Cap. 11 - Te amo a locura

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Saiko se había dado un lindo paseo por la azotea, pero no había encontrado a nadie. Por eso ella decidió volver a entrar en el instituto y buscar por ahí.

Estaba rondando por los pasillos desiertos del segundo piso, convencida casi al 100% de que no había nadie cerca. Todo estaba tan tranquilo y silencioso... y entonces le vio.

Akira salía de la enfermería con cara de haber ganado El Festival de la Canción de Eurovisión Junior. Por su camiseta había manchas de sangre, pero eso parecía no importarle. Lo único en lo que pensaba en esos momentos era que había logrado salvarse.

— ¡Ahí estás! – exclamó Saiko con su voz de niña pequeña.

— Esto tiene que ser una broma – murmuró Akira.

Se había salvado de un yandere solo para que le persiguiera otro.

Iba a echarse a correr, pero Saiko no parecía ser hostil... si dejamos pasar por alto el cuchillo en su mano, por supuesto. Akira recordó que tenía el arma de Ayato, así que podía defenderse si hacía falta, algo que él esperaba que no ocurriera. Ella se acercó lentamente al chico, que estaba en posición de alejarse de ahí más rápido que el viento si era necesario.

Cuando los dos estaban a un metro de distancia, el chico esperaba que Saiko se le lanzara encima y empezara a apuñalarle. Pero ella permanecía completamente inmóvil. Sus ojos rosas reflejaban la poca luz que había, como dos brillantes estrellas en el inmenso oscuro cielo nocturno. Akira no daba importancia a ese detalle. ¿La psicópata tenía la perfecta ocasión de matarle y no lo hacía?

— No me dejes, Senpai – pidió Saiko. – Quédate conmigo.

— Ehh – dijo Akira bastante desconcertado. ¿La chica que le había drogado y le había dicho que mataría a su mejor amigo ahora se hacía la inocente? O es que la loca era una actriz excelente, o es que estaba más que loca.

Akira se dirigió lentamente hacia la biblioteca para empezar con su búsqueda de la llave de salida. Trataba de no hacer movimientos bruscos, como si Saiko fuera un cachorrito que se pudiera asustar. Para su desagrado, la chica le siguió con una sonrisa. Él con frecuencia se giraba hacia ella para comprobar que no le iba a apuñalar. Ella no parecía tener esas intenciones para nada del mundo.

Al llegar a su destino, Akira se dispuso a buscar la llave por todas partes con Saiko justo detrás. Tras unos minutos, encontró la llave para el aula A3. Miró a la chica un poco preocupado de cómo se lo tomaría ella si la cogiera. Saiko seguía mirándole con cara de haber dormido doce horas. Preguntándose si esto sería parte del proceso que le sacaría de aquel infierno, o sería lo que lo enviaría directo a la muerte, Akira cogió la llave.

Saiko reaccionó en ese mismo instante. Tiró al chico al suelo y empezó a asfixiarle con fuerza.

— Dame esa llave, Senpai – dijo la chica con calma en la voz, pero locura en los ojos.

Akira soltó el objeto para poder defenderse mejor. Agarró las manos de Saiko con mucha más facilidad y trató de librarse de ellas, pero con gran sorpresa descubrió que no hacía falta. Saiko le soltó, cogió la llave del suelo y se echó a correr.

— ¡Eh! ¡Vuelve aquí! – grito Akira y fue tras ella.

Saiko era rápida, y Akira pasaba todos los fines de semana jugando a videojuegos. Por eso no estaban muy igualados.

Tras unos minutos de intensa persecución, Akira ya estaba exhausto. Dio gracias al cielo cuando Saiko se detuvo de repente.

— Espera un momento, Senpai – dijo ella, respirando con dificultad.

Akira se aprovechó de su falta de concentración y le quitó la llave de la mano.

Y ese fue su error.

Su gran, gran, gran error.

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora