Capítulo 43

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"Eres idiota, pero me caes bien por eso."

Katana.

Volvía a ser primavera cuando Katana por fin se movió y abrió los ojos.


***


—Voy a llorar. —Zhan se aferró a su hermana, mediando su fuerza para no llegar a lastimarla, aunque no quedaba riesgo. Las heridas que tenían que cicatrizar se cerraron, y el dolo que estaba fue desapareciendo, era como si nada hubiera pasado, con la diferencia de que sí había ocurrido. —No, se supone que no lloraría. ¿Estoy llorando cierto?

Rin-Lu, abrazada a la cintura de su maestra, asintió. Se encontraba en las mismas condiciones que Zhan, ambos un manojo de gimoteos y corrientes húmedas.

—Yo igual. Lloremos juntos.

—Ustedes... —Katana hizo una mueca al ser víctima de toda la potencia y el cariño de esos dos demonios que no le daban ni una pequeña tregua para recuperar el aliento. —Igual me alegro de verlos, pero... ¡Zhan mi brazo!

—¿Qué están haciendo? —Dalial entró, llevando una charola de comida. No esperaba toparse con una Katana despierta, y mucho menos con una que estaba perdiendo el color por la empalagosa forma en la que los otros dos demonios la apapachaban sin dejar espacio para que se moviera. —¿No ven que no la dejan respirar?

—Hola Dalial. —Katana la saludó en medio de un abrazo que se acercaba más a una tortura.

— Hola Katana. —Dalial invocó su magia y empujó a los dos lejos, Rin-Lu cayó de boca al piso y Zhan fue a estrellarse contra los armarios al perder el equilibrio y tropezar con medio millón de objetos en su camino.

—Auch. —fue todo lo que alcanzó a pronunciar antes de que las puertas se abrieran, y toda la ropa que contenían se desparramara sobre él, empujándolo al suelo. 

Se rieron, incluso Rin-Lu que estaba segura que haber probado su sangre por el impacto de la caída. Con el despertar de Katana el día nublado se volvió repentinamente más alegre que uno soleado y lleno de color, incluso el golpe y la actitud osca de Dalial no podían cambiar el hecho de que el sol había salido.

Al menos para ellos.

—¿Y Lan-Sui? —Katana bajó la cuchara que llevaba sopa roja a sus labios. Los ojos de todos dejaron de conectar con los suyos, encontrando más admirable el piso, el techo o las agujas de oro. 

Katana no lo tomó como buena señal, aclaró su garganta y repitió su pregunta.

De nuevo ninguno le respondió. Estaba dispuesta a intentarlo una tercera vez cuando Zhan se aclaró la garganta y habló, evitando entrar en contacto visual con ella. Ya no se mostraba alegre, de un momento a otro se volvió un capullo retraído con miedo a abrir la boca.

—Tu hermano te extrañó tanto. ¿Y no me preguntas cómo estoy? Hermanita, hermanita, me siento ofendido.

—No estoy bromeando Zhan. —Katana se enderezó, Zhan tragó saliva. Incluso fuera de sus dedos, Kuragami echó chispas de ira. —¿Dónde está Lan-Sui?

—¿Muerta quizá? —Fuego se asomó en los ojos de Katana, Zhan se puso pálido y negó con prisa. —¡Era broma! ¡Era broma! No está muerta.

—Uno. —Kuragami se extendió en el tocador, lista para correr a la mano de su dueña.

—Ella... —Zhan buscó ayuda en Dalial, pero su esposa seguía entretenida con las agujas doradas de su vestimenta.

The Princess And The Demon Witch IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora