Para cuando Harry despertó, la casa de Adam brillaba de limpia.
Se dio media vuelta y miró por la ventana, contemplando el brillo del sol y el polvo que volaba lentamente en el aire. Por lo fuerte que era la luz del sol, dedujo que era tarde. Sin embargo estaba todo tan callado que parecía ser el inicio de la mañana.
No tenía mucha idea de cómo llegó a la cama de su amigo. Sus recuerdos en realidad eran pocos. Una rubia insoportable queriéndose tirar encima suyo, mareos, las estrellas y la cara de Francesca casi tocando la suya.
No podía creerlo. Estuvo a centímetros de su boca. Hasta hacía tres días no se animaba ni a darle monedas y aquella noche casi la besó. Había sido una locura.
"La noche entera fue una locura", se dijo para sí.
- Mira, Martin –exclamó Adam en cuanto lo vio despierto, apoyándose en el marco de la puerta-, alguien acaba de despertarse.
Los ojos verdes de Harry se pusieron en blanco.
- Buen día, bello durmiente. –Martin saludó.- Todavía tienes que explicarnos unas cosas, ¿recuerdas?
- Antes, ¿qué hora es y qué le dijeron a mi mamá? -Harry evadió la pregunta, restregándose los ojos.
- Sencillo. –Adam le contestó desde la entrada a la habitación- Casi es mediodía. Le mandé un mensaje de tu parte diciéndole que te quedabas a dormir. Y te dijo que vuelvas para comer.
- Ahora contéstanos. –añadió Martin, que se sentó en un costado de la cama.
- ¿Qué quieren saber? –inquirió con voz adormilada, delatando su poco tiempo despierto.
- La chica. Francesca, ¿verdad? –Adam ya estaba al tanto: "la chica de la guitarra" era quien estuvo con él antes de que ellos lo encontrasen.
- Ajá –asintió.
- ¿La besaste? –Martin preguntó ansioso.
- No, no la besé.
- A mí no me engañas –contestó-. ¿Solos, en la noche, y no la besaste? Podrás ser tímido pero no eres estúpido. Algo hiciste aunque sea.
- Casi lo hice, amigo, casi. –Harry se refregaba los ojos de nuevo antes de dormirse otra vez.
- Y, ¿qué pasó? ¿Se negó? –Adam estaba intrigado.
- Pues... No parecía no quererlo.
- ¿Y entonces?
- Tuvo que irse.
Estaban impresionados. Hasta ayer, ninguno de los dos pensaba que Harry iba a avanzar tanto en unas horas. Él era del tipo de chicos que preferían más bien no decir nada y esperar que suceda lo que deba suceder. Era una táctica que no le daba mucho éxito: sólo había salido con Sophie hacía unos cuantos años atrás. Les alegraba ver que Harry dejaba de ser tan tímido y comenzaba a tomar las cartas en el asunto.
- Pues, felicidades. –dijo Martin sin ocultar su sorpresa- Me alegra que por fin hayas avanzado.
Harry no pretendía ese avance. De hecho, no le auguraba cosas buenas. Quizás hasta podría delatar que la conocía de antes. Odiaba que todo estuviese pasando tan rápido: por mucho que quisiera besarla, no podía hacerlo aún. Todavía no se conocían del todo, y todavía no la había invitado a salir, y todavía no le había dicho lo que sentía, y...
El solo pensar en lo que quedaba por hacer lo abrumó un poco. No se creía capaz de animarse a todo eso.
Volvió a lo mismo: deseó haberla besado.
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La Reina de los Acordes
Подростковая литератураLos padres de Francesca deseaban que ella fuese reconocida, si, pero no de la forma que ella ahnelaba. Es decir, querían una hija médica, o contadora, alguien destacable que contribuía a la sociedad londinense, pero, ¿música? No, no, no. Su preciosa...