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Un pelimorado y un bicolor iban llegando al centro de rehabilitación no sin antes abrazarse ya que habían llegado al mismo tiempo, además, de que era el cumpleaños de uno de ellos causando felicidad en el festejado.

Subieron por el elevador después de decirle a la recepcionista con quien iban, llegaron al quinto piso y se encaminaron hacia la habitación que les había sido indicada mientras veían a internos yendo hacia otras habitaciones o a enfermeras con frascos de medicamentos además de diagnósticos entre sus manos.

Llegaron finalmente a la habitación 58 y tocaron la puerta con suavidad, recibiendo un "pase" de una voz que les era tan familiar desde hace mucho tiempo. Ambos entraron a la habitación y lo primero que vieron fue a un pelinegro tomando un vaso de agua mientras escribía en un cuaderno, estando cerca de la ventana mientras mantenía el cuaderno en sus piernas para recargarse.

El adulto pelinegro se volteó con desinterés hacia los que entraron, sorprendiéndose porque se trataba de sus amigos, ¿qué hacían ahí? Seguramente ya le habían dicho que lo visitarían, pero probablemente lo había olvidado, desde que entró a ese centro de rehabilitación lo único que ha hecho es perder la noción del tiempo, deprimiéndolo mucho más de lo que ya estaba.

—Chicos... —se levantó de donde estaba y fue hacia sus amigos. —¿Qué hacen aquí? —se atrevió a preguntar.

—Feliz cumpleaños a mí. —dijo el de orbes moradas con una suave risa.

El pelinegro abrió sus ojos con sorpresa, ¿ya era su cumpleaños? Parecía que el tiempo había pasado tan rápido, ¿de verdad el chico que estaba frente a él estaba cumpliendo los diecinueve años cuando él lo conoció cuando tenía apenas dieciséis? A decir verdad no había pasado tanto tiempo, pero era una eternidad para el de cabellos largos oscuros.

—Shinso... feliz cumpleaños. —abrazó fuertemente al mencionado. —De igual forma, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar celebrando?

—Son sólo diecinueve años, Shota. —respondió con una sonrisa sincera. —El año pasado sí fue celebración porque era mi legalidad.

—Con tu temática de punk. —rió el bicolor, mientras recordaba aquella fiesta. —A Iida le había salido tan mal su outfit. —carcajeó.

—Sí, y ni recordemos cómo dejamos la casa del tío de Chisaki. —dijo el cumpleañero avergonzado. —Es una sorpresa que nos siga recibiendo, después de que casi le rompieras el lavabo...

—Ni digas nada porque tú te ibas a robar su módem. —rió aún más el bicolor.

—Pero igual. —interrumpió el pelinegro. —Es tu cumpleaños, ¿por qué venir a un centro de rehabilitación? Nada más te vas a deprimir.

—Quería verte. —confesó, causando sorpresa en el más viejo de los tres. —Ya sabes... te extrañaba.

A decir verdad, al que más le había afectado la situación de Aizawa había sido a Hitoshi a pesar de que el pelinegro pensó que al que más le afectaría sería al heterocromático, pero vaya que se equivocó.

Los dos habían sido los primeros en conocerse en su grupo de amigos —fuera de la amistad que ya compartían Todoroki y el pelimorado desde el primer año de la preparatoria—, y de verdad tenían tantas cosas en común a pesar de la diferencia de edad. Aizawa había ayudado en diversos momentos difíciles de la vida del ojimorado, y siempre estaría infinitamente agradecido por ello.

Así que por supuesto que se había sentido fatal al saber por lo que estaba pasando y justo frente a sus ojos, sin mencionar la pelea que habían tenido antes de que fuera ingresado al hospital e interrogado por la policía, recordando el abrupto golpe en su mejilla en medio de gritos de súplica y lágrimas frustradas provenientes del menor.

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