"Las estrellas que se pierden, brillan con más fulgor para alumbrar su camino de regreso a casa."
JiuJiu.
Flores y aroma a rocío llegaron con la entrada de la primavera, y se fueron con el regresar del invierno.
Los tonos y aromas preciados de la tierra mojada y las flores que crecían por doquier, huyó ante el dominio imponente del frío. La escarcha pintó sus patrones en las ramas, nieve en pequeñas tormentas cayó del cielo, abultándose en capas sobre el suelo fértil días atrás.
En la ciudad Blanca el gozo perduró, luna tras luna la alegría era palpable, las fiestas comunes y los colores puros fueron reemplazados por vivaces tonos que daban la llegada a una criatura que podía nacer en cualquier momento.
Se aglomeraban los demonios en las avenidas, las madres rociaban a sus hijos con agua de los ríos sagrados, las doncellas regalaban coronas de flores o copos, atados con hilos delgados de plata. El bullicio no era poco, y aquellos que deseaban evitarlo, únicamente podían escabullirse en secreto con ayuda, para gozar de un momento tranquilo.
JiuJiu caminaba feliz, trazando sus propios senderos en las colinas niveas más alejadas de la capital, aunque, de no haber tenido el apoyo de Zaia, hubiera tenido que pasar todo el día recibiendo cofres interminables de telas que se burlaban de él.
—El clima se ha vuelto más agradable. ¿O soy yo quien lo siente más pacífico? —JiuJiu balanceó su mano unida con la de Ni-An, su comportamiento inocente y enérgico se mostraba con más frecuencia que antes.
Tal parecía que el hecho de que tendría un bebé lo estaba transformando también en uno.
—Ayer hubo tormenta de nieve. —Ni-An atrapó uno de los copos que flotaban a su alrededor, el hielo no tardó en volverse agua al entrar en contacto con la calidez de su piel. Sonrió. —¿Tú que crees?
—¿Entonces soy yo? —JiuJiu se detuvo y giró, parecía que podía verlo incluso con una venda oscura cubriendo sus ojos. Ni-An no se contuvo, le rozó la nariz con la suya y su sonrisa creció.
—Lan-Sui adora las tormentas nevadas y los días lluviosos, si eres igual supongo que podrías decir que el clima es agradable. No depende del estado climático, sino de como lo tomes personalmente.
JiuJiu lo pensó, negó con la cabeza y siguió andando. Tiraba de Ni-An para avanzar, y después buscaba como detenerse a descansar por haber agotado sus fuerzas en ir demasiado rápido.
—Pienso que, si tenemos de nuevo un hijo debes ser tú quien lo cargue en el vientre. —JiuJiu tocó la esfera que tenía por vientre y gimió al sentir el movimiento constante de su hijo rebelde en su interior. —Llevar engendros debería de considerarse un castigo en lugar de una bendición. ¿Sabes el dolor que me causa cuándo se mueve así?
Ni-An se arrodilló delante del príncipe y se acercó a su bebé, primero besó el vientre y luego habló en susurros, la criatura obedeció enseguida, deteniendo su pataleo al instante. JiuJiu soltó un suspiro de alivio y palmeó la cabeza de su compañero.
—Buen chico. Pero me indigna. ¿Por qué solo te hace caso a ti?
—¿Por qué será? Supongo que el motivo reside en como lo llamamos, yo no le digo engendro.
—Seguiré diciéndole así de igual manera. —JiuJiu tuvo como respuesta una nueva patada, se retorció de dolor por el adorable gesto de protesta de su bebé, y entonces lo notó.
La expresión en su rostro se volvió terrible, y no por el augurio del movimiento interno, sino por el silbido del arma al ser disparada por un arco de su clan. Sin pensarlo demasiado se levantó y apartó a Ni-An, la reacción fue en segundos, aparte de empujar al padre de su bebé no pudo hacer más, la flecha helada cortó la piel sin piedad, hundiéndose en la carne y penetrando en lo profundo de su corazón.
ESTÁS LEYENDO
The Princess And The Demon Witch II
FantasyLa escarcha se derrite con los rayos fragantes del sol, mil primaveras llegan y se van con el viento y las penas. Entre llantos una niña llora y una emperatriz surge, baños de oro, joyas, diamantes y... Desamor. Tragedias y rojo carmesí de sangre, c...