Cap. 4 - Shinji a la fuga

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Shinji se sorprendió al percatarse de que estaba tumbado. Sus ojos aún estaban cerrados, pero por el tacto podía deducir que estaba en la camilla de la enfermería del instituto. La conocía bien. Había estado tumbado en ella muchas más veces de las que le gustaría admitir.

Trató de levantarse, pero las cuerdas con las que estaban atadas sus muñecas se lo impidieron. Empleó toda la fuerza con la que disponía en intentos de romper las cuerdas, pero fuera quien fuera el que lo hubiera atado, sin duda se lo había currado.

Se llevó una sorpresa aún mayor al darse cuenta de que era de noche. ¿Cuánto tiempo había pasado? Shinji trató de recordar todo lo que había pasado. Por su cabeza pasaron las imágenes de algo de lo que salió un gas verde. Si esa era la causa del desmayo del chico, sin duda era tóxico.

Después Shinji recordó el discursito siniestro de Saiko. ¿Acaso era ella la que le había hecho esto? No la creía capaz. Saiko era tímida, amable y se rendía con facilidad. Pero si no era ella, ¿quién sino? Al fin y al cabo, por lo que dijo parecía estar bastante cabreada porque Akira le prestara más atención a Shinji que a ella.

El chico decidió no perder más tiempo. Definitivamente no quería estar en la enfermería cuando Saiko volviera... si es que volvía. También existía la posibilidad de que esto fuera una broma de mal gusto. Fuera cual fuera el caso, Shinji no quería tomar ningún riesgo.

Las cuerdas estaban atadas con fuerza, eran prácticamente imposibles de romper. Eso significaba que tenía que cortarlas de alguna forma.

A Shinji le vino a la cabeza que había escondido una navaja en el pequeño bolsillo delantero de su camisa. Siempre la llevaba por si acaso. Tenía que llegar hasta ella de cualquier forma.

Levantó su cuerpo todo lo que pudo para acercarse a su mano derecha y trató de alcanzar la navaja con ella. Lamentablemente sus dos manos estaban atadas a los dos extremos de la camilla. Eso no debería ser un problema, pero Saiko había pensado en todo y las había atado demasiado arriba. Shinji no pudo evitar pensar que era una chica lista, aunque no lo aparentaba.

El chico se dio cuenta de que no podía levantarse lo suficiente. Entonces se le ocurrió otro plan. Si él no llegaba hasta su mano, su mano llegaría hasta él. Comenzó a intentar arrastrar la cuerda que sujetaba su mano derecha hacia abajo para así tenerla más cerca. La cuerda parecía estar hecha de piedra. El chico no tenía claro si Saiko tenía una fuerza sobrehumana o simplemente él estaba muy débil, pero eso no importaba. Le seguía resultando increíblemente difícil.

El sudor empapó su frente. Sus músculos estaban tensos como... pues como cuerdas. Al final, su esfuerzo fue recompensado. La cuerda se desplazó con unos pocos centímetros. Cuanto más tiempo seguía, más fácil le resultaba tirar de la cuerda.

Cuando su mano estaba a un nivel suficientemente bajo, Shinji no pudo evitar soltar una risa de alivio. En ese mismo instante, le pareció oír pasos, pero no pudo determinar dónde.

Eso sacó al chico de su mar de felicidad y le recordó que no tenía tiempo que perder. Shinji sin ningún problema pudo alcanzar su navaja y comenzó a cortar la cuerda que ataba su mano derecha. Eso no era demasiado fácil, pues no podía emplear mucha fuerza. Pero, con la paciencia suficiente, todo es posible.

Cuando se liberó, se levantó de la camilla rápidamente y salió de la enfermería como si le estuviera persiguiendo una horda de demonios cabreados. Se dirigió hacia la salida, pero a través de la puerta abierta de una de las aulas vio a alguien sentado en una silla. Por la oscuridad no podía distinguir bien quién era. ¿Saiko? No, la silueta era de un chico.

Shinji se acercó a la puerta y entrecerró los ojos para ver mejor. ¿Ese era Kuta?

El chico estaba atado a la silla y parecía estar inconsciente. Por lo visto, Shinji no era la única víctima de Saiko. ¿Valía la pena ayudar a su compañero preso? Era demasiado arriesgado. Pero le recordarían como a un héroe, el chico que rescató a su compañero de una loca... Shinji entró en el aula sin pensárselo mucho.

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora