"Su sonrisa es tan fugaz que vale oro verla."
Katana.
—Esa es la décimo tercer botella que bebes, y también la última. —Katana vertió el té de nieve y manzanilla en una pequeña taza, el vapor se elevó en una línea recta como los carrizos que crecen a las riveras de los ríos, ese aroma cálido, delicioso, se expandió, invadiendo el olor a alcohol en el aire.
—Mientes. —Lan-Sui tuvo un pequeño sobresalto por el hipo, su dedo que señalaba a Katana quedó colgando un segundo y luego descendió sin fuerza hasta la boquilla de la botella. —No he bebido tanto, aún puedo mantener mi forma. ¿Ves?
Katana alzó una ceja, Lan-Sui hipó y toda su figura adulta se encogió, reduciéndose la mitad de su tamaño habitual. Contradiciendo sus palabras, Lan-Sui se calló un breve instante antes de volver a hablar con un tono inocente.
—No contó, y tampoco fue mi culpa, los accidentes ocurren a veces. —Katana negó con la cabeza, Lan-Sui la ignoró, perdiéndose en el reflejo de su persona que mostraba el cristal helado de la botella. —Odio el alcohol. —dijo, observando la mueca en su yo atrapada dentro del licor.
La botella voló de un extremo de la sala al otro, el cristal se hizo añicos contra la pared y el aroma a alcohol se intensificó cuando el contenido manchó las paredes y parte del suelo. Katana sorbió su propia bebida y con un ademán reacomodó el pequeño desastre de su prima.
En la mesa, Lan-Sui tenía la cara enterrada entre sus brazos, parecía estar sollozando a escondidas del mundo. Katana bajó la taza y con un ligero movimiento rozó sus orejas.
—¿Qué te hizo la botella para que la trates así?
—Voy a ser una pésima tía. —Lan-Sui se levantó un poco, lo necesario para ver a su prima por encima de sus brazos. —Tengo que dejar de beber o el niño pensará que es correcto.
—Aunque tú dejes de beber, estoy segura de que tu hermano seguirá ingiriendo tanto alcohol como para llenar dos veces su bodega privada. —Katana regresó a su té. —No te fuerces, sé tú misma. De eso se trata, si finges ser alguien que no eres, ¿cómo esperas que tenga confianza en ti?
—Te haré caso. —Lan-Sui se reanimó de la misma manera que puso su expresión deprimente, una nueva botella ocupó el vacío en sus palmas. —¡Por mi hermano!
—¡Lan-Sui para de beber! —Katana se estiró, intentando arrebatarle la botella.
—¡Por Ni-An!
—¡Lan-Sui! ¡Suelta eso! —El cuerpo de Katana se levantó para seguir a Lan-Sui. Entre las dos intercambiaron movimientos, una danza alegre que no perdía nada de gracia, soportando la borrachera de Lan-Sui como si estuviera sobria.
—¡Por el futuro bebé! —Lan-Sui se llevó la botella a los labios pero el cristal reventó de nuevo, reaccionó a tiempo, apartándose para no quedar bañada en vino. —¡Katana! Si quieres igual pudo brindar por ti, no era necesario ponerte tan celosa.
Un rojo intenso apareció en el rostro de Katana, la pintura en sus mejillas se intensificó. Como última acción racional destruyó el vino de su prima, no quedaba hacer más, ya que mientras la perseguía, Lan-Sui vertió pequeñas gotas que atravesaron la barrera de labios y penetraron en su cuerpo.
Katana se mareaba, su visión era borrosa y al recuperarse, la respiración de sus pulmones permanecía irregular, inestable. En su mente cualquier rastro de decencia fue eliminado con ese parpadeo que duró segundos.
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The Princess And The Demon Witch II
FantasyLa escarcha se derrite con los rayos fragantes del sol, mil primaveras llegan y se van con el viento y las penas. Entre llantos una niña llora y una emperatriz surge, baños de oro, joyas, diamantes y... Desamor. Tragedias y rojo carmesí de sangre, c...