Capítulo 25

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¿Que el embarazo es una etapa muy bonita en la vida de una mujer? ¡Menuda mierda! Hange odiaba con todo su ser las molestias que pasaba. Definitivamente, no volvería a embarazarse.

— Aquí tienes —Levi le extendió un pequeño tazón con mango picado, listo para degustar.

Hange se quedó viendo el plato por unos instantes, para luego hacer una mueca. Era cierto que tenía antojos de comer mango, de hecho, ese antojo la tenía con ansiedad en ese preciso momento. Sin embargo, se debatía mucho entre aceptar el plato o no, ya que últimamente comía demasiada fruta muy dulce, y consumir tanta fuente de energía inmediata no era bueno si no la empleaba.

Descendió la mirada hacia el suelo y no podía ver ni sus pies. Su enorme vientre la obstaculizaba, al punto de ser más cómodo el estar de pie que sentada correctamente. No obstante, el enorme peso que conllevaba ese bebé no le permitía estar parada mucho tiempo tampoco. De igual manera, su ropa, pues no supo desde cuándo, sus pantalones largos y pegados dejaron de ser menos cómodos que ese vestido veraniego que llevaba puesto actualmente. La ropa ceñida al cuerpo ya no se le veía bonito y eso logró molestarla aunque ella no fuese de las que le dan mucha importancia a la apariencia física.

— Gracias —dijo ella—, pero mejor no —decidió sin aceptar el plato.

Al Ackerman no le gustó esa respuesta. Le había costado mucho encontrar esa fruta, ya que no era su temporada, además de prepararlo tal y como ella quería, todo para que al final, lo rechazase. Su molestia se evidenció en su semblante.

— Créeme que esto me enoja más a mí que a ti —expresó ella con furia contenida.

La gestación... ese concepto vilmente romantizado era el peor de todos. La única razón por la que aguantaba era el bebé, había aprendido a amar a alguien que ni siquiera conocía aún; pero eso no quería decir que evitase mostrarse enojada cuando lo estaba.

Una gran punzada la golpeó desde el interior, sabiendo que su bebé allí adentro no parecía compartir el mismo cariño por ella.

— ¡Bien! —exclamó ella dejando a Levi sin entender.

La castaña aceptó el tazón con fruta, y procedió a comer rápidamente, liberándose al fin de ese antojo que tenía, y logrando calmar las patadas de su hijo. Solía pasar cuando se negaba a comer lo que se le antojaba.

Por otro lado, Levi no sabía que pensar ante el estado cambiante de esa mujer; primero dijo que no y ahora le arrebata el plato. Mejor no hacía preguntas que puedan ponerla de peor humor.

El timbre se escuchó y, por alguna razón que el pelinegro no entendió, Hange se dirigió inmediatamente hacía la entrada principal y la abrió sin fijarse quien solicitaba la entrada.

— ¿Cómo está mi embarazada favorita? —preguntó Zeke en cuanto vio a su ex alumna.

— Enojada —respondió llevándose una cuchara a la boca—, entra.

— Vaya humor el que llevas... —opinó.

— ¿Qué hace el simio aquí? —cuestionó Levi con molestia al ver al rubio en la sala de su casa.

— Si, buenas tardes, ¿cómo estás? —dijo Zeke con ironía.

— Como vengas a dejarle más trabajo... —empezó el Ackerman a amenazar.

— Para empezar, es ella quien me pide que le traiga estas cosas —se quejó levantando un dispositivo rectangular de un terabyte de almacenamiento, donde estaban cientos de libros que la castaña le había pedido.

— Dámelo —le arrebató el pequeño aparato y se fue a conectarlo a su ordenador.

Levi no estaba muy de acuerdo con la idea de que ella siguiese empeñándose en trabajar una vez que salió del riesgo de aborto. Pero sabía bien que ella no es de quedarse quieta, después de todo, ella no era de las mujeres que les gustase depender de alguien más en su vida; y tampoco era como que ese lado de ella no le gustara, de hecho, era parte de su atractivo. Se la veía muy saludable así que todo parecía ir bien.

Operación: Arruinar una boda [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora