Capítulo 03

22 4 26
                                    


"Podré lamentar mis decisiones, pero jamás arrepentirme de ellas."

Mo-Quing

Lan-Sui despertó por culpa de un peso extra, que cayó encima de ella mientras aún estaba dormida. Era de madrugada, en el horizonte el sol todavía no se dignaba a salir, pero no necesitó de luz para saber quien era la malvada persona que se coló en su tienda para despertarla como mejor se le diera la gana.

En ese campamento solo una persona tenía tanta osadía como para tratarla sin respeto, Mo-Quing.

Giró para quedar cara a cara con aquella figura sonriente que la esperaba lista para comenzar el que sería su primer día de entrenamiento.

—Buen día pequeño zorro. —Mo-Quing se levantó, obligando a Lan-Sui a hacer lo mismo. —Toma esto, vístete y ven afuera, te espero en cinco.

Prendas simples de algodón cubrieron la cabeza de Lan-Sui, al quitarlas Mo-Quing ya había desaparecido, dándole apenas tiempo y privacidad para que se arreglara.

—No me he bañado aún. —protestó Lan-Sui acomodando las sábanas y almohadas de su cama. 

Habiendo anticipado esto, Mo-Quing chasqueó la lengua, restándole importancia a ese detalle. Lan-Sui por su parte no se lo tomó tan bien, el baño era una parte vital de su rutina mañanera, si no estaba limpia no salía, no avanzaba, no trabajaba, pero los ruegos eran inútiles con Mo-Quing, así que se mantuvo en silencio, resignándose. 

—¿Desayunaré al menos? 

En lugar de responder esa pregunta,  Mo-Quing la examinó con cuidado al verla salir, negó de inmediato y volvió a meterla a la tienda.

—Quítate esas botas, vas a mancharlas si no me haces caso.

—¿Qué haré? ¿Andar descalza todo el tiempo?

—Sí, vamos a entrenar en el pantano. Hay lodo ahí adentro.

Lan-Sui no dijo más, se quitó las botas y siguió a Mo-Quing. Todo el tiempo mantuvo un semblante estoico, a pesar que las ramitas e imperfecciones del suelo cavaban en su piel, causando un leve dolor.

—Los entrenamientos normales ya no sirven para ti. —Mo-Quing trepó a la rama de la que se cayó aquella primera noche que pasó como niñera de Lan-Sui, y negó al ver que esta quería seguirla. —Tú quédate ahí. —Lan-Sui frunció el ceño pero no insistió. —Como decía, —Mo-Quing se sentó y dejó que sus pies colgaran tentando a la gravedad a que la jalara. —entrenar con una rutina normal no va a servirnos, para que tu poder evoluciones cada uno de tus sentidos debe de entrar en juego. Si se trata de magia me ganas tú, si se trata de espadas, yo soy la vencedora. Entonces, voy a mostrarte todo lo que sé de tácticas y defensas, en el proceso tu poder igual mejorará, pero, antes de eso, necesito que calientes. ¿Recuerdas mi colgante de jade?

—Lo recuerdo.

—Tú lo tiraste esa noche. —Mo-Quing señaló el pantano debajo de ella y sonrió con malicia. —Encuéntralo y habrás completado tu calentamiento.

El agua comenzó a burbujear, Mo-Quing se dio cuenta de lo que pasaba y le lanzó un trozo de rama a Lan-Sui para que se detuviera.

—Sin magia pequeño zorro, en todo el entrenamiento no usarás nada de magia. Aprende a valerte por ti misma.

—¿Si no la uso cómo esperas que mejore?

—Mejorará, de eso no hay duda. Confía en mí.

The Princess And The Demon Witch IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora