Kuta ya había revisado de cabo a rabo la cafetería, la sala de ordenadores y el baño de chicos (en el de chicas le daba cosa entrar). Había logrado encontrar la llave del aula B1 y tenía intención de mirar ahí también.
Se dirigió hacia ahí sin demasiado miedo. Después de un par de encuentros con Akane había aprendido que se podía esconder de ella en una taquilla y a ella no se le ocurriría buscar ahí. Era extraño que ningún casillero estuviera cerrado con llave, pero Kuta había decidido no hacerse demasiadas preguntas y disfrutar de la gran ventaja que tenía.
Al llegar al aula, se dispuso a buscar por todos los lugares que se le pudieron ocurrir. Se quedó un poco decepcionado al descubrir que en la mesa del profesor y en su gran cantidad de cajones no había nada, pero sabía que eso no tenía que desanimarlo.
Comenzó a buscar por las alacenas. Se sintió un poco preocupado al ver que estaban completamente vacías. Cuando le quedaba solo una por revisar, pensó:
"Por favor, que aquí encuentre algo..."
Y sí encontró algo, pero no era exactamente lo que buscaba.
Al abrir la puertecita del mueble, de ahí se cayó una cabeza. Literalmente.
Kuta tuvo que ponerse las manos en la boca y apretar con fuerza para que no se oyera su grito. Se quedó mirando la cabeza de Shinji sin poder arrancar sus ojos de ella. Había sido capaz de ver cómo le mataban delante de sus ojos, ¿pero irse encontrando partes de su cadáver por el instituto? Eso ya era demasiado.
Cuando Kuta encontró las fuerzas para dejar de observar la cabeza, se dirigió hacia la taquilla que había al final del aula. La abrió... y encima suyo se cayó el cuerpo de Shinji.
— Dios, Shinji, ¿quién te ha metido ahí? – preguntó Kuta casi susurrando. No le importaba el hecho de que estaba hablando con un cadáver, eso le ayudaba un poco a no ahogarse en el mar de terror en el que estaba sumergido.
— Yo, por supuesto. Ya sabes que siempre he sido muy ordenada – respondió una voz conocida.
Kuta se giró en ese mismo instante y vio a Akane, apoyada en la puerta. Lamentó con todo su ser no haber cerrado la puerta con llave.
— Cómo echaba de menos mirarte – suspiró la chica. - Mirarte, sentirte, hablarte, escucharte...
Kuta permaneció en silencio. Por las muchas novelas policíacas que había leído sabía que con terroristas y locos no se negocia.
Akane interpretó la falta de reacción de Kuta como "Adelante, sigue con tu discurso siniestro, no te quiero interrumpir."
— Tú y yo somos la pareja perfecta, Senpai – continuó ella. – Nunca vamos a fiestas, nos encanta leer, somos buenos estudiantes... ¿Tanto te cuesta entenderlo?
Kuta siguió sin decir nada.
— Y si no podemos estar juntos en este mundo, lo estaremos en otro.
Cuando terminó de hablar, comenzó a rodear los pupitres para llegar hasta Kuta. Él aprovechó que ella dejaba la puerta del aula sin vigilancia y salió corriendo del lugar.
— ¡No podrás huir de nuestro amor por siempre! – gritó Akane y fue tras él.
Kuta corría lo más rápido que podía. Por supuesto, nada le impedía volverse hacia Akane y luchar contra ella con la navaja de Shinji. Aun así, no quería hacerlo. ¿Por qué? ¿Por miedo? ¿O por el simple hecho de que era incapaz de hacer daño a otro ser humano, sin importar que era una psicópata que le quería muerto? No lo sabía. Pero algo tenía claro: no iba a enfrentarse ni a Akane, ni a ninguno de sus aliados a menos que fuera estrictamente necesario.
Hizo lo que pudo para despistarla. En un momento dejó de oír sus pasos y sus confesiones de amor. Cuando supo que ya estaba a salvo, se fue a buscar a sus compañeros con la esperanza de que los tres lograrán reunirse en algún momento.
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Equipo yandere
Fiksi PenggemarTres yanderes. Tres Senpais. Qué puede salir mal? Respuesta resumida: todo. Respuesta alargada: muchas cosas, pero muchas más cuando los yanderes forman una siniestra alianza... ¿Qué pasaría si al final los seis acaban metidos en un macabro juego de...