𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬

Sixteen

Desde los meses que habían pasado lo había pensado mejor y decidí volver a ver a mi progenitor. Me llamaba casi siempre preguntando cómo estaba y si ya había cambiado de opinión. Obviamente al principio estaba molesta y me negaba a hablar nuevamente con él. Pero aquí estoy, esperando, esperando y sigo esperando.

La puerta se abrió dejando ver a mi padre con una sonrisa en su rostro.

— Hola

— Hola linda — Se acercó a mí emocionado para darme un beso en la mejilla. Yo solo lo mire y no respondí al beso.

— ¿De que querías hablarme? — No iba a dar vueltas, iba a ser directa.

— Entra, por favor — Se hizo aún lado, mire hacia los lados para entrar a su casa.

Las paredes tenían un color de pintura muy lindo, varios cuadros y entre ellos uno de él de joven. Me di la vuelta y él ya había cerrado la puerta.

— Y... Bueno...

— Toma asiento — Me senté sobre el sofá sin quitarle la mirada de encima — ¿Quieres algo de tomar? Café, jugo — Negué rápidamente.

— Quiero que me digas para que me llamas

Se sentó en el sofá y suspiro mientras agachaba la mirada, ¿que tanto ocultada? ¿Qué quería?

— Te quiero hacer una propuesta, pero si no quieres contestar ahora está bien, tómate el tiempo que quieras. — Asentí — En estos meses que pasamos juntos me di cuenta que perdí mucho tiempo para conocerte y...

— Ve al punto

— Quiero que aceptes venir una ves por semana a quedarte conmigo. Tengo una comodidad para tí, tendrás tu propia habitación, tu colegio no queda muy lejos y...

No le bastaba que viniera todos los meses a pasar un día con él, ahora también quería que viva con él. ¿Cómo se supone que le diré a mamá? Nisiquiera le dije a mamá que mi padre me había llamado aquella vez.

— Yo... Déjame pensarlo

— Si, claro. No quiero que te sientas presionada, creeme que quiero pasar tiempo contigo y conocerte mejor. — Tomo mi mano para acariciarla.

Mi celular comenzó a vibrar, era una llamada de un desconocido. Acepte la llamada y la coloqué en mi oreja para oír mejor.

— ¿Hola?

— T/n ¿dónde rayos estás? — La voz de Aidan, tenía que recogerme del colegio y llevarme a casa porque mamá le pedio que lo hiciera.

— Eh... — Mire a mi padre — Necesitaba buscar unas cosas en la tienda más cercana y... Solo espérame ahí donde estas ya voy — tome mi mochila y guarde mi celular.

— ¿Ya te vas?

— Si, si. Ya debo irme — Me acerque a la puerta — Luego te hablo cuando llegue a casa

— Si, porfavor. Piensa lo que hablamos y dime — Asentí y este se acercó a mí para besar mi mejilla

— Adiós

Salí de la casa para caminar lo más rápido posible al instituto, no quedaba muy lejos, pero sabía que probablemente el buchón de Aidan le diría a mamá. Me faltaban algunas cuadras cuando un auto se estacionó y me di la vuelta. Aidan.

— Sube — Abrió la puerta y suspiré para subir al auto. Me puse el cinturón y no pensaba decir nada. — ¿Dónde estabas?, la verdad

— ¿Qué te importa? — Note como tenso su mandíbula y no puso el auto en marcha.

— Sabes que si me importa, eres mi responsabilidad — Abrí la boca molesta.

— ¿Desde cuando? No tienes que hacer tantas preguntas, solo ven con el estúpido auto y espérame. Es todo lo que debes hacer.

— ¿Vas a seguir comportando te de mala manera conmigo? — Rodé los ojos

— No exageres, no es como si estuviera torturandote. — Me cruze de brazos — solo no te metas en mis cosas.

— Es lo más estúpido que oí en mi vida.

— ¿Sabes que es lo más estúpido que oí en mi vida?

— No me importa

Mordí mi labio con fuerza, baje la ventanilla y me quedé mirando la cuidad mientras Aídan conducía hacia la casa. Rogaba llegar lo más pronto posible. Quería pensar en lo que pasaba y tratar de decirle a mi madre que hace meses pasaba días con mi padre y jamás se lo dije.

Bajamos del auto entrando a la casa, coloqué las llaves en la cerradura y subí las escaleras corriendo. Oía que Aidan venía  detrás de mí, y justo cuando estaba por hablar le cerré la puerta en la cara prácticamente.

Me recosté sobre la cama y me puse a pensar en todo lo que estaba pasando. En el giro que derrepenté tenía, primero mi madre tiene un novio y me deja de lado como si no existiera. Mi padre vuelve después de años sin verlo y quiere que viva con él un tiempo. Y ahora... ¿Y ahora qué? Y ahora tengo que admitir que me siento tan confundida por Aidan.

No lo sé pero, me toma de la mano, es amable conmigo, quizás soy una mala hija que solo piensa estupideces. Como se me ocurríria que él, todo un príncipe. Quisiera estar con alguien como yo.

No sé que pensar, me siento terrible, asquerosa y una pervertida por pensar en tan solo sentir sus labios finos sobre los míos. Sabía que esto en algún momento me iba a suceder si llegaba a poner los ojos en el hombre incorrecto.

Aún con el uniforme me puse de pie, mis calcetines estaban resbalando ya que son algo grandes pero me gustan así. Abrigan más. Abrí la puerta y baje sigilosamente algunos escalones, mire a Aidan el cual estaba concentrado mirando el televisor.

Trate de hacer algún ruido pero al parecer ni mosqueo, tosí y este se dió la vuelta. Me miró y volvió su vista a la televisión, estaba algo molesto al parecer. Me senté sobre el sofá para subir los pies y recostarme un poco.

— ¿Qué ves? — Murmuré, recostando mi cabeza sobre mis brazos

— Una película...

Mordí mi labio y lo mire, este soltó una risa nasal.

— Mi mayor pecado

Alcé una ceja y suspiré para continuar mirando el televisor. Sentí una mano en mi hombro y de inmediato mire a Aidan, sin despegar sus ojos de los míos.

— ¿Qué tienes? — Rodé los ojos

— Que no tengo... — Suspiré

— ¿Qué no tienes?

— Dinero, lo que quiero y podría estar aquí horas diciendo lo que no tengo...

— No tendrás todo en esta vida T/n, pero lo que tienes debes valorarlo

— ¿Consejos? — Sonreí de lado

— Un pequeño consejo — Sonrió sin enseñar los dientes.