Otro lunes gris se alzaba sobre la ciudad de Londres. En la plaza no estaban tan contentos como hacía tres días. Harry estaba de buen humor aún así. Había conseguido cargar su nueva cámara (luego de un par de horas intentando adivinarlo) e iba a ver a Francesca. Si ya de por sí desentonaba del resto con su ancha sonrisa, la cámara no ayudaba a pasar desapercibido tampoco. No le importó en absoluto.
Comenzó a escucharla en cuanto dobló la esquina. Estaba feliz, como siempre, punteando notas entre sonrisas y moviéndose al compás. Una escena preciosa y digna de ser inmortalizada. Harry apuntó y le tomó una foto: la obtuvo en cuestión de segundos. La guardó en el bolsillo de su camisa.
- ¡Harry, no me saques fotos! -Frances lo había descubierto. Seguía sonriente, pero había dejado de improvisar.
- ¿Por qué no? –preguntó mientras se sentaba a su lado.
- Porque yo lo digo. –contestó bromeando.- Y además hoy no me peiné.
- Tonterías, te ves preciosa.
Harry sabía bien qué tanto quería decir cuando decía "preciosa". Frances se ruborizó un poco por tan inesperado cumplido.
- Bueno, gracias. Pensándolo bien... -ella tenía mucha intriga por el aparato extraño que Harry sostenía en sus manos- ...Te dejaré que me fotografíes si me dejas ver eso.
- ¿Mi cámara?
Francesca asintió con la cabeza. Él se la prestó, y ella le tendió su guitarra.
- ¿Me estás dando tu guitarra?
- Ey, no te emociones con Betty. Me costó afinarla hoy.
Harry inspeccionó a la dichosa Betty. Una preciosa guitarra de madera clara, brillante, con mango oscuro. Él no era ajeno a este instrumento. Si bien él no era tan bueno, y tenía más predilección por el piano, había ciertas canciones que se sabía.
Casi sin pensarlo, tocó los primeros acordes. Empezó a murmurar la letra. "And all the roads we have to walk are winding, and all the lights that lead us there are blinding..."
Frances supo que era un buen momento para probar el cacharro de su amigo. Clic, la cámara devolvió una foto de Harry concentrado con Betty. "...There are many things that I would like to say to you but I don't know how..."
Una voz femenina acompañó sus murmuros. No podía ser de otra manera. "...Because maybe, you're gonna be the one that saves me, and after all, you're my wonderwall"
Los dedos de Harry dejaron de moverse, y Betty no produjo ningún sonido más. Ambos se sonrieron.
- Siempre supe que te gustaban las clásicas. –dijo ella, satisfecha, como que si ésa hubiese sido una sospecha confirmada.
Harry resopló, agachando la cabeza. ¿Es que acaso él era tan obvio que ella podía deducirlo con tanta facilidad?
- Tocas bien. Me sorprendiste.
- Bah, sólo sé un par de canciones...
- Eso no quita el hecho de que tocas bien.
Ambos se miraron. Y se produjo el silencio. No era un silencio normal. Era, más bien, un silencio que ya estaba lleno, que no necesitaba ser completado con palabras tontas. Era como un silencio que decía muchas cosas. Como que, por ejemplo, ambos estuvieron pensando en su casi beso todo el fin de semana. O que ambos temían que el otro no recordase eso. Y que ambos se arrepentían de no haberlo hecho (aún cuando ella no lo admitiese).
Francesca sintió que el silencio ya había gritado lo suficiente.
- Mira, tienes una cosa muy interesante. –depositó la cámara en las manos de Harry, y tomó la guitarra de su regazo.
- ¿Verdad que sí? –dijo con una sonrisa.
- Claro que sí. Ah, y, supongo que vas a quererla. -Frances le señaló la instantánea que le había tomado. Harry no la tomó, al contrario de lo que ella pensaba.
- No, quédatela. Es para ti. Con una condición.
- ¿Cuál?
Harry se acercó a ella, al punto de estar mejilla contra mejilla, y puso la cámara enfrente de sus caras.
- ¿Lista? Uno, dos...
Él posó los labios contra la mejilla de Francesca. Clic, salió de la cámara una preciosa foto. Harry, besando la mejilla de Frances. Frances, sonriente, cerrando los ojos tan fuerte que sus párpados se fruncían.
- Perfecta. –fue todo lo que él murmuró.
Frances, por alguna razón que desconocía, sintió que no hablaba de la fotografía solamente.
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La Reina de los Acordes
Teen FictionLos padres de Francesca deseaban que ella fuese reconocida, si, pero no de la forma que ella ahnelaba. Es decir, querían una hija médica, o contadora, alguien destacable que contribuía a la sociedad londinense, pero, ¿música? No, no, no. Su preciosa...