- Y... ¿Vas a ir o no?
Chase tironeó un pedazo de pizza, esperando que los hilos de queso que salían de él finalmente cedieran. La paciencia no era un método muy efectivo contra el queso derretido, pero él estaba dispuesto a insistir.
- ...Por supuesto.
Francesca cortó los hilos con sus manos, comiéndose el queso que había caído en la tabla de nuevo. Era la regla: el queso en la tabla era tierra de nadie.
- Eres una idiota.
Nick no estaba para nada contento con la historia de su amiga. Definitivamente no entendía a las mujeres: un tonto le dejó de hablar por dos semanas y cuando vuelve le dice que en realidad era porque estaba enamorado, o alguna cursilería de esas. ¿Y qué decide hacer ella? Lo besa. Él, en su lugar, le hubiese bajado los dientes de un puñetazo. O, bueno, una bofetada, considerando que estaba posicionándose en el lugar de una señorita.
No, Nick no conocía a Harry de la misma forma que Frances.
- Me sorprende que recién lo notes.
- No estoy bromeando, Frances. ¿Desde cuándo eres tan débil?
Los dedos de Francesca se cerraron. Nick, sin darse cuenta, había tocado un punto muy sensible. Nadie podía decirle que era débil. Se había esforzado por mucho tiempo para demostrar que no podía ser catalogada como "débil". Un torbellino extraño (¿adrenalina?) recorrió su cuerpo buscando salir de algún modo.
- Mira, lamento mucho que estés celoso de Harry pero...
- Ah, ¿celoso? –Nick reaccionó a la velocidad de la luz. Repitió lo mismo una y otra vez, elevando el tono cada vez más.
Y con eso, a Chase le había quedado claro: llegó la discusión.
La discusión era un momento bastante feo si estaban los tres juntos. Francesca era enérgica y terca, Nick era ruidoso y enojón. Ambos se llevaban muy bien, pero si llegaba a haber un cruce entre los dos, el resultado podía ser muy feo.
Como ese mismo instante, que los dos discutían prácticamente a los gritos en la mesa de la pizzería. Chase sabía bien que debía adoptar una posición neutral, comiendo y haciendo de cuenta de que no percibía las miradas de todos fijas en ellos tres.
Nicholas y Francesca continuaban discutiendo. Frances no iba a admitir que haber besado a Harry luego de su desaparición fue un poco... extraño. Nick tenía los cachetes aún más rosados, exclamando que no eran celos en cada oportunidad que se presentaba.
- ¡Mira, escúchame bien: él te está usando! ¿O no te das cuenta?
- ¡Él es incapaz de hacer algo así!
- "¡Ay si, ay si! ¡Porque Harry es taaan buena persona! ¡Él no puede hacerle daño a nadie!" ¿Necesitas que te haga recordar cómo estuviste en estas dos últimas semanas? "Touché", Chase exclamó para sus adentros.
- ¡La gente merece segundas oportunidades! ¿No lo crees?
- ¡Al diablo con eso! ¡Eres tan ingenua! ¡Va a lastimarte, y yo no quiero eso!
- ¡Wow, hablas como que si fueses mi novio!
- ¿Ah, si?
- ¡Basta! –Chase puso fin a la discusión. Y el silencio reinó en la pizzería.
Tomó unos segundos volver al clima normal, o bueno, casi. El aire todavía estaba tenso en la mesa de los chicos, tan tenso que Chase se sentía capaz de cortarlo con unas tijeras.
Pagaron la pizza y se marcharon. Nick y Frances fueron por caminos distintos, aún cuando vivían en la misma zona. No se habían dirigido la palabra desde que Chase los mandó a callar.
Chase no entendía nada. Generalmente sus discusiones no perduraban por tanto tiempo.
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La Reina de los Acordes
Teen FictionLos padres de Francesca deseaban que ella fuese reconocida, si, pero no de la forma que ella ahnelaba. Es decir, querían una hija médica, o contadora, alguien destacable que contribuía a la sociedad londinense, pero, ¿música? No, no, no. Su preciosa...