Luego de varias risas de parte de mi madre y el idiota que tenía como amigo, nos pusimos de pie para acercarnos a la puerta y despedirlo. Él tomo su abrigo y sonrió para juntar sus labios con los de mi madre, desvíe la mirada para no incomodar.
— Vir... Me encantó la cena y tu hogar, eres muy simpática — Me miro a mi y sin decir algo me cruze de brazos — Tendríamos que repetir la ocasión.
Asíntio mi madre, mientras me miraba y luego volvía su vista a él — Claro claro, ambas estaríamos muy felices de recibirte — ¡No! Claro que no estaría feliz de recibir a alguien que es un niño aún, no me agrada, hay algo en el que no me gusta.
— Gracias — Sonrió, se acercó a mí y cuando estaba por estrechar su mano, antes que pudiera decir algo alcé la mano y la moví de un lado al otro despidiéndome de una manera más cortes. — Bien, adiós — Soltó para salir por la puerta.
Mamá cerro la puerta y suspiro enamorada para mirarme — ¿Y qué te pareció?
Sin remordimiento la mire algo frustrada — Un asco — Me di la media vuelta y comencé a subir las escaleras, obviamente mamá subió detrás de mi.
— ¿Porqué? Dame motivos — Termine de subir el escalón y comencé a caminar hacia mi cuarto.
— Primer motivo — Abrí la puerta de mi habitación — Él es menor y tú mayor, la edad nisiquiera cuadra.
— No hay edad para el amor — Contesto con rapidez.
— Claro, entonces me dejarías salir con un anciano de ochenta años solo porque diga que es el amor de mi vida — Negó
— Esto es distinto, yo soy adulta y se lo que hago T/n — Fruncí el ceño
— Entonces ¿porqué me preguntas que me pareció? — Suspiro
— Continúa — Entre a la habitación para comenzar armar mi cama y quitar mi uniforme quedándome en sostén y ropa interior.
— Segundo punto... Es un idiota, tercer y último punto, me da malas vibras — Comencé a buscar mi pijama de una camiseta desgastada y un pantalón de gimnasia.
— Eso no son motivos, estás exagerado — Negué para ponerme el “pijama” — Solo dale un mes y si te sigue cayendo mal, prometo ir alejándome de él poco a poco.
Suspiré y asenti para meterme dentro de las cobijas calentitas — Está bien mamá. — Me abrazo para dejar un beso en mi frente.
— Buenas noches — Murmuro acercándose a la puerta y salir hacia el pasillo cerrando esta. Cerré mis ojos intentando conciliar el sueño, me di la vuelta y la otra también pero no podía dormir, aunque mis ojos intentaban cerrarse del sueño no podía mantenerlos cerrados.
Luego de las siguientes semanas, él venía a comer todos los viernes en la noche. Cruzabamos miradas pero el siempre desviaba la mirada, estaba orgullosa de sentirme superior. Cada viernes que llegaba intentaba actuar normal y que no se me escape alguna risa cuando decía un chiste. Quería que el supiera que mi mamá, era mía solamente. Si estoy celosa.
Aunque la idea de que mi madre salga con alguien menor que ella no me venía del todo bien lo deje pasar. Luego de lo que sufrió con mi padre no quería meterle ideas en la cabeza y con lo que le dije ya la había hecho sentir mal.
Había llegado el momento más esperado de mi vida, quedarme sola con Aidan. Le diría quién era y que era lo que no tenía que hacer para que no me sienta invadida y le diga a mi madre. Si desde ahora en más va a venir debía aclararle un par de cositas.
Mamá había salido de la sala ya que corrió al mercado por algunas galletas para compartir entre los tres mientras tomábamos un café. Salió por la puerta delantera y antes de que la cierre me miró y me dió una mirada asesina, sabía cómo era que haría miles de preguntas y quizás lo asusté al pobre muchacho.
— Así que Aidan — Me puse en modo desafiante.
— ¿Si? — Alzó una ceja y llevo ambas manos a la mesa juntandolas.
— Que extraño nombre — Sonreí falsamente — ¿Apellido?
Sin hacer ninguna expresión en su rostro me miró — Gallagher
— Gallagher — Hablé remarcando cada letra de su apellido lentamente. — Seré más específica en lo que trato de decirte — Me asome — ¿A qué quieres llegar? ¿Dinero? Es eso lo que quieres
Una sonrisa se formó en sus labios mientras fruncia el ceño — No claro que no, no quiero dinero.
— ¿No quieres dinero? — Negó — ¿Entonces? ¿Acaso eres algún espía? ¿Mafia china? — Alcé una ceja interrogando lo
— No, no — Negó
— Pensándolo bien, si tienes cara de ser chino — Mentira no tenía cara de ser un chino o japonés, más bien parecía de la antigua Grecia.
— No — Rio — Me pareció buena idea conocer personas buenas y apareció tu madre que es muy bella — Ay eso fue muy tierno, pero no me iba a dejar manipular.
— Si, si — Reí sarcásticamente — ¿Crees que voy a creerme ese jueguito idiota? — Alcé un poco el tono de voz, sentía el poder de la firmeza.
— Lo que dices no tiene sentido — Me miro con seriedad — ¿Cuántos años tienes? Trece
— ¿Cuántos años tienes? Ochenta — Repetí intentando ofenderlo y que le duela.
— Cuando tu madre hablo de ti, creí que hablaba de una adolescente madura, con metas, educada, pero veo que describió a un simple mono tonto. — Sonrió
¿Mono tonto? Los monos son tontos pero porque llamarme así, no soy un mono. Molesta me puse de pie y lo mire fijamente.
— ¿Sabes dónde puedes meterte a tus palabras? — Estaba por decir la gran grosería de mi vida cuando la puerta se abrió dejando ver a mamá la cual estaba casi toda sudada con un paquete pequeño de galletas clásicas.
Con rapidez me senté y baje mis manos tocando mis muslos para mirarla con una sonrisa, aquí nada había pasado. Suspiro y dejo las galletas sobre la mesa, el café se había enfriado y mi furia hacia Aidan gran torpe se había encendido más que antes.
Cuando mi madre se sentó y comenzaron hablar de cosas para nada importante para mí sentía el zapato de Aidan chocar con el mío. Quizás no se había dado cuenta y era momento de la venganza, con todas mis fuerzas pise su pie y este hizo una mueca de dolor pero no dijo nada y continuo hablando con mamá.
Orgullosa sonreí y en ese momento supe que lo que sea que haya en ese chico aunque sea un idiota, me gustaba. Me caía bien, su manera de ser, no importaba que al siguiente viernes pelee otra vez con él. Para mi era el indicado para mamá.
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𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬
Short Story𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 | Aidan Gallagher Para una adolescente de diecisiete años nada anda mal, tiene amigos, usa su celular cuando se aburre, tiene a su madre la cual la apoya en todo lo que puede y aunque pasar por la adolescencia es complicado ell...