Inmolado

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lay me tomo de la cintura y me ayudo a bajar, la distancia de la ventanilla al suelo era considerable miraba al alrededor y no veía nada inusual mas que estatuas, cuadros de pintura y uno que otro armario pero todos muy bien organizados ninguno poseía una gota de polvo.

-bien ya estamos dentro, tu eres la que conoce la mansión entonces yo te seguiré pero recuerda que no debemos pronunciar ninguna palabra o hacer algún ruido hasta verificar que en la mansión solo estemos los dos merodeando-dijo tomándome la mano y yo sentía una pesadez en el estomago.

Lay cerro la ventanilla y al tratar de salir del sótano nos encontramos de que esta estaba cerrada con seguro, lay saco uno prendedor y lo desdoblo introdujo el trozo de metal dentro de la cerradura la movió tres veces y sostuvo la perilla para que no produjera ruido; yo lo miraba y en ese momento lo desconocí, no sabia que Lay tuviese tantas mañas y menos que hubiese venido tan preparado

-escúchame, caminaras despacio miraras hacia adelante solo en busca de la puerta negra, yo me encargo de mirar de izquierda a derecha-dijo sacando la cabeza por fuera de la puerta y encontrándonos con un largo pasillo oscuro

Salí y me fui bien pagada a la pared, mi corazón me latía horrible si al caso podía respirar, habían montones de habitaciones allí abajo y todas contaban con una cerradura diferente, la decoración era bastante ostentosa. hacia frio allí abajo dimos 4 vueltas tratando de salir de ese piso; empuje una puerta café que se veía muy deteriorada y esta se abrió, lo cual hizo que diera tres pasos atrás pisando los zapatos a Lay

-lo siento-dije riéndome al ver mi marca en sus tenis blancos. camine al interior de la puerta y allí daba a unas escaleras mal contadas eran unas 50 escaleras y cada vez que subía tres veía como se aclaraba la vista, antes de llegar a las cinco ultimas Lay tomo mi brazo y dijo que contara hasta diez luego lay se supo adelante y observo por 15 largos minutos-bien sígueme, prefiero ir adelante- dijo dándome la mano.

Termine los escalares y el dolor estomacal insistía en que no deberíamos estar aquí; mis manos me temblaban y por mas que miraba a mi alrededor no conocía ninguna habitación ni siquiera el suelo, lay ingreso por un pasillo mas corto que el anterior y allí la temperatura era muy baja, el olor a sangre y a muebles nuevos nos acompaño por todo el recorrido de ese lugar.


-no tengo idea hacia donde debemos ir, esto parece un maldito laberinto

me quede en silencio tratando de recordar cuando estuve aquí. me deje guiar por mi intuición y comencé a avanzar, lay me frenaba en momentos y me pedía que fuese mas lento, habían dos pasillos largos uno al frente y el otro hacia la derecha. me fui por el pasillo largo aquel donde las bombillas se encendían, caminaba con el miedo bajándome por las piernas; conocí la pintura de pared de la entrada y supe que ya andábamos por buen camino.


-hemos llegado pero quisiera que fueras tu de primeras-dije parándome detrás Lay

lay miro hacia al frente y comenzamos a salir de los pisos de abajo;  el olor ya no era tan intenso, lay salió y comenzó a buscar indicio de alguien pero aparentemente solo estábamos los dos

-¿vez esto? significa que tienen la alarma encendida...uno, significa que no hay nadie y dos debemos de tener mucho cuidado con lo que tocamos e  incluso lo que pisamos ¿entendido?-dijo tomando mi rostro-¿dime donde esta?

-al final del pasillo conteste, sin mirar hacia ese lugar

algunas habitaciones estaban sin llave lo cual pudimos ingresar y descartar. ninguna tenia nada extraño salvo los espejos. eran bastante perturbadores cada que abríamos la puerta, nuestros rostros se reflejaban en ellos como si nos estuviesen vigilando, tome del brazo a lay y no lo solté al acercarnos a la habitación. apreté su brazo indicándole que allí estaba

Veintiún  fetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora