Twenty - Two

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Amargo y me quedaba la garganta, pero lo había tomado. Que trago más raro, apenas podía reconocer el rostro de Izaro, que se habían miles de ella.

Insistió en que tome más, pero me negué y sola y agarrándome de las columnas me acerque a los sofás, no iba a tomar más, comenzó un dolor de cabeza y el mareo me quería dar náuseas.

No tenía ni la menor idea de cuántas horas pase sentada, pero volví a ponerme de pie. Ya estaba mucho mejor, o mejor que antes por así decirlo. Había perdido de vista a Izaro, pero no deje de bailar y bailar.

La música se estaba poniendo más buena y la gente no paraba de gritar y gritar con locura, obviamente yo también gritaba al compás de ellos.

Llegué a perderme y comencé a tomar a la gente para ver si era Izaro o estaba cerca, si me había dejado aquí sola la iba hacer puré de papas.

Maldita sea Izaro, ¿dónde diablos te metiste?

Tome a un chico de camisa rosa y con algunas plantas o flores, no tenía idea pero lo veía algo borroso. Se dió la vuelta y me lamenté miles de veces.

— ¡Aidan! — Grite, fingiendo estar sorprendida.

No podía estar aquí, no debía estar aquí. Y espero que Aidan no pregunte, ni mucho menos le diga a mamá que me vio en uno de estos lugares.

— ¡T/n! — Sonrió enseñando esos hermosos dientes. — ¡No sabes la alegría que me daba verte aquí! — Dejo de sonreír — ¡Es broma, acompáñame!

Me tomo del brazo y no tuve opción que seguirlo. Salimos del lugar y caminamos hasta irnos bastante lejos de donde estaba el lugar de la fiesta.

— ¿Qué haces aquí? — Hablo entre dientes arrinconando me contra la pared.

— Te que importa, idiota — Fruncí el ceño al darme cuenta que intentaba mandarme como si fuera algo importante en mi vida.

Lo es, pero él no lo sabe.

— No puedes estar en estos tipos de discotecas — Hablo indignado.

— Tengo permiso

— ¿De quien? — Me miro

— De mi padre, y una identificación que dice que soy mayor y puedo entrar — Sonreí, ya había ganado.

— Que bien — Sonrió, mientras caminaba de un lado al otro, comenzó aplaudir y silbar. — ¡Genial! — Recalcó la palabra en mi rostro.

— ¿Qué diatrez te pasa?

Fruncí el ceño

— ¿¡Qué me pasa!? — Hablo paranoico — Tu madre está en esa... Maldita fiesta — Apunto a la vuelta donde estaba el lugar de la fiesta.

Mi sonrisa desapareció de inmediato al oír eso, mi madre vino con Aidan a una fiesta, y no pensaba invitarme. Digo, digo. Mi madre está en una fiesta y si llega a saber que estoy aquí en la misma fiesta que ella va hacerme pan molido, y a mi padre.

— ¿¡Qué diablos!? — Grite — Porque no me dijiste antes — Comencé a caminar de un lado al otro intentando pensar en como salir de aquí.

Soltó una risa nasal

— Claro y ahora yo soy el culpable.

— Hubieras empezado por ahí. ¿¡Dónde iré ahora!? No encuentro a Izaro y... — Comencé a balbusear.

— Ey, ey, ey

Me tomo de los hombros

— Cálmate — Asentí — ¿bebiste? — Alzó una ceja.

𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora