Ocho puntual. El teléfono de línea en la habitación de Francesca sonó.
- Chasey, hola. –ella ya sabía exactamente quién era.
- Hola princesa. –su voz le demostró a Frances que no se había equivocado.- ¿Cuáles son las noticias? ¿Tu nueva vecina?
- Bien, ya no se pierde tanto. Nick toca la guitarra cada vez mejor, deberías escucharlo.
- ¿...Y tú?
Frances se preguntó lo mismo. ¿Y ella? Hacía mucho que no le hablaba a Chase sobre ella misma. En el fondo no le quería decir que estaba mal, porque él iba a preocuparse. Pero necesitaba otra opinión. Necesitaba alguien que le pudiera decir qué le estaba pasando de una vez por todas.
- Yo no estoy bien. –dijo, al fin, redondeando sus pensamientos en voz alta.
- ¿Y qué te tiene mal, corazón?
- Harry me odia.
- ...Bueno, y, ¿por qué?
- No lo sé.
Ella sintió un nudo en el estómago. Y los ojos empezaban a humedecérseles. Pero no era ahora el momento de llorar. No mientras estuviese hablando con Chase. Lloraría después, a la medianoche, cuando no hubiese ruidos ni ninguna luz que delate su estado. La medianoche era un momento hermoso para llorar.
- Vamos, debe tener alguna razón. No creo que te "odie"...
- ¡Chasey, no me ha hablado en días! Ni siquiera contesta mis mensajes. ¡No le importo!
Chase todavía estaba sereno, hablando por lo bajo y con lentitud. Francesca tenía que hacer un esfuerzo enorme para no gritar y estallar en llanto. No sabía si quería llorar porque él la ignoraba o porque realmente deseaba que eso no le importase. Pero le importaba, y mucho.
- Decidió no ser tu amigo. Y tú deberías dejar de intentar que lo sea...
- No lo entiendes, Chase, nadie lo entiende. -Frances se derrumbó boca arriba sobre su cama.- Él era... Especial, ¿me entiendes? Era tan normal y a la vez tan increíble. Yo lo extraño. Extraño su cámara, extraño su risa, extraño su voz mientras canto. No quiero estar así, te lo juro. No sé qué me pasa.
- Frances... –Chase, con sólo pronunciar su nombre, le hizo ver que la respuesta era obvia. Ella le interrumpió.
- No, ¿acaso tú también lo estás pensando? ¡No estoy enamorada!
Chase soltó un gran suspiro. Sin dudas tenía una amiga muy terca.
- Mira, princesa... Necesitamos amigos. Pero no siempre nos quedamos con los mismos amigos... A veces la amistad no es para siempre, no porque las personas hayan sido falsas, sino porque las mismas vueltas de la vida los separan y eso no es malo. Y los huecos, los vacíos que dejan los viejos amigos... Pueden ser llenados de la mano de nuevos amigos. ¿Me entiendes?
- Lo entiendo... Pero no comprendo tu punto.
- Mi punto es que... Harry te ignora, ¿bien? Dejó espacios. Espacios que parecen simples: canciones, fotos... pero, ¿crees que otra persona puede llenar esos espacios?
- ...No.
- Entonces, la respuesta es clara.
Frances guardó silencio.
- Mira, princesa, te dejaré que lo pienses, ¿si? Si me necesitas, llámame.
- Adiós, amigo. Gracias.
Chase murmuró un "de nada" y colgó. Ella se quedó con el tubo del teléfono en la mano, meditando lo que su amigo acababa de decirle. "Dejó espacios". Claro que dejó espacios. Él había llenado espacios que no parecían importantes pero que en realidad ahora significaban demasiado. ¿Era posible dejar tantas marcas en una persona sin siquiera planteárselo?
Y todo calzó, en cuestión de segundos. No tenía más dudas. Estaba enamorada de Harry.
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La Reina de los Acordes
Подростковая литератураLos padres de Francesca deseaban que ella fuese reconocida, si, pero no de la forma que ella ahnelaba. Es decir, querían una hija médica, o contadora, alguien destacable que contribuía a la sociedad londinense, pero, ¿música? No, no, no. Su preciosa...