— Bueno, parece que sigues vivo – constató Elissu mientras mecía sus piernas. Sentada sobre la mesa del profesor, se sentía realmente importante. – Eso no se puede considerar una noticia demasiado mala.
— ¿Disculpa? – Kuta se sintió realmente ofendido.
— Es su forma de decir "Me alegro de verte" – especificó Akira apoyado en la pared.
— Yo me alegro de que tengamos la ocasión de tener esta reunión – Kuta se paseaba por el aula porque no podía estar quieto ni medio segundo. – Y bien, ¿cómo os ha ido?
— Hemos encontrado solo una nota – suspiró Akira.
— ¿Hemos? – Elissu le dirigió una mirada llena de sospechas. – YO he encontrado, estúpido. Tú solo me has seguido como un perrito.
Akira decidió permanecer en silencio, pues tenía claro que le era imposible ganar una pelea con Elissu. Si ella afirmaba tener la razón no había nada que se pudiera hacer.
Aun así, estaba un poco molesto. Ella se comportaba como si absolutamente nada hubiese ocurrido entre ellos. ¿Qué había pasado con esa chica amable, sensible y con emociones con la que estuvo a punto de bes...?
— ¿Y tú has hecho algo útil o solo has estado paseando y disfrutando de la velada? – preguntó Elissu.
— He revisado todo lo de arriba y no he encontrado nada, pero he podido usar los dos dibujos que ya tenía – respondió Kuta. – Realmente pareció que la debilitaban.
— Entonces parece que mi nota será la del golpe de gracia – Elissu sonrió con malicia mientras miraba el papel que tenía en la mano.
Se hizo un silencio extraño.
— Bueno, ¿vamos a acabar con esto o qué? – preguntó Elissu con su tono grosero habitual, pero era más que obvio que solo deseaba romper el silencio.
Los dos chicos intercambiaron una mirada y se asintieron el uno al otro. Después los tres salieron del aula.
Mientras caminaban por el pasillo, a Kuta le surgió una duda.
— ¿Cómo lo vamos a hacer exactamente?
— ¿Cómo que cómo? – Elissu le miró con cara de "¿Tú estás mal?" – Vamos a llamarla, obviamente.
Akira decidió meterse, pues el método de la chica no le gustaba ni un pelo.
— ¿No sería mejor buscarla tranquilamente por el edificio? – propuso él.
— Coincido con él – dijo Kuta.
Elissu puso los ojos en blanco.
— Pero qué miedicas sois los dos – suspiró ella dramáticamente. Después carraspeó y gritó con todas sus fuerzas – ¡Saiko!
Akira no pudo evitar que un fuerte temblor se apoderara de todo su cuerpo.
— Creo que eso no ha sido buena idea – dijo educadamente.
— ¿Qué no ha sido buena idea? ¡Ha sido una pésima! ¿De verdad no podías haber sido un poco más discreta? – Kuta no pudo contener su enfado.
— Venga ya, no es para tanto... – Elissu no tuvo tiempo ni de acabar la frase.
Saiko apareció como de la nada. Los tres se giraron hacia ella y la miraron con cara de pocos amigos. Esto acababa ya.
— Ah, ¡los has atrapado! ¡Qué bien! – exclamó Saiko más feliz que nunca.
— No, no, no, Saikito querida, lo has entendido mal – dijo Kuta con mucho más valor del que en realidad tenía. – Ella está con nosotros.
Saiko permaneció en silencio durante un tiempo como si estuviera procesando sus palabras. Le dirigió a Elissu una mirada incrédula, como si quisiera que la chica le confirmara que lo dicho era cierto. Elissu no reaccionó. Ella sentía cómo un frio sudor empapaba sus manos y su frente. No sabía que iba a pasar. Pero lo que importaba, lo único que importaba, era que sus aliados, por no decir amigos, estaban a su lado para ayudarla en lo que hiciera falta... aunque tuvieran que enfrentarse a una yandere poseída.
— Elissu, ¿de verdad has decidido traicionarme? – preguntó Saiko a pesar de que tener la respuesta más clara que el agua.
— De verdad he decidido traicionarte – confirmó Elissu burlonamente imitando la voz de Saiko.
— Una pena. Tenía grandes esperanzas...
— Adiós, querida – Elissu alzó el brazo con el que sostenía el dibujo mágico.
Saiko dio unos pasos hacia atrás y giró su cara hacia un lado como si eso la fuera a proteger, a pesar de que sabía que era inútil. Kuta y Akira observaban los sucesos con alegría y con el pensamiento de que todo eso estaba por terminar.
Cuando el efecto del dibujo acabó, Elissu bajó el brazo. Para su sorpresa, Saiko parecía estar tan viva como hace un par de minutos.
— No... no lo entiendo... – murmuró Kuta.
— Yo tampoco lo entiendo – dijo Saiko casi susurrando. – ¡No entiendo que seáis tan estúpidos como para creer que podéis matarme! – gritó ella. – Y tú, maldita – miró a Elissu, volviendo a bajar la voz, – vas a pagar caro por tu traición.
— ¡Huid! – gritó Kuta.
Elissu no solía hacer caso cuando le decían que hiciera algo, pero se echó a correr. Akira no se quedó atrás. Kuta iba en cabeza y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que eso siguiera así.
— Os voy a matar, ¡os voy a matar a los tres! – a pesar de que eso hacía que ella se quedara sin aire más rápido, Saiko no dejaba de amenazar. – Y tú, Senpai, ¡tú serás el que más sufrirá!
— ¿Por qué siempre es el Senpai el que se la carga? – se quejó Akira sin dejar de correr.
Tras unos minutos los tres lograron meterse en la cocina sin que Saiko los viera. Ella simplemente paso de largo.
Kuta se sentó en el suelo e intentó recuperar el aliento. Su respiración pesada era lo único que se oía.
Akira se quedó de pie, mirando a su alrededor constantemente. Parecía que estuviera preocupado por que Saiko apareciera de alguna parte, pero lo cierto era que simplemente no sabía dónde mirar.
Elissu aparentaba estar observando el suelo con gran interés, aunque en realidad estuviera con la mirada perdida.
— Chicos – dijo ella tras un tiempo de agobiante silencio, – ¿alguien puede explicarme qué ha pasado?
— No ha funcionado – las emociones que sentía Akira eran difíciles de adivinar por su tono de voz.
— Y ahora, ¿qué? – preguntó Elissu impaciente.
— Ahora nada – dijo Kuta dirigiéndole a la chica una mirada llena de desesperación. – Hemos logrado llegar hasta aquí. Lamentablemente, no podremos continuar.
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Equipo yandere
FanfictionTres yanderes. Tres Senpais. Qué puede salir mal? Respuesta resumida: todo. Respuesta alargada: muchas cosas, pero muchas más cuando los yanderes forman una siniestra alianza... ¿Qué pasaría si al final los seis acaban metidos en un macabro juego de...