Capítulo 33

10 2 0
                                    


"Matar es un pecado, matar inocentes es todavía peor."

Thunder.

Vidrio, madrera y papel se rompieron con el estallido de magia de Thunder, la luz lunar abandonó sus ojos y el aura de poder manó del tatuaje dibujado en su rostro.

Ardía, aunque no sabía decir si era de ira o por el miedo.

—Repite lo que dijiste.

El guardia tembló en su lugar, sudaba frío e intentó buscar apoyo en la emperatriz, pero la expresión de ella no era mucho mejor que la de su esposo.

—Majestad, yo... —Las manos del guardia se apretaron alrededor de su Nahiara, el frío de la espada era igual al de la piel, no había diferencia. —La matriz de teletransportación fue activada en el punto sagrado, el príncipe y su majestad imperial, el emperador Wan-Lian fueron absorbidos por el impacto de la magia, su paradero actual es desconocido.

—¿No sentiste cuando ocurrió? —Eudora desplazó su atención a Thunder, el guardia respiró aliviado al perder un poco de la presión asesina que tuvo antes.

Thunder estaba demasiado perdido, sus ojos se desenfocaban con facilidad, no temblaba en absoluto, su cuerpo era un roble firme, la descontrolada era la magia que manaba de su interior, que habitaba en su interior.

—El punto sagrado está separado de los poderes del emperador. —La voz de Thunder era débil, un hilo vago que sonaba lejano. —Siento el territorio entero, menos el santuario, no detecté la matriz hasta ahora. 

Eudora no perdió tiempo discutiendo los poderes de su marido, tampoco se demoró en gastar palabras para echarle la culpa de algo que obviamente estaba fuera de su alcance, sin estar tranquila en su totalidad, pensó en un plan y comenzó a movilizar escuadrones.

—Iré a revisar la matriz. —Thunder activó los mensajes mentales pero los remitentes ni siquiera recibían sus mensajes, sus llamadas insistentes que no se detuvieron. 

—Voy contigo. —Eudora invocó a Mava, el látigo hermano de Kuragami, regalo de Lan-Sui. —Orión no es tan débil como para caer en una trampa.

Las dos sombras volaron mezclándose con el paisaje, corrieron las escaleras eternas en segundos que no completaron un minuto. El juego de pies de la luna y la nieve se unieron creando la combinación exquisita de frío y luz, dejaban estelas que señalaban su camino a los escuadrones que los seguían más atrás, incapaces de seguirles el paso.

Siendo similares en carácter de piedra, ninguno de los emperadores de dejó llevar por la corriente de emociones que insistía en desolar los campos de primavera verde que estuvieron vivos por años.

Esa noche no existía el viento, los canticos naturales estaban ahogados, e incluso en la ciudad reinaba una especie de silencio sepulcral que insistía en mantener una atmósfera lúgubre anticipando desgracias.

Conforme se acercaba al santuario el silencio era más pesado, al llegar fue un peso demasiado insoportable como para seguirlo sosteniendo, Eudora lo rompió destruyendo las puertas blancas por la luz lunar de un movimiento seco con su látigo de púas y pinzas.

Esquirlas volaron pero no fue gran trabajo para ellos esquivarlas y aterrizar sin un rasguño en medio del salón redondo que reflejaba a la luna en su estanque central. 

La luna de esa noche era blanca, redonda y radiante, pura igual que la nieve sagrada, pero su reflejo en el estanque era rojo.

Una luna blanca arriba, una luna de sangre en la tierra.

The Princess And The Demon Witch IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora