Capítulo 26

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"Las sombras y el amor van de la mano."

Zaia

Silencio y un ambiente lúgubre fue lo que le dio la bienvenida al llegar al palacio de la montaña. Las almas de los soldados parecían estar ausentes, JiuJiu observó los rostros familiares vacíos, carentes de alguna muestra cálida o gélida. 

Caminó con torpeza por los pasillos demasiado solitarios para ser de su hogar, los sirvientes que habitualmente pasaban en los pisos inferiores se esfumaron sin mostrarse, y más arriba la soledad era todo lo que quedaba. 

—¿Dónde están mis padres? —JiuJiu se detuvo frente a uno de los soldados, incapaz de seguir conteniendo para sí mismo la angustia e incertidumbre de no saber el motivo de tanta extrañeza. 

—La familia imperial fue a cazar hace varias lunas alteza, la única que está en palacio en su hermana menor, pero lleva demasiados meses sin salir de su habitación.

JiuJiu recibió las palabras como una puñalada directa, antes de partir vio con sus propios ojos el precario estado de Lan-Sui, si en tanto tiempo ella ni siquiera había dejado la comodidad de sus habitaciones era algo malo.

Pasó de caminar con precaución a correr como un desenfrenado, subiendo las escaleras y atravesando los pabellones para llegar al ala imperial, a la recámara que estaba sellada, alejada del mundo exterior.

No se detuvo a tomar aire, jadeaba por el desgaste excesivo que su cuerpo experimentó durante la carrera, tocó de lleno, golpes bruscos que hicieron eco en el largo corredor.

Al comienzo no esperaba que alguien abriera la puerta, ya estaba listo para derribarla con magia, aunque eso terminara por desgastar su cuerpo, pero, para su sorpresa, el interior le dio la bienvenida, junto a una cara conocida que lo miró con exasperación.

—¿No puedes tocar con más suavidad? —Katana lo hizo entrar sin demora, manchándolo con la misma sangre que la manchaba a ella, a sus manos, su ropa. —Si vienes a hacer escándalo vete con los demás a las planicies de caza, Lan-Sui necesita silencio total para su recuperación, no una sonata brusca.

—¿Cómo está? —JiuJiu buscó con la mirada la figura de su hermana, la cama estaba vacía y las colchas llenas de la misma sustancia roja que ensuciaba a su prima, el paradero de Lan-Sui era incierto en el lugar, no quedaba tampoco el rastro sutil de su aroma impregnado en el aire.

—¿Cómo crees que puede estar? —Katana arrancó con un chasquido las sábanas impuras, cambiándolas por un juego nuevo y limpio. —¿Piensas que esta sangre es un adorno?

—Katana basta. —Lan-Sui apareció en la pequeña abertura de la pared que conectaba su cuarto con la sala de fosas termales, JiuJiu avanzó dos pasos al verla. No estaba pálida como aquella vez, en sus ojos se mostraba la vida y también el brillo de las estrellas, su cuerpo, cubierto por una túnica simple, volvía a tener la complexión sana que la acompañó toda su vida. 

Ya no estaba enferma, sin embargo... 

—Es bueno ver que vienes ileso. —Lan-Sui caminó sin flaquear, más JiuJiu se dio cuenta que, detrás de esa cortina de perfección se escondía un cojeo apenas perceptible. —La emperatriz se pondrá feliz de saber de tu llegada, enviaré un mensaje más tarde. ¿O prefieres ir a verlos directamente?

JiuJiu se puso rígido, la magia que tenía en el cuerpo era poca para ser un demonio, pero le bastaba para poder sentir y percibir el nivel de energía de todos los que lo rodeaban, pero en ese momento, aparte del aura asesina que manaba de Katana no percibía ninguna otra.

The Princess And The Demon Witch IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora