Capítulo 164: Si no es el divorcio, entonces...

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La Familia Su también se fue con Su Lan, cuya cara estaba hinchada como la de un cerdo. La expresión de Su Bo era muy fría. Los eventos anteriores habían roto por completo los lazos entre las dos familias, por lo que el declive de la Familia Su ahora estaba escrito en piedra.

Madame Su miró preocupada a Ning Shu.

Mientras tanto, el Maestro Xiao y la Madame Xiao miraron a Ning Shu, luego se volvieron para mirar con tristeza en la dirección en la que se habían ido los niños.

A Ning Shu no le importaba en absoluto que los dos niños la miraran con odio.

Por otro lado, Xiao Yan regresó con Su Meng y los niños al pequeño apartamento de Su Meng. En el momento en que entraron al apartamento, los dos niños empezaron a llorar mientras abrazaron sus piernas.

Fue la primera vez que Xiao Yan vio a los niños llorar tanto. Los dos siempre han sido muy sensatos y maduros, por lo que le dolió el corazón cuando los vio llorar con tanta fuerza. Rápidamente los levantó y los abrazó mientras los convencía.

Luego vio que Su Meng estaba sentada en el sofá y cubriéndose la cara, así que se acercó a abrazar a Su Meng. Mientras le acariciaba la cara suavemente, juró entre dientes: –No te preocupes, definitivamente me vengaré por ti. Su Ran me ha humillado tantas veces que definitivamente no la dejaré ir así.

Los dos niños se quedaron cerca de Xiao Yan. Su Dabao se secó las lágrimas cuando preguntó: –Papá, ¿esa mujer seguirá intimidando a mamá?

–No te preocupes, no volverá a suceder–. Xiao Yan frotó la cabeza de Su Dabao y dijo sombríamente: –No habrá una próxima vez. Haré que Su Ran, esa mujer maliciosa, desaparezca por completo –. Esa mujer ni siquiera reconoció las buenas intenciones. Si no quería divorciarse, debería morir.

Los labios de Su Dabao se curvaron en una sonrisa. Su Xiaobao sonrió entre lágrimas y abrazó el brazo de Xiao Yan. – ¡Papá, eres el mejor!

La inquietud apareció en el rostro de Su Meng y miró hacia Xiao Yan con sus brillantes ojos almendrados. –Eso no es realmente bueno.

–Mami, eres demasiado amable. Una mujer maliciosa como esa merece ser castigada –, dijo Su Dabao con convicción.

–Sí, sí, el Gran Hermano tiene razón–. Su Xiaobao asintió con una expresión adorablemente inocente.

Solo entonces apareció una sonrisa en el rostro de Su Meng. Sin embargo, tiró de la herida en su cara y ella gritó de dolor. Los tres inmediatamente se preocuparon y se turnaron para consolarla.

Su Meng se sintió feliz y bendecida. Aunque Su Ran todavía estaba en el camino, confiaba en que el amor entre ella y Xiao Yan prevalecería para darles un final feliz.

De este lado, Ning Shu no era consciente del peligro que la esperaba. Ella acababa de recibir noticias de Li Xiuwen de que estaba procediendo con el plan. Parecía que su objetivo ya había mordido el anzuelo. Este esquema no estaba dirigido directamente a Xiao Yan, sino a las personas que trabajan para la empresa de Xiao Yan.

De repente, Ning Shu sintió un escalofrío en la espalda y su corazón dio un salto. Había experimentado este sentimiento mucho en la vida pasada cuando estaba peleando. Este era el sentimiento que tendría siempre que hubiera peligro. Fue una señal de advertencia.

Ning Shu entrecerró los ojos. Probablemente había cabreado demasiado a Xiao Yan y él terminó decidiendo simplemente matarla para casarse con Su Meng y avanzar hacia un final perfecto y feliz.

Ella tuvo esto en cuenta mientras se instalaba en la casa de la Familia Xiao y ya casi no salía. Todos los días, Madame Xiao la maldecía indirectamente, pero no importa cuán feas fueran sus palabras, solo entraban por un oído y salían por el otro. Sin embargo, cada vez que Madame Xiao se encontraba con la mirada fría de Ning Shu, inmediatamente perdía la voz.

El Maestro Xiao y Madame Xiao apoyaron que Xiao Yan dejara la casa de la Familia Xiao. Después de todo, ¿qué podría ser peor para una mujer que ser ignorada y odiada por su propio marido?

"Merecía ser odiada por su propio marido y merecía ser abandonada", pensó Madame Xiao con malicia mientras observaba a Ning Shu subir las escaleras.

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