8.

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- ...Y luego me dijo su nombre. Se llama Francesca, ¿puedes creerlo?

- A ver si entiendo bien, -Martin estaba hasta las manos de escuchar sobre esa chica.- ¿a qué viniste hoy, Harry?

- No sé ni por qué vine –confesó Harry, un poco aturdido.

- Vamos, seguro lo sabes. No vienes a estas cosas porque sí.

- Bueno, quería divertirme, y qué se yo, despejar...

- ¡Despejarte! Deberías despejarte. Sobretodo de Francesca. Solo una noche.

Harry estaba sentado en una esquina en el sillón, observando a todos cual chaperón vigilando a su hija en una cita, prácticamente desde que había llegado. El humor le cambió un poco cuando Martin se acercó a saludarlo. A él, su amigo en esas condiciones le daba un poco de tristeza. Estaba muy contento de que él había encontrado una chica, y una muy buena, pero no soportaba verlo así. Quería que su amigo se abriera un poco más a la situación: era una fiesta. Verlo disfrutar, olvidarse de todo unas horas. 

Él creía saber cómo lograr su objetivo.

- Toma –le dijo, extendiéndole la bebida qué se había traído.- Quédatelo. Y lo bebes, ¿de acuerdo? Te estaré vigilando. ¡No trates de engañarme!

Martin se fue, riéndose de su propio chiste. Harry no lo encontraba gracioso, pero ¿qué más daba? Tenía algo de razón: no podía estar toda la noche sentado sin hablar con nadie. Inspeccionó el vaso que su amigo le había cedido. Tamaño considerable, con un líquido transparente. Olía a vodka: sabía que lo habían mezclado con algo, pero no podía descifrar qué. Suspiró y le dio los primeros sorbos. No era tan malo, sabía bastante dulce si no lo dejaba mucho tiempo en la boca, pero le dejaba un leve ardor en la garganta. No fue hasta ese momento cuando se dio cuenta de la sed que tenía. Así que tomó un poco más.


- ¡Nick! –Adam exclamó luego de abrir la puerta. Ambos se saludaron con un juego de manos que se habían inventado hace un tiempo.

- ¿Cómo estás, amigo? –Nick respondió.- Traje gente.

Recién ahí, los ojos del anfitrión se posaron sobre los invitados. Uno era un chico alto bastante cordial, y la otra era una chica que le sonrió con timidez. Una chica muy bonita, pero no del gusto de Adam. Si había que ser honestos, él las prefería con más delantera. 

- Chase –se autopresentó, sólo con su nombre.

- Francesca -la chica decidió hacer lo mismo.

- Adam. Adelante.

En cuanto cerró la puerta, vio a Martin, recostado sobre el marco de la puerta de la cocina. Finalmente lo había encontrado: lo estaba buscando desde media hora. Se acercó a él, quién le sonrió cuando lo vio. Adam no lo sabía, pero Louis también lo estaba buscando con la mirada, sólo para felicitarle:

- Me impresiona que hayas logrado que venga Harry. Aún no sé cómo lo hiciste.

- Yo tampoco sé cómo lo hice. –respondió, llevándose una mano a la cabeza: realmente no sabía cómo lo había convencido.- Él vino porque quiso. Igual, no se ve muy cómodo. Posiblemente se vaya en un par de horas.

- ¿Seguro? –Martin hizo un pequeño movimiento con la cabeza, apuntando hacia Harry, acompañado de una media sonrisa.- Míralo. Es el segundo vaso.

El chico de rulos se estaba tomando los últimos tragos del vaso que tenía casi con desesperación. Adam estaba perplejo. Harry era de los que no tomaban alcohol, al menos no en esa forma.

La Reina de los AcordesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora