⠀⠀Capitulo 25

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Quiero escapar, escapar muy lejos

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Quiero escapar, escapar muy lejos. Y, sin embargo, por más de que muevo mis piernas, el mundo a mi alrededor sigue estático. Pareciera que soy el único aquí, en medio de esta fría y lóbrega oscuridad, que intenta hallar la luz. No encuentro ninguna, ni siquiera cuando algo está persiguiéndome, pisándome los talones.

Corre.

Corre.

Luego caigo, desde muy alto...

Soy consciente del salto de mi cuerpo y abro los ojos de golpe, quedándome pasmado, con el corazón frenético.

Soñar que te caes te da la peor sensación del mundo.

Cuando lo he dejado pasar y trago un poco de saliva, el sabor lejano del soju me hace recordar lo que estaba haciendo un minuto antes de dormirme: lamentar mi vida. ¿Por qué no? Estos días se han convertido en un infierno otra vez. Me encuentro vomitando, sintiéndome fatal cada minuto, no he podido dormir aun cuando mi cuerpo está exhausto. Gracias a Yugyeom estoy con un pie en el pasado y otro en el futuro. No tengo fuerzas para hacer algo, pero me preocupa eso mismo: no hacer nada. Pienso en todo menos en el presente, y estoy volviéndome loco.

Sobre la mesa, además de dos botellas de soju (una vacía y otra a la mitad), están las medicinas que he comprado hace un rato en la farmacia. Las he comprado para conciliar el sueño, porque mi mente está tan activa que necesita un empujón para relajarse. La auxiliar dijo que las tomara por una semana, así que comenzaré mañana, ya que me he tentado de nuevo y aquí estoy, tomando alcohol.

Lo he estado haciendo desde hace tres días, pero no hasta el punto de embriagarme.

En casa tampoco puedo estar cómodo, así que por eso he estado saliendo en la tarde. Me siento en un banco del parque, miro a la nada y sobre pienso todo, luego voy a la tienda de conveniencia, compro algo de alcohol y me quedo aquí hasta que es tarde, suficiente para dormir, aunque claro, cuando vuelvo a casa mamá está esperándome con su gesto enfadado, preocupado, y entonces me encierro y lloro para contenerme porque no quiero gritarle, aunque estoy en mi límite.

Estoy harto de que me reclame por mis acciones. Joder, justo ahora quisiera vivir solo. O no vivir. Me siento mal por pensar en eso, por desear, ahora más que nunca, estar muerto. Pero soy cobarde, no podría hacer tal cosa, aunque... Tengo miedo de mí mismo.

Suelto aire y bebo un sorbo de soju. La cabeza me pesa y el cuerpo lo siento débil.

Mi teléfono suena: es mamá. Parece que la he atraído con el pensamiento. Rechazo la llamada y miro fijamente la pantalla. He dormido poco más de media hora, por suerte. Sé que debo de tener muchos mensajes en la bandeja de entrada, pero no he querido responder ninguno. Me digo que debería de hacerlo para comenzar a salir de este poso, más no puedo, o no quiero. Si, es eso, no quiero, simplemente, contestar.

después del odio » taekooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora