su cita de hoy ya que no tenía ni idea de a dónde lo llevaría su pareja, pero sabía que incluso si lo llevaba al peor lugar del mundo él lo disfrutaría simplemente por tener al rubio cenizo de compañía.

Su ducha terminó y optó por vestirse y arreglarse aquellos mechones bicolores con un poco de agua, pintándose sus uñas de color negro ya que el esmalte anterior se le había caído por completo hace ya unas semanas. También se puso un poco de sombra negra debajo de sus orbes heterocromáticas y se puso loción antes de colocarse unas botas negras que poseía desde hace años, regalo de su mejor amigo.

Cuando por fin terminó de arreglarse, miró la hora en su celular y se dio cuenta que aún faltaba algo de tiempo para que den las ocho; al parecer sus nervios habían provocado que se apurara más de lo debido, ¿y ahora? Ahora tenía bastante tiempo libre.

Suspiró y se recostó en su cama mientras miraba al techo, ¿qué podía hacer durante ese tiempo libre? Una idea rápida se le vino a la cabeza dejando que una sonrisa determinada apareciera en su rostro, podría ir a buscarle un detalle rápido a su novio en los locales que se encontraban a la vuelta de la manzana.

Se levantó y tomó un par de billetes junto con las llaves del lugar y salió para buscar el esperado regalo, optando por caminar para siquiera conocer un poco más ese vecindario que esperaba abandonar pronto con la próxima vivienda que compartiría con sus amigos.

Pasó por varios puestos hasta que encontró una pequeña tienda que vendía flores, probablemente sería un detalle bastante cliché pero nunca le había regalado flores a su enamorado, ¿le gustarán? Esperaba que sí al momento de pagar un pequeño ramo de diversas flores de tonalidades rojas y blancas, así volviendo con pasos tranquilos a su alojamiento.

Colocó un pie dentro de la casa y se percató de la presencia del oficial, cierto, había olvidado comentarle de sus planes de ese día. Le terminó dando igual y caminó por la sala antes de dirigirse a su cuarto y seguir esperando a que sean las ocho, o bien, ese era su plan inicial hasta que una voz le llamó.

—Shoto. —mencionó el rubio de cabello largo. —¿Tienes un momento?

—¿Qué pasa? —respondió en voz baja.

—Quiero hablar contigo. —el bicolor por fin lo miró. —¿Podemos?

—¿De qué quieres hablar? Nosotros no tenemos...

—Sí tenemos de qué hablar. —interrumpió. —Hay muchas cosas que no solucionamos, ha pasado un tiempo desde que pasó lo que pasó, ahora somos más maduros y podemos hablar con calma. —dijo. —Ya sé que una de las cosas que me pediste cuando llegaste aquí fue hablar lo menos contigo, pero de verdad pienso que esto es necesario, por favor. —decía con súplica, como si lo necesitara.

El de cicatriz se lo pensó un momento, sabía que era necesario hablar de las cicatrices que hizo el pasado, ¿pero acaso tenía la estabilidad para afrontarlo? Había muchas cosas que cambiaron con el tiempo ya sea para bien o para mal, podía soportar aquella plática.

O eso esperaba.

—De acuerdo. —asintió. —Sólo déjame poner estas flores en agua.

—Tengo acá un florero. —señaló la mesa de centro donde se encontraba dicha decoración. —Podemos sentarnos ahí si quieres.

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