Cap. 33 - Divididos/unidos

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— No... no es posible – murmuró Akira. – Simplemente no es posible. Debe haber... debe haber algo, lo que sea...

— No lo hay – respondió Kuta con melancolía. – Ya no se puede hacer nada.

— ¿Podrías guardarte tu pesimismo para ti por una vez? – rugió Elissu. – Yo no estoy dispuesta a rendirme. Pienso luchar hasta el final.

— Ah, ¿sí? ¿Y cómo se supone que vas a luchar con una yandere poseída? – una risa histérica se escapó por la boca de Kuta. – Si ella lo desea, en un abrir y cerrar de ojos estamos muertos. No tenemos nada con lo que defendernos, mucho menos atacar.

— ¿Y qué sugieres? – Elissu arqueó tanto la ceja que esta le llegó a la frente.

Kuta suspiró pesadamente y miró a la nada durante unos instantes.

— Rindámonos – susurró él, pero todos los presentes le oyeron con claridad.

Se hizo un silencio absoluto durante el cual cada uno de los tres pensaba en lo mismo, pero con diferentes puntos de vista.

— Es... es broma, ¿no? – preguntó Elissu teniendo la pequeña esperanza de recibir una respuesta positiva.

Kuta la miró detenidamente.

— ¿Tú qué crees? Estamos muertos de todos modos. ¿Acaso tiene sentido alargar más esta tortura?

— ¡Pues claro que sí! – exclamó Elissu más fuerte de lo que debería. – Siempre hay esperanza, no importa si esta está con nosotros desde el principio o aparece justo al final. Debemos creer que las cosas van a mejorar.

— ¿Y se puede saber cómo, según tú, va a mejorar esto? – Kuta decidió continuar con la pelea. – A menos que aparezca un sacerdote y realice un exorcismo o Dios haga que Saiko decida que ya no nos quiere muertos por arte de magia no tenemos forma de vencerla.

— ¡No digas tonterías! – el corazón de Elissu ardía en llamas. – Siempre hay una forma de ganar, ¿verdad, Akira? ¿Akira?

Los dos que discutían dirigieron su mirada hacia el chico que estaba a un par de metros de distancia. La expresión de su cara era imposible de descifrar. Sus ojos entrecerrados daban la impresión de que estaba teniendo una gran revelación. Hacía un gesto raro con la mano derecha teniendo todos los dedos de ésta doblados menos el índice, con el que parecía estar señalando algo. Tenía la cabeza ligeramente inclinada, como si estuviera durmiendo, estando de pie.

— Ugh, este está aún más pirado que tú – le dijo Elissu a Kuta sin ni siquiera mirarle. Después le gritó a Akira – Eo, ¡apocalipsis fuera!

Akira permaneció en su extraño estado.

— ¿Estás bien? – Kuta empezó a preocuparse.

— Tú... – Akira lentamente le dirigió su mirada perdida a su amigo. – Tú... Tú...

— ¿Yo qué? – preguntó Kuta con calma para no estresar a Akira, pero tenía unas ganas locas de gritar.

— Ha perdido la pinza – suspiró Elissu tratando de aparentar que no le importaba lo más mínimo a pesar de que era justo lo contrario.

— Tú – decidió continuar Akira, – cuando mencionaste que habías revisado "todo lo de arriba", ¿a qué te referías exactamente?

— Pues... – Kuta empezó a tener ciertas dificultades para hablar, pues sentía que las cosas no iban bien para él. – La cosa a la que me refería es algo muy simple y un tanto obvio...

— ¿Cuál es esa cosa, Kuta? – preguntó Akira con impaciencia.

— Eh – Kuta soltó una risa nerviosa para relajar el ambiente sin darse cuenta de que su acción lo hizo aún más tenso. – Pues esa cosa es el piso de arriba, ¿no es obvio?

Elissu seguía con la mirada al que hablaba, intentando averiguar qué estaba pasando. ¿Akira se había vuelto completamente loco o se le había ocurrido algo que se les escapaba?

