Cap. 8 - Empieza la diversión

184 7 0
                                    

Akane avanzaba por el pasillo estando pendiente de cualquier sonido. El instituto era bastante grande, no sería muy fácil encontrar a los chicos, pero desde alguna parte tenía que empezar, ¿no? Ella sabía que Ayato estaba registrando el segundo piso. No estaba segura de por donde andaba Saiko, seguramente por la azotea. Akane tenía la misión de comprobar que las víctimas no estuvieran en el primer piso. No parecía que se encontraran ahí, todo estaba tan silencioso...

- ¿Creéis que nos van a oír?

- Si sigues hablado tan fuerte te oirán hasta en España.

- Lo siento, es que cuando tengo miedo hablo fuerte...

- ¿Podrías hacer el favor de callarte?

Akane sonrió con malicia. Idiotas...

Ella se escondió tras la esquina donde el pasillo cambiaba de dirección. En efecto, los tres chicos a los que estaba buscando se dirigían hacia ella, pero aún estaban lejos. La chica no tenía paciencia para esperar, así que decidió actuar.

- ¡Kuta! - gritó Akane con tono de enfado, pero en realidad rebosaba de alegría. Decidió fingir que no sabía que su Senpai había escapado y añadió - ¿Cómo has llegado hasta ahí?

Al ver que sus víctimas tenían cara de espanto, pero no de terror puro, sacó su cuchillo y lo agitó en el aire. Eso surtió efecto.

- Ah, ¡no, gracias! - gritó Kuta y se puso a correr en la misma dirección de la que había venido.

Akira se subió rápidamente al piso de arriba, pues tenía las escaleras a unos metros más atrás, y Taeko se escondió en la cocina. Pero Akane no se interesaba por ellos. Ella solo quería a su Senpai, quería demostrarle su amor... quería matarlo.

Kuta corrió una gran distancia muy rápidamente gracias a que era un gran atleta (todos en clase de deporte le envidiaban). Con eso él quería cansar a Akane para que ella dejara de perseguirlo, pero ella continuaba tras él como si nada. Entonces Kuta decidió que debía cambiar el plan. Aumentó un poco la velocidad para que Akane lo perdiera de vista y se metió en una taquilla que, gracias al infinito amor de Dios por Kuta, no estaba cerrada con llave. El chico comenzó a rezar por que la psicópata no lo hubiera visto esconderse.

Akane no tardó en llegar. Justo delante de la taquilla se paró. El corazón de Kuta hizo lo mismo. La chica permaneció inmóvil durante unos segundos, tras lo que continuó en línea recta. Kuta la oyó decir:

- ¿Dónde estás? ¡Deja de jugar conmigo!

Cuando el chico dejó de oír sus pasos, salió de la taquilla y suspiró de alivio. Esto iba a estar intenso...

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora