Cap. 18 - Un día como cualquier otro

96 7 0
                                    

Cuando Akira entró en el aula, sus ojos automáticamente miraron en dirección al pupitre de Shinji. Al ver que estaba vacío, como todos los días estas últimas dos semanas, suspiró profundamente, pero intentó que no se notara. Sabía que su amigo estaba muerto y nunca volvería, pero una pequeña parte de su corazón esperaba que sí lo hiciera.

— Hey – oyó la dulce voz de Taeko.

Akira vio cómo ella y Kuta se le acercaban.

— ¿Sigues pensando en Shinji? – preguntó Kuta.

— No, llevamos siendo mejores amigos desde hace años, una psicópata se lo carga y me importa un bledo – al ver la cara de sorpresa de sus amigos, volvió a suspirar. – Lo siento, chicos. Es que... aquel día fue muy duro para mí.

— Lo fue para todos – dijo Kuta. – Pero no te preocupes. Siempre estaremos aquí para ti. No existe nada que no tenga arreglo.

— Dice el chico que estuvo a punto de quitarse la vida – Akira sonrió ligeramente por la ironía de la situación, pero se volvió serio al darse cuenta de que había tocado un tema delicado.

Con alivio vio que Kuta no se lo tomaba mal.

— Cierto, lo quería hacer – admitió él. – Y lo iba a hacer de no haber sido por esta preciosa señorita de aquí.

Taeko se sonrojó.

— No fue para tanto – murmuró ella.

— ¿Que no fue para tanto? ¿Bromeas? ¡Literalmente me salvaste la vida aquel día!

— Tenemos que dejar de llamarlo "aquel día" – sonrió Taeko, tratando de cambiar de tema. No le gustaba ser el centro de atención.

— ¿Y cómo lo llamamos? ¿Qué tal "el día en el que Kuta Tanaka se hizo novio de la mejor chica del mundo"?

— Vale, para ya... – dijo Taeko entre risas.

— Sabéis, tal vez en el fondo de todo esto haya algo positivo – afirmó Akira de repente.

Los ojos de Kuta y Taeko se convirtieron en interrogantes del tamaño del cometa Halley.

— Ya no tenemos a ningún loco de compañero de clase...

— A menos que nosotros sepamos – añadió Taeko.

— En el fondo yo siempre supe que un oscuro secreto envolvía a Ayato Aishi – dijo Kuta, pensativo. – Aunque nunca imaginé que sería el yanderismo.

— La primera frase te ha quedado genial – Akira se rio. – Pero el "yanderismo" no le va a ayudar a escapar del correccional.

El timbre interrumpió su conversación. Los tres se dirigieron a sus respectivos pupitres y suspiraron en sintonía, sabiendo que les espera un largo día lleno de profesores malhumorados y, quién sabe, tal vez un examen sorpresa de química.

***

— ¿Queréis que nos vayamos juntos? – preguntó Akira al acabar de recoger sus cosas de su pupitre.

Taeko y Kuta asintieron.

A medida que avanzaban por el pasillo hacia la salida, los alumnos iban interrumpiendo sus conversaciones y empezaban a seguirlos con la mirada llena de desprecio. Después comenzaban a cuchichear. Los tres amigos sabían que era sobre ellos. Por raro que parezca, no todos creían que los tres eran héroes que habían logrado sobrevivir a un pillapilla letal. El instituto estaba plagado de todo tipo de rumores.

Había quienes creían que ellos eran los que habían secuestrado a los yanderes con la intención de matarlos.

Otros tenían la teoría de que "todo ese rollo de los psicópatas y tal" no era más que una mentira para atraer la atención.

Algunos pensaban que los seis se habían montado una fiesta, pero habían bebido más de la cuenta y la cosa había acabado mal.

Esas teorías carecían de sentido, porque se había llevado a cabo una investigación policial y la verdad había salido a la luz: Akane, Ayato y Saiko eran los malos, Kuta, Taeko y Akira eran las víctimas.

También había muchos estudiantes sensatos que se creían la verdad. Pero eso no servía de mucho. La policía había revelado absolutamente todos los detalles de la investigación, algo que no beneficiaba demasiado a Kuta.

Él había matado a Akane.

Y nada iba a cambiar eso.

Casi nadie le hablaba por culpa del miedo, y los pocos que lo hacían le chinchaban. Le decían que su sitio era en el correccional. Él había matado en defensa propia, por lo que se le había declarado inocente, pero eso no cambiaba el hecho de que su reputación había sido completamente destruida.

— Eh, Doctor Muerte – le gritó un chico tan fuerte que todos se giraron hacia él. – ¿Qué se siente al matar a la chica más guapa del insti?

— Cállate, Hiroki – dijo Kuta entre dientes.

— ¿O qué? – le retó Hiroki. – ¿Me vas a desmembrar y te vas a comer mi corazón?

— No le hagas caso – le susurró Taeko. – Eso es lo que él quiere. No dejes que te provoque.

Kuta negó ligeramente con la cabeza, pero se quedó en silencio. Los tres pasaron al lado de Hiroki y continuaron su camino.

— Eh, ¡vuelve aquí, cobarde! – gritó Hiroki detrás de él.

Kuta le ignoró, aunque no le fue fácil.

— Amigo – le dijo Akira, - no te sientas mal. De no haberlo hecho, ella te habría matado.

— Es mejor estar muerto que soportar esto cada día el resto de mi vida – murmuró Kuta.

— Poco a poco todos se irán dando cuenta de la maravillosa persona que eres – le animó Taeko. – Y lamentarán haberte tratado así.

— Lo dudo.

— Sé optimista – dijo Akira. – Ya no estamos luchando por nuestras vidas. Podemos seguir nuestro camino. Todo eso ya ha quedado atrás.

— Supongo – respondió Kuta.

Supuso mal.

Equipo yandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora