Akira abrió lentamente los ojos y vio... no vio nada. Todo estaba negro a su alrededor. No tardó en notar la cuerda con la que estaba atado a la silla. Tuvo la extraña sensación de que esto era un sueño, pues la escena ya le resultaba familiar. Ya lo había vivido una vez. Esto no se podía estar repitiendo. Pero todo era tan real... el agobio de no poder moverte, no oír ningún ruido excepto la profunda respiración de... un momento. ¿La respiración de quién? No era la suya.
No.
Esto no podía ser verdad.
Esto no podía estar pasando.
Él había dejado ese infierno atrás... pero el infierno lo había perseguido hasta ahí.
Alzó la mirada solo para verla a ella.
Vestida con un traje de coneja que parecíasacado de una fiesta de Halloween, sus ojos más rojos que nunca y una extraña sustancia rosa brillante untada en su cara, formando una gran sonrisa macabra.
— ¡Buenos días! – dijo Saiko. Akira notó que su voz ya no era dulce e infantil, sino calmada y siniestra. – O supongo que debería decir "buenas noches"... Realmente no puedes deducirlo por esta habitación, pero ahora es de noche.
¿Era de noche? ¡Pero si hace tan solo unos instantes eran las ocho de la mañana y estaba dando un precioso paseo por el parque!
— Ya has dormido aquí por unas cuantas horas – continuó Saiko. – Yo he estado aquí todo el tiempo, observándote dormir tan plácidamente.
Akira era incapaz de creer que esto estaba pasando otra vez. "Ese día" era algo que ocurría solo una vez en la vida, y muy raramente.
— Quizás debería cortarte la lengua – Saiko se lo pensó por un momento.
— Es lo mismo que me dijiste la última vez – dijo Akira en voz baja.
— ¿O tal vez debería ir a matar a ese chico?
Akira se dio cuenta de que la conversación se estaba repitiendo. Pero ¿de qué chico hablaba Saiko esta vez? Él decidió no preguntar, pues se había dado cuenta de que ahora se estaba mostrando el lado yangire de la chica.
— Tal vez... – Saiko miró hacia abajo, considerándolo. – Iré a matarlo ahora. Me está esperando en la otra habitación. Todo irá bien. No te preocupes. Cortaré su cabeza y te la traeré. Espérame aquí.
El mismo instante en el que se quedó solo, Akira se desató con la misma facilidad que la última vez. Por un segundo dio gracias por ello, pero después recordó que no era ninguna victoria, Saiko ya lo había planeado.
Miró rápidamente lo que tenía a su alrededor. Se encontraba en el despacho del director (que sorpresa). En la mesa vio una nota al igual que la última vez, solo que ahora parecía que ahí ponía algo diferente. Se acercó lenta e inseguramente hacia ella. No podía decidirse si leerla o no. La última vez ahí ponía cosas de una esperanza que no existe, lo que ni ayudó demasiado a mejorar su estado de ánimo.
Akira se dio cuenta de que todo lo que había pensado desde que se había despertado era "la última vez". No. No podía, no quería, no debía dejar que "la última vez" determinara lo que pasaría "esta vez".
Cogió la nota y la leyó con rapidez: "El interruptor está en el almacén". Akira no lo sabía hasta el momento, pues nunca había ido ahí, pero ¿por qué se lo decía Saiko? ¿Cómo le iba a ayudar eso a escapar?
Akira se fijó en que había otra nota pegada a la caja fuerte del director.
"Encuentra el código para abrir la caja fuerte y obtener la llave de salida".
¿Cómo es que esa chica había logrado obtener el código, abrir la caja y meter ahí la llave? Akira decidió no pensar demasiado en eso, pues tenía otros problemas. Saiko había cambiado su modus operandi. No podía simplemente buscar la llave. Debía, de algún modo, averiguar cuál era el código de cuatro dígitos que sería su salvación.
El chico salió del despacho para adentrarse en otra aventura digna de ser descrita en un libro de terror.
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Equipo yandere
FanficTres yanderes. Tres Senpais. Qué puede salir mal? Respuesta resumida: todo. Respuesta alargada: muchas cosas, pero muchas más cuando los yanderes forman una siniestra alianza... ¿Qué pasaría si al final los seis acaban metidos en un macabro juego de...