Las gotas de la lluvia empapaban mi cabello, mi ropa, estaba totalmente empapada. Corría cómo loca al igual que Aidan, quien reía siguiendo mis pasos a corridas. Nos escondimos bajo el balcón de una casa y me acerque a él pegando mi cuerpo al suyo.
Su respiración agitada penetraba mi cuello, basto mirarlo una sola vez a los ojos para sonreír y lanzarme a sus brazos como una niña pequeña intentando ser protegida. Porque con él me siento tan pequeña y estoy apunto de cumplir los Dieciocho años. ¿Qué rayos me pasa?
Diablos, sentí sus besos cálidos sobre mi cuello y húmedos como toda yo. Apretó mis muñecas y aunque intentase regular mi respiración me era imposible. Cada vez más complicada.
Y en el momento más bello de todos con lluvia a cántaros, en ese momento todo paro, la lluvia paro y los besos de Aidan igual.
— Mi amor, no quiero arruinar el momento pero debemos continuar antes que vuelva a llover.
— Ou — Me queje — Tienes razón...
Pensar que esos meses eran lo mejor de mi vida, pasar tanto tiempo juntos, viviendo experiencias realmente extraordinarias, sin miedo a caer porque nos teníamos el uno al otro. O eso creí que me había dicho...
Los últimos meses fueron detestables, peleabamos por casi todo, si mamá se acerca a él, o si él aún no le había aclarado a mamá que no quería nada con ella. Pero que tonta fuí, al saber que solo me estaba usando.
Al entregar mi cuerpo y mi alma de esa manera y que él no valorará nada de lo que hice por él, destruí todo el amor que mi madre me dió, solo por él. Eso lo convierte en el hombre más odiado por mí.
Porque realmente tendría que odiarlo, con lo que ha hecho merece lo peor de este mundo, yo jamás sería capaz de lastimarlo, pero veo que no somos iguales, él si.
Hace mes y medio me mudé a un departamento, luego de cumplir los dieciocho años, papá y mamá me ayudaron a pagar todo y tener mis cosas. Mamá seguía viendo a Aidan y no solo se veían.
Estaban por casarse...
¿Sorprendida?
No lo estés cariño, pasaron muchas cosas luego de que aidan prácticamente me dijera que no podíamos ser nada más que amigos, porque no había opción.
Mis huesos estaban esculpiendose, no comía y me gustaba la idea de sentir ese hambre. Ese hambre que es único, único en el sentido bueno, me gustaba que mi estómago estuviera retorciéndose del hambre, que mi garganta pique y queme por no pasar ni una sola migaja de comida.
Vivía porque el mundo aún no quería que me vaya, estaba tirada en mi cama y podía sentir la incomodidad del colchón, creo que los huesos dolían por sentirlos. Estaba quedando calva prácticamente.
No estoy orgullosa de esto, claro que no, estoy enamorada de mi cuerpo, de cada parte, de verme en el espejo y sonreír al saber que no hay otra mujer que logré lo que yo logré.
Podía resistir otro día mas haciendo ejercicio, aunque a los cinco segundos me encuentre tirada en el suelo y otra vez los vecinos se preocupen por no verme durante días.
Nuevamente estaba en el hospital, siendo hospitalizada mientras mi madre estaba aún lado de mí, con sus ojos en lágrimas y tomando mi delgada mano que tan solo sentir sus manos calentaba mis huesos fríos enseguida.
Tenía demasiado vello en la piel y sabía perfectamente el motivo, cuando el cuerpo no recibe alimentación, suele tener más frío y sacar más vello de lo común. Sentía que iba a morir esa mañana, esa mañana con Sol y con un día espectacular.
— ¿Porqué? dime nena...
Dijo mamá entre chillidos y lágrimas.
— Acaso quieres morirte, no puedes seguir así T/n, mira tus brazos, están llenos de moretones de lo que no comes. Estás mal, sabía que no debía dejarte ir de casa.
— Mamá, estoy cansada, ¿podrías cerrar un minuto la boca?
Hablé, ya harta de escuchar su voz. No tenía sentido del humor, no comer me ponía de mal humor, tenía todo los síntomas de un TCA, lo sabía, yo había entrado en esto. Quizás para buscar una atención no dada desde pequeña, o quizás para ver cómo todos sufren, porque realmente estoy cansada y harta.
Quiero vengarme de todo, de todos.
Aquí a mi lado no estubo nadie, nadie. Todos se fueron, ni mi mejor amiga, Izaro. Creí que estaría conmigo pero se fue igual que el resto, que Aidan, que mamá, que papá, que todos...
Al fin del día solo me tenía a mi misma, a mí, y a nadie más.
Agonizaba entre los humos del tabaco y veía florecer mi cuerpo al desnudo, pero solo eran desvarios míos.
Abriendo la puerta apareció Aidan, dios. Ya no soportaba mirarlo, verlo, escuchar sus pasos hacia la camilla, su mirada de preocupación, su vestimenta absurda, su manera de fingir.
Porque odio que se acerque, odio que me llame t/n, odio que sonría, odio que ría, odio que se haya alejado y que me haya hecho cada cosa que hizo, odio todo lo que es y lo que será, lo odio a él.
— Virginia, lamento la tardanza, juro había tráfico. — hablo mientras con rapidez de acercaba a mamá, besando sus labios.
Ambos me dan asco, siento náuseas, siento celos, y esos celos traen cosas malas, consecuencias que al final del día me castigo haciendo cosas que me lastiman.
— T/n... — suspiro mi nombre y solo di vuelta los ojos
— No entiendo la necesidad de traer a este hombre al hospital. Mamá sabías que este es un problema personal, de familia. — Mire a mamá
— T/n porfavor, se más considerada, aidan también está preocupado por tí, ya te toma como un padre o quizás un hermano...
Dijo mirando a aidan y volviendo la mirada a mi..
Oh ya veo, me toma como una hijita, creo que no te gustaría saber Virginia que tú lindo novio se acostaba con tu hija todas sus malditas noches. Dejándola atada a una cama.
— Claro mamá, luego monte quedes de que me encuentras tirada en un sueño sangrando.
— T/n, ya basta — Dijo mamá entre lágrimas — acaso no ves que todos sufrimos por tí.
No sentía ni la mínima empatía por ella, miente, miente y miente. Igual que su absurdo novio, desearia no haberlo conocido.
Papá por otro lado, apareció a las horas de que entre al hospital, obviamente aidan se había marchado fuera de la habitación igual que mamá.

ESTÁS LEYENDO
𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬
Short Story𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 | Aidan Gallagher Para una adolescente de diecisiete años nada anda mal, tiene amigos, usa su celular cuando se aburre, tiene a su madre la cual la apoya en todo lo que puede y aunque pasar por la adolescencia es complicado ell...