— ¿Y la azotea qué? – preguntó Akira con la voz entrecortada por la furia.

— ¿Tenéis azotea? – exclamó Elissu. Se había imaginado muchas cosas que explicaran la conducta de Akira, pero eso ni se le había pasado por la cabeza.

— Ah, eh, bueno, se me había olvidado un poquito – la cara de Kuta se volvió completamente roja.

— ¿La última vez casi nos matas a Taeko y a mí del susto porque te habías olvidado de revisar el baño de chicas y ahora a Elissu y a mí nos sacas el alma del cuerpo porque no habías pensado en la azotea, genio? – gritó Akira sin importarle que en teoría se estaban escondiendo.

— Esto lo cambia todo – Elissu no fue capaz de contener su risa de alivio. – ¡Si hay una o más notas mágicas ahí, vencer a Saiko y escapar es un objetivo completamente realista!

— ¿Para qué usas la cabeza si no es para pensar, estúpido? – a Akira aún no se le pasaba el enfado.

Elissu le puso una mano en el hombro con la intención de ayudarle a calmarse.

— Amigo, respira – le dijo ella tranquilamente. – El hecho de que Kuta es imbécil no te lo puedo negar. Pero eso ya no importa. Lo único en lo que deberíamos centrarnos ahora es que tenemos una mínima posibilidad de no morir. ¿Eso no es fascinante?

Akira le dedicó a Kuta una mirada que le congeló el alma a este, tras lo que suspiró.

— Supongo que es cierto – admitió él.

— ¡Entonces no perdamos más tiempo y vamos! – dijo Elissu siendo exageradamente optimista, pues veía claramente que, si ella no era la positiva del grupo, nadie lo sería.

Kuta decidió que les debía una a sus amigos, por lo que se acercó lentamente a la puerta y la abrió ligeramente con sumo cuidado. Asomó la cabeza y miró hacia ambos lados.

— No hay enemigos a la vista – informó él.

Después se armó de valor y abrió la puerta por completo. Sus piernas temblaban tanto mientras salía de la cocina que tuvo que apoyarse con las dos manos en la pared.

Elissu y Akira salieron casi a la vez.

Una vez los tres estuvieron fuera, se dirigieron silenciosamente hacia la azotea.

El camino hacia su destino no fue de lo más agradable. Todos estaban tensos, sabiendo que el más mínimo ruido significaba que de inmediato se les uniría la persona que menos deseaban ver en el mundo.

Los pensamientos de cada uno de ellos se iban en direcciones diferentes. En la cabeza de Kuta vivía la imagen de la guapa, lista y valiente Taeko. Se preguntaba si ya estaría durmiendo o se habría quedado a ver "Assassination Classroom" hasta las tantas.

¿Acaso sospecharía por qué infierno está pasando su novio? Tal vez el vínculo que tenían no era lo suficientemente fuerte como para que ella tuviera la sensación de que algo anda mal con Kuta. ¿Qué le diría cuando saliera de esta... si salía de esta?

Aunque resulte sorprendente, Akira y Elissu pensaban el uno en el otro. En lo que iban a hacer en esa aula mientras estaban solos. Los dos sabían por qué no habían llegado hasta el final del proceso. Akira lo tenía más que claro y Elissu tenía grandes sospechas. Desde que ocurrió, ninguno de los dos había vuelto a sacar el tema. ¿Acaso lo iban a hablar alguna vez? Puede. Pero después de que esta locura acabe.

Cuando llegaron a su destino, Kuta abrió la puerta e inmediatamente miró en todas las direcciones posibles. Saiko no estaba ahí. De la boca del chico se escapó un suspiro de alivio.

— Bien, ahora tenemos que revisar la azotea centímetro a centímetro – dijo Akira. – No podemos permitirnos perdernos nada. Un solo dibujo podría ser crucial. ¿Entendido?

Kuta asintió y Elissu se encogió de hombros, diciendo así sin palabras "¿Acaso te crees que estoy sorda?"

Los tres se dividieron y se dispusieron a buscar.

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora