¿El fin?

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Un rubio de tan sólo 7 años se encontraba debajo de aquella mesa de madera con sus manitas en los oídos intentando no oír así todos los gritos y golpes que estaban ocurriendo a fuera.

- ¡Para!- gritó mientras apretaba más sus manos a sus oídos ya que los ruidos no paraban.

- Por favor para- dijo con voz frágil al momento en que sus ojos se llenaban de lágrimas. Estaba muy asustado y lo peor es que su osito el señor sargento no estaba con él.

- ¡¿Crees qué yo tampoco no estoy desesperado?!- gritó enojado mientras señalaba a la mujer que estaba en el suelo hincada tratando de proteger a su hijo que estaba detrás de ella escondido en la mesa- ¡Ya me tienes harto Sarah, me tienes hasta la madre que siempre me estés reclamando por no tener trabajo!- al estar a su nivel le proporcionó otro golpe al punto en que ahora sangre escurría de su nariz.

- Yo sólo te dije...- habló con voz débil.

- ¡Cállate!- le dió un fuerte golpe que la mandó por completo al suelo- ¡Siempre me haces ver como un inútil enfrente de nuestro hijo!-

- ¡Todo ésto a sido tu maldita culpa!- tomándola del cabello para que alzara la cabeza la golpeó nuevamente.

El rubio con un río de lágrimas solamente esperaba que su padre se marchara del lugar para poder ir abrazar a mamá. Tenía mucho miedo, se sentía solo, quería a alguien más a su lado que le dijera que todo iba estar bien.

Mientras los golpes continuaban, él seguía debajo de la mesa tapando sus oídos susurrando débilmente que ya se detuviera todo, quería arrancarse sus orejas para ya no escuchar más lo que se estaba convirtiendo en el pan de cada día.

Tiempo después al escuchar el ruido de la puerta ser azotada, asomó su cabecita viendo como aquél hombre llamado su padre se había ido, saliendo rápidamente abrazó a su madre que cuando lo vió no dudo en recibirlo.

- ¿Por qué?- sorbio hipando - ¿Por qué lo haces?- preguntó mientras lloraba a mares- Sólo quédate debajo de la mesa mamá por favor- se aferró con fuerza a la mujer como si su vida dependiera de ello.

- Porque sin importar que siempre debes de ponerte de pie Steve- alejándolo tomó su rostro entre sus manos- Debes levantarte ante cualquier circunstancia, debes ser fuerte-

- Pero no me gusta verte lastimada- dijo al momento de ver a su mamá con su cara llena de sangre y golpes.

- Mi deber es protegerte hijo, haría cualquier cosa por ti- sonrió mientras secaba con su pulgar las lágrimas de su pequeño- Todo va estar bien ya verás-

Levantándose de aquella cama miró por medio de la ventana como ya estaba anocheciendo.

Luego de haber regresado solo de aquella reunión que tuvo con sus agentes, ya que empezó a sentirse un poco cansado, tan sólo pisó su cama cuando sus ojos se cerraron para introducirlo a un sueño profundo. Pero como siempre las pesadillas interrumpieron su descanso.

Observándose de arriba abajo sonrió por medio del espejo de cuerpo completo que tenía junto a su cama.
Viendo así lo mierda que estaba hecho tanto física y psicológicamente.

Hoy eran de esos días en donde le importaba un carajo todo, es más si fuese a combatir con Hydra no lucharia por su vida, en todo caso dejaría que los soldados lo mataran a golpes.

Hoy más que nunca necesitaba a alguien que le viniera a decir que todo iba estar bien, como su mamá que se lo repetía siempre durante esos extensos 10 años y aunque para él nada mejoraba en todo caso empeoraba, no dejaba de creer firmemente en aquellas palabras como un niño ingenuo, si su mamá lo decía era porque así debía de ser.

Tu PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora