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El tiempo había pasado hasta que finalmente la puerta de una habitación fue abierta con lentitud. Las luces en el cuarto se encontraban apagadas, y lo único que lo iluminaba era la luz que desprendía la luna en esa noche de Mayo, misma que apuntaba directamente a un chico de mechones rubios cenizos quien se encontraba acostado en la cama sin dejar de abrazar la almohada que había estado en su propiedad desde hace ya unas horas.

El responsable de que la puerta fuese abierta se acercó con pasos lentos al muchacho, notando que ya se había puesto su musculosa blanca de hace rato y que sus cabellos seguían algo mojados debido a que no le dio el tiempo necesario para secar aquellos.

Una vez que estuvo a lado de la cama, suspiró y se sentó en esta misma para voltear a su derecha y observar con detenimiento la espalda de su novio. Sabía que estaba despierto y que seguramente estaba más que molesto con él, pero tenían que hablar de la situación quisieran o no.

—Mi amor... —murmuró por lo bajo.

—No me digas así. —sacó un suspiro en el contrario.

—Katsuki, ¿podemos hablar?

—¿Qué quieres? —preguntó con su característica voz molesta.

—Quiero que hablemos de lo que pasó allá abajo, hace algunas horas. —comenzó a decir. —Date la vuelta, por favor.

—Podemos hablar así. —se negó.

—Pero quiero verte. —insistió. —Por favor, ¿sí?

El de orbes rubíes simplemente suspiró y giró su cuerpo sin dejar de abrazar a la almohada para ver a su novio, causando en este una leve sonrisa al observar aquel rostro que le gustaba tanto desde hace meses.

—¿Y bien? —arqueó una ceja.

—Perdón por mentirte. —empezó a decir. —No lo hacía con mala intención, no me gustaría que pensaras cosas que no.

—¿Entonces por qué me mentiste?

—No quería hablar del tema en ese momento, es todo.

—¿Y ahora?

—¿Hmm? —ladeó su cabeza, confundido.

—¿Quieres hablar del tema?

—Es algo tarde, yo...

Katsuki rodó sus ojos y se volvió a dar la vuelta, confirmando que el bicolor no había entendido absolutamente nada del problema principal; no es que no le contara, más bien era que no le tenía la confianza suficiente de hacerlo.

—Kats...

—No entendiste ni mierda, ¿verdad? —chistó molesto. —Literalmente volviste a hacer lo que más me enojó allá abajo.

—No quiero contártelo porque siento que sería injusto contigo. —dijo sincero.

—¿Es eso o no confías en mí? —lo miró por sobre su hombro, admirando que los orbes heterocromáticos se abrían con sorpresa. —¿Eh?

—¿Por qué piensas que no confío en ti? —preguntó serio.

—Es que... —bufó y se enderezó, sentándose de mariposa para ver de frente ahora sí al mayor. —Siento que nada más te estás excusando con este asunto para no decirme cómo te sientes en realidad, siento que realmente no... no me quieres decir nada de tus sentimientos, y me preocupa. —pasó una mano a su nuca, desviando la mirada. —Y no es sólo esta vez, desde antes como que evitas el cómo te sientes, como si lo hicieras menos. —el bicolor torció su boca, sabiendo a lo que se refería. —Escucha, yo... no quiero que pienses que te voy a obligar a que me digas las cosas de ahora en adelante, pero me gustaría que supieras que puedes decirme lo que sea para el bien de ambos. —lo miró a los ojos. —Yo te quiero... y-y eso ya lo sabes... —se sonrojó levemente sacándole una sonrisa al contrario. —Y por eso mismo quisiera que ambos creciéramos juntos, pero para eso... necesitas confiar en mí.

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