⠀⠀Capitulo 19

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La nieve cae sobre mi cabeza y el gélido frío me hace sacudir con cada ventisca

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La nieve cae sobre mi cabeza y el gélido frío me hace sacudir con cada ventisca. Me llevo las manos alrededor de la boca y exhalo para darme un poco de calor. No es suficiente, sin embargo, he llagado al taller y no tardaré en volver a casa.

El lugar está rodeado de camionetas y motocicletas. Adentro se escucha un alboroto ahogado por las paredes: risas, cuchicheos y música. Toco dos veces la puerta y espero, encogiéndome dentro de mi abrigo. Me castañean los dientes y no puedo detenerlo. De repente, la puerta se abre y la luz amarillenta ilumina el lugar por detrás de un hombre alto de barba espesa y bíceps trabajados.

—¿Sí?

Echo un vistazo alrededor, poniendo mala cara al notar que hay una multitud de personas aterradoras embriagándose en pequeños grupos. Seokjin envió esta mañana a alguien para que me buscara; yo estaba en casa de Jia. Cuando regresé, mamá me dio el aviso y se molestó conmigo, pensando que yo había faltado en alguna cuota. ¿Cómo puede pensar eso? Me defendí y al final accedió a creerme, aunque a media me pareció. Después, me dijo que viniera aquí porque no quería que algunos de esos hombres volviesen otra vez. Taeha no debería de verlos. Siempre la ponen nerviosa, incluso más que a mí, hasta el punto de provocarle una histeria que es difícil de manejar.

—Seokjin me mandó a llamar. —Pasa su mirada de mis ojos a mis pies y viceversa, frunciendo la boca—. ¿Puedes informarle que estoy aquí?

—¿Cómo te llamas?

Exhalo con fuerza, porque siempre es una jodida molestia tener que presentarme.

—Jungkook.

—Tu apellido.

—Él me conoce. —Como hace mala cara, pongo los ojos en blanco y chasqueo la lengua, fastidiado—. Jeon Jungkook.

—Espera aquí.

—Pero está... —Clac. Cierra la puerta en mi cara—... Helado.

Joder, como odio esto.

Sin poder evitarlo, comienzo a mover mis piernas, como una danza bajo la nieve. Me muevo y me muevo para entrar en calor, o al menos intentarlo, hasta que vuelven a abrir la puerta y me detengo.

—Entra.

—Al fin.

Adentro hace un calor exquisito, provocándome una sensación de éxtasis. Huele a aceite y perfumes, con un ligero toque de alcohol. Todos voltean a verme a medida que camino, haciéndome paso entre ellos. Un poco más y...

—¡Jungkook! —Kibum me jala del brazo y me une a su grupito de amigos aterradores y atractivos. Una chica rubia me saluda con la mano y medio sonrío—. Tomate algo con nosotros. Estamos celebrando.

—No tomo.

Kibum suelta una carcajada y los demás le siguen, haciéndome incomodar de más.

—Eso no te lo crees ni tu mismo. Ten esto —me dice, entregándome su copa. Voltea un segundo y lo veo llenando la copa con un líquido verdoso. La etiqueta de la botella tiene una calavera, haciéndome sentir más inquieto—. Es absenta. Pruébalo.

después del odio » taekooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora