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—¡Lo odio, lo odio, lo odio!

Era un sábado en la noche cuando de cierto estudio de tatuajes y perforaciones salían exclamaciones de molestia e incluso hasta humo de una habitación del estudio, esto último siendo metáfora.

—Repíteme porqué lo odias. —pidió un chico de pecas y cabello negro con mechones verdes, buscando unas cosas en la habitación.

—¡Porque es un engreído! —explicó. —Se cree el último refresco del desierto, y aparte siempre tiene esa maldita sonrisa que me tiene harto, siempre te ve como si te quisiera desafiar y...

—Y no creo que sean buenas excusas para odiarlo. —comentó riendo suavemente, dirigiéndose a su amigo una vez que encontró la pieza que le pondría junto con las dos jeringas. —Es decir, probablemente sí haya un choque entre ustedes teniendo en cuenta que tu actitud no siempre es la mejor, pero no creo que sea para odiarlo.

—Quiero que esté muerto. —dijo con el ceño fruncido.

—¡Okay, Kacchan! Después se llevarán bien, ¡como nosotros!

—Pero eso costó años, aparte tú nunca me caíste completamente mal.

—Que tierno, ya lo sabía pero de igual forma es divertido escucharte decirlo. —se colocó unos guantes de látex de color negro. —Bien, necesito que te sientes y te mantengas con buena postura. —señaló el asiento de cuero para que el rubio se sentara ahí. —Ahora procederé a mostrarte que todo el material está cerrado.

—No tienes que enseñarme, te creo.

—Si no lo hago, me despiden. —contestó sin más. —Como puedes ver son dos jeringas, una es para la anestesia y otra es para perforarte. —le enseñó ambos paquetes cerrados y los dejó encima de una mesa de metal pequeña. —Esta es la pieza que te pondré, ya me viste meterla ahí desde que llegaste. —dijo señalando un bote con un líquido. —Y bueno, ya que viste todo, sólo respira profundo y comenzaré el proceso.

—Ya ando dudando en que me pongas tú la pieza. —dijo apenas asimilando el dolor que sentirá.

—Bueno, en ese caso le puedo decir a Tsuyu que venga y te perfore, pero a ella le tienes que pagar más.

—Sólo por tus estúpidos descuentos de aprendiz es porque vengo. —confesó sacando una risa en el de ojos verdes. —¿No me dolerá?

—¿Kacchan preocupándose por el dolor? —arqueó una ceja y soltó una pequeña carcajada. —Sabes que no puedo asegurarte eso, el dolor depende mucho de la persona, pero esas perforaciones yo te las hice y no sentiste nada me dijiste. —señaló su oreja derecha donde se podían ver cuatro perforaciones. —Ya he hecho muchas veces esta perforación y no he visto a nadie quejándose del todo, una leve molestia pero ya. —se alzó de hombros. —Aparte, si no aguantas una pequeña perforación, ¿cómo vas a aguantar el tatuaje que tanto quieres en tu cuello? Esa cosa duele mucho.

—No lo sé, Deku. —rodó sus ojos. —Me pongo nervioso, ¿bien? Es increíble que tú me estés calmando con esto cuando yo fui el que te calmó cuando me dijiste que te iban a tomar de señuelo de prueba para unos tatuajes. —señaló ambos brazos donde se podía ver en uno una rosa y en el otro unas hojas.

—¿Y viste? No me morí por los tatuajes. —sonrió. —Ahora relájate y saca la lengua, la anestesia te va a ayudar a no sentir tanto dolor.

Kacchan no protestó más y sacó la lengua mientras mantenía la postura que su amigo le había pedido que mantuviera, dejando que su mente se distrajera con varios pensamientos hasta que vino uno que le molestó bastante.

—Estás tenso. —notó Deku antes de siquiera inyectarle la anestesia. —No puedo ponértelo si estás así, ¡relaja tus músculos!

—De acuerdo. —chistó y respiró profundo para nuevamente sacar la lengua esperando por la jeringa.

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