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Acompañe a Izaro hasta la puerta y ella me beso la mejilla para darme un apretón de manos e irse. Fueron una buenas horas, nos conocimos un poco y por fin logré sentirme bien luego de pensar estupideces sobre Aidan.

Al igual que Izaro Aidan se había ido, quedamos mamá y yo. La charla había comenzado ya que estaba por subir a mi habitación pero ella me detuvo y dijo que debíamos hablar. Obviamente no podía decirle que no porque no volvería a ver la luz del sol si lo hacía.

— ¿Dime quién te dió permiso de irte? — La mire y mordí mi labio. No había otra opción, era contestar o contestar.

— Nadie

— ¿Y porqué carajos te vas si yo no te e dado permiso? Sabes el peligro que corres estando ahí afuera. Sola

— No estaba sola — Conteste rápidamente — Izaro estaba conmigo

Rio irónicamente — Si claro T/n, las desmayan a ambas y se las llevan — Odio que las mamás tengan respuestas para todo.

— Eso no va a pasar, estábamos en un lugar público. Hay miles de personas en el parque dudo que nos quieran llevar habiendo tantas personas.

— ¿Crees que esas personas se van a parar a defenderte? Es que eres tan ingenua T/n por Dios — Tocó su frente. — Eres tan igual a tu padre, hueca.

— No me compares con él — Cargaba una gran bronca.

— Ey no me contestes — Golpee la mesa con mi puño y la esquivé para irme subiendo las escaleras con rapidez. Estoy harta de ella. Me lancé sobre la cama sin antes dar un azote a la puerta para que supiera que estaba enojada.

La puerta se abrió dejando ver a mamá la cual me miró con el ceño fruncido. — ¡Nadie te dió permiso para que te fueras! — Ahora debía escuchar sus argumentos. ¿Acaso nadie entiende que no estoy en los mejores momentos para hablar?

Estaba segura que algo había pasado con Aidan por eso estaba de esta forma. De otra manera estaría más contenta y menos molesta. Pero porque me regañaba a mi por algo que no tenía sentido. Si se había molestado con Aidan debería de hablarlo con él.

— ¡Se que estás enojada por qué peleaste con Aidan!. ¡Si tienes problemas ve con él y habla con él!, ¡pero no me intentes lastimar a mi por tus errores! — Abrió la boca algo indignada. Era la primera vez que la herida de esa forma, jamás le había levantado la voz.

Sentí la palma de su mano sobre mi mejilla, eso había sido una bofetada. Apreté mis labios con fuerza y pude sentir las lágrimas recorrer mis mejillas hasta deshacerse. Ella solo me dió una última mirada para salir de mi habitación cerrando la puerta con enojo.

No diría nada, me recosté sobre la cama pero sentí tanto impulso y me puse de pie para comenzar a vestirme. Saldría a tomar aire o algo más. Aseguré la puerta girando la perilla, abrí la ventana y sostenía mi celular con fuerza. La última vez me quebré, juraría que está vez no pasaría así.

Bese mi yeso y solo rogaba no quebrarme el otro brazo. Comencé acercarme y en ese momento treme sobre la ventana que tenía rejas, la verdad me ayudó de masiado, me lancé sobre el césped y suspiré para ponerme de pie. Sabía que mamá luego de la pelea se había dormido, desde aquí oía sus ronquidos.

Las calles estaban oscuras pero los faros se encedieron dando más iluminación. Necesitaba descargarme y sabía con quién hacerlo, sabía a quién podría decirle todo lo que estaba sucediendo por su culpa. Aidan. Sabía la dirección de su departamento ya que lo estaquie cuando necesitaba saber si era un psicópata.

No era muy lejos, solo debía caminar hasta el parque unos quince minutos me tardaría. Pero me desquitarnos tanto con él que dejaría a mamá y por fin todo volvería a ser normal. Mamá en el trabajo volvería tan cansada que no me prestaría atención y eso era lo que quería.

No es que no quisiera atención, la atención que mamá me daba no era una atención que necesitaba. Había llegado, podía ver a varios jóvenes aún afuera de sus casas, creí que esto estaba mal pero al parecer es normal. Entre al departamento y en la puerta había un hombre de seguridad.

— Señorita — Lo mire de arriba abajo y algo me decía que no me iba a dejar entrar fácilmente porque al parecer era un departamento algo privado. Varias personas entraban y salían.

— Hola — Le di una sonrisa.

— ¿Necesita ayuda?

— Quiero ver a... — Trague en seco — Un amigo — Lo esquivé y trate de entrar cuando esté se interpuso en mi camino.

— ¿A dónde vas muñeca? ¿No sabes que este es un lugar privado? Apellido y nombre de quién vas a ver y dime tu nombre y número de identificación para poder entrar — Estúpido..

— Solo será un minuto lo juro — Hizo ojitos tiernos. Solo sería un minuto, le agarraría de las greñas a Aidan y listo. Solo para desquitarme por hacer enojar a mamá.

— Si claro, aquí no es tan fácil entrar.

— Pero mira a esas personas — Apunte a personas que parecían tener dinero — Van y vienen, y no les dices nada

— ¿Y está niñita? — Dijo una mujer de tes rubia y al parecer creía.

— Disculpe señorita solo es una intrusa. — Me tomo del brazo sacándome del departamento. Intenté fozarme pero el no me dejaba.

— Solo sea un minuto — Lo mire — Él se llama Aidan Gallagher y está en este departamento lo juro. — Sabía que podía conseguir lo que sea, después de eso tuve que esperar a subir en el ascensor.

Busque la habitación y suspiré para golpear la puerta, sospechaba que estaba durmiendo ya que es bastante tarde pero de inmediato se abrió dejando ver a Aidan con anteojos y su cabello desarmado. Me quedé mirándolo y él sorprendido me miró para quitar esos anteojos con rapidez y esconderlos detrás de él.

— ¿Qué haces aquí? — Frunció el ceño y me había olvidado porque venía. A si ya me acordé. Molesta le di una bofetada y él se quejó. — ¿¡Porqué haces eso loca!?

— Tú ya sabes, ¿estás demente? Mamá está muy enojada y se la agarró conmigo. Me dijo cosas horribles y se que pelearon o algo paso — Frunció el ceño y me tomo de la mano para forzarme a entrar con él. Aunque me agarre de las paredes él es más fuerte. No quedo otra opción y tuve que entrar.



𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora