epístola

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Se desplegaba una tormenta caótica, la lluvia
caía sobre mis hombros. se me nublaba la vista, oía la motocicleta sencillamente tocar la carretera, que digo tocar. iba tan rápido que parecía que iba flotando a unos centímetros del suelo. perdí el control de mi cuerpo y comencé a ser dominado por mi propia mente, esta vez la alucinación me hizo perder el control de lo poco que me mantenía en pie. una cama goteando sangre, veía por lapsos breves partes de su cuerpo.  luego se oscurecía. fue repetitivo hasta verle sus piernas, sus manos, su cuello, su cabello y por último su boca y sus ojos. tenia heridas en la zona de las piernas y en su cuello tenia una mancha enorme de sangre. al acercarme aquella cama donde ella reposaba se prendió en llamas, carcomiéndose los doseles negros que adornaban la misma, a donde pusiera mi pie las flamas llegaban y me impedían el paso. la veía desangrarse rápidamente mientras el fuego no se atrevía a tocarla, sentía angustia y fue allí donde atravesé el fuego, las flamas quemaban mi piel.  al abrir los ojos un camión cisterna tocaba fuerte la bocina, no pude retirarme y fui arrollado por la  misma, caí unos cuantos metros mientras la motocicleta rodo bajo un camión. ocasionando un croque con otros cuatro autos mas, cerré los ojos no se cuantos segundos. luego me puse de pie y sin importar el majestuoso accidente que había ocasionado, me acerque a la motocicleta la levante y me subí en ella mientras sentía como de mi boca caían gotas inmensas de sangre, el casco me había protegido de una muerte prematura o quizá sea tan malo que nada podría acabar conmigo, sea lo que sea debería pagarlo aquí justo con la eternidad que se convertiría en mi mayor suplicio.


me dolía el brazo derecho, los espejos de la motocicleta uno estaba completamente roto mientras el otro solo se había quebrado a la mitad, al llegar a Kwangmyong el cielo había decorado la carretera con una fuerte lluvia, los estruendos que producía el mismo me ponían de rodillas ante el, suplicándole que me dejara pasar. no sentía su olor y tampoco veía la casa gris con techo negro, conduci una hora exactamente sin encontrar ningún rastro. la motocicleta se quedo sin gasolina en medio de una calle donde las casas se tornaban mas grandes, al lado derecho, allí se encontraba la casa campestre de fachada gris y techo negro. mi corazón se estremeció al sentir su aura resguardarse allí, deje la llave pegada a la motocicleta y me fui acercando.

El gran crujido del cielo, la lluvia ponerse mas inquieta y yo de pie frente a la puerta pensando como iba a ingresar... Opte por tocar dos veces, se sentía el lugar solo y mis golpes a la puerta se oían con un gran eco, me impaciente y termine derribando la puerta. ella se levantó del regazo de Lay y corrió amenazarme con un arma que encontró sobre una mesa, yo solo me acerque a el y le dije sobre su rostro

-si cooperas conmigo, prometo no herir de gravedad a nadie-dije mientras Lay se quedo mirándome tratando de apartar a T/N de mi lado

-¡¡¡lárgate!!!-replicó sobre mi rostro

-no estoy de humor para juegos

ella, la linda y hermosa mujer, me apuntaba con un arma pero aun así seguía luciendo tan dulce y angelical

-bájala, solo quiero hablar contigo-dije acercándome a ella sin importar que me disparase

-LARGATE!, eres un cerdo-decía mientras yo la córrale y le quite el arma apretándole el cuello suavemente

Lay se acerco y comenzó a golpearme, lo veía lleno de energía dispuesto a matarme. si, lo veía dispuesto a todo y fue allí donde lo golpee de la forma mas abrupta posible, su cuerpo caía en un estado de inmovilidad su sangre salpicaba las paredes blancas del lugar.


-T/N, ¡VETE!-dijo mientras caía inconsciente sobre el suelo, golpearlo de esa manera me había recordado a lo que solía hacer noche tras noche y lo que se había convertido en un vicio. solté a Lay mientras ella corría fuera de la casa con sus ojos empañados de terror.

Veintiún  fetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora