Mamá ya estaba en casa cuando había llegado, no paraba de pensar en papá. ¿Porqué ahora con diecisiete años decidía buscarme? Tuvo tiempo para ser un padre y no lo aprovecho. En cambio había alguien que se había quedado conmigo en las buenas y en las malas, mamá.
Al parecer mi madre notó que algo estaba mal en mi desde que había llegado del parque, tomo mi mano y no dejo de mirarme a los ojos.
— Te sucede algo
No me lo había preguntado, estaba segura de que algo me pasaba. Por el momento lo había pensado bien y me decidí por no decirle todavía. Recién estaba comenzando una relación y le recordaría a la basura que era mi padre, no era justo.
— No, no... Para nada
— Conozco perfectamente esa carita — llevo su mano a mi mejilla para acariciarme, agache la cabeza y comencé a jugar con el yeso.
— No es nada
— Dime, no importa si es algo malo. Soy tu madre te voy a escuchar.
No gracias, la última vez que le dije que era algo malo y confíe en ella. Si me escucho, pero luego estuve castigada y recibo un cinturonazo por la travesura. Siete años, imposible olvidarme de eso.
— Estoy algo cansada, mañana hablamos — me puse de pie para dejar un beso en la mejilla de mamá. Subir escalón por escalón hasta llegar a mi habitación.
Las horas pasaron rápido y como todos los días tuve que despertar, no tan temprano. Es sábado no sería justo. No quería levantarme de la cama porque sentía mucho frío. Envolví la cobija sobre mi cuerpo y no tenía alguna chancla para ponerme sobre los pies, así que tuve que bajar en calcetines.
Bostece mientras quitaba las lagañas de mis ojos, debía bañarme hoy iría a ver a alguien llamado... Stefano. Entre a la cocina y lo primero que ví fue una nota que había dejado mi madre sobre el frizzer.
“ T/n voy a llegar tarde, iré a cenar con Aídan. Si quieres puedes ordenar pizza, deje veinte dólares en la repisa de la cocina, te ama mamá”
Que linda manera de demostrar amor. Puede ser que mamá me haya criado una cosa que mi padre no se atrevió hacer, no me abandono y lo agradezco. Pero siempre a un costo de algo lo hacía. “Yo me quede contigo, no padre te abandono.” “ A mi debes la vida” quizás pasar por todo esas cosas le afecto que se desquitaba con su única hija.
Y no la culpo, es difícil para ella aunque no se justifica que me trate de esa forma. Por eso en un punto estaba feliz de que Aídan ahora este con mamá, la había hecho cambiar en muchos aspectos. Arranque la nota del frezzer y la tire al cesto de basura. Tome los veinte dólares y subí con rapidez las escaleras para entrar a mi habitación.
Me había falta una relajante ducha, la necesitaba en serio. Al terminar de bañarme y vestirme tome mi celular para mirar la hora. Si salía ya mismo llegaría puntual. Borre el historial de llamadas por si a mamá se le ocurría algún momento ver quién me llama. Lo dudo, pero siempre hay que prevenir.
Salí de la casa cerrando con seguro, cruze la calle y camine en dirección derecha, pensaba en que hablaríamos, si me preguntaría cosas que de le preguntan a las hijas o quizás no le interesan ese tipo de cosas. ¿Y si me quiere abrazar? Debería de abrazarlo o simplemente negarle un abrazo. En lo que pensaba tonterías llegué a la cafetería, la campana de la puerta sino indicando que había un cliente osea yo.
Me senté sobre una de las sillas, una mesa apartada para mi sola. No había muchas personas en el lugar ya que era temprano aún. Quite mi abrigó y tome mi celular, jugaba con la suciedad de la pantalla en lo que esperaba a aquel sujeto llamado padre.
Escuché la campana del lugar y algo me decía que era mi progenitor. Por la pantalla del celular ví a un hombre no muy alto pero tampoco muy bajó, abrigo de polar y con una sonrisa al verme de espaldas. Deje del celular sobre la mesa y me puse sería para esperar a que se asomara.
— Hijita
Primer punto, le diría que no me llame “hijita” estaba haciendo una lista larga de cosas que le diría y esa era la número cien. Alcé la vista y este me miró con una sonrisa, es casi igual a mí.
— Oh... — Me puse de pie — Hola — No sabía si darle un beso en la mejilla o extender mi mano. Formas raras de saludar a una persona.
— Hola — Sonrió para besar mi mejilla, me sentí un tanto incómoda al sentir sus labios en mi mejilla. No me gustaba la idea de que ahora crea que todo estaba bien y que podía tener afecto conmigo. No era la idea por la que vine, no quiero afecto, no lo necesito.
Él se sentó sobre la silla enfrente de mí, quito su abrigo y lo dejo en el respaldo de la silla, baje mis manos tocando mis muslos un poco nerviosa, acariciando y con frustración. Miraba cada movimiento que hacía.
— ¿Ordenaste algo? — Miro al mostrador para luego volver su mirada a mí. Por poco no le contestaría de lo concentrada que me encontraba al verlo.
— No — Negué — Aún no ordene
— ¿Quierés algo? Un café... Un batido... Lo que sea linda
Me tense al oír esa palabra “Linda” no tenía ningún significado para mí. Lo hubiera tenido si él me decía aquella palabra cuando era una niña y podía obtener cariño de un padre. Apenas llegaba y ya quería irme, tomar mi abrigó y mi celular, y salir por la puerta dejándolo solo.
— No gracias — Junte mis manos colocándolas sobre la mesa — Sabes no vine aquí a tontear — Fijo su vista en mí algo sorprendido por mi comentario — Vengo aquí por que en verdad quiero saber cosas de tí, no es que me intereses. No me interesas — Debía dejárselo en claro.
— Te entiendo después de todo...
— Quiero saber cómo se te ocurrió dejar a una pequeña niña de cinco años en una estación de servicio. — Lo interrumpí. Quería hecharme a llorar, recordar cómo mi madre me contaba eso con lágrimas era doloroso.
Saber que era un hombre que no se hizo cargo de una pequeña que solo necesitaba amor, que solo por irse a emborrachar dejo a una niña en una estación de servicios. No hace falta que cuente cómo sigue la historia.
— T/n se que esto es muy doloroso para tí... Yo lo lamento
Negué mientras pasaba mis dedos cerca de mis ojos limpiando las lágrimas que se habían formado — No, tu no sabes cuál es el dolor que sentí al enterarme eso. No importa, todo se supera con el tiempo.
Mordió su labio y desvío la mirada, sabía que se sentía mal por tener está conversación conmigo. Sentía que por dentro quería golpearse y arrepentido de buscarme irse de este lugar. Porque en verdad algo me dice que él no viene por mi, solo por algo que pretende hacer.
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𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬
Short Story𝐄𝐯𝐢𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 | Aidan Gallagher Para una adolescente de diecisiete años nada anda mal, tiene amigos, usa su celular cuando se aburre, tiene a su madre la cual la apoya en todo lo que puede y aunque pasar por la adolescencia es complicado ell...