Capítulo 24

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Si tuviera que elegir el momento más incómodo que pudiese imaginar, definitivamente sería el que iba a vivir en una hora.

— Estoy nerviosa —confesó Hange al borde de las lágrimas y con el corazón latiéndole a mil por hora.

— Sí no quieres, no iremos —decidió Levi, alejándose de la puerta de entrada.

— No es que no quiera —replicó—, claro que debemos ir, pero me da miedo su reacción.

Hange sentía mucho terror por ir a ver a Kuchel. No la había visto en mucho tiempo y era muy obvio que la Ackerman notaría su estado de gestación ya avanzado. Tenía poco más de veinte semanas y si no había decidido ir antes a visitar a la mujer, era porque Levi sabía de lo nerviosa que se pondría; no quería tener que alarmarla ni preocuparla, precisamente por su embarazo riesgoso. No obstante, ahora que todo parecía haberse normalizado y estar más segura, se permitió hacer más cosas, aunque eso no quería decir que dejase de cuidarse.

— ¿Te da miedo mi madre? —cuestionó él.

— Ella no me da miedo, pero su reacción sí —admitió—. Ni siquiera contigo tuve tanto temor.

— Entonces no vayamos —se decidió Levi.

— ¿Qué?

— No pienso obligarte a nada —se sentó en el sofá—, no quiero ninguna razón para ponerte mal —tranquilizó—. Además, me ahorro tener que darle una incómoda explicación a mi madre.

Hange descendió sus manos por su notable abdomen... realmente era muy notorio ahora. Pensó en todo lo que había pasado esos últimos meses y en lo difícil que fue atravesar su primer trimestre y el periodo de riesgo.

Acarició inconscientemente su vientre... le había tomado mucho cariño al bebé en ese tiempo; ¡y no es que antes no lo quisiera! Solo que se daba cuenta de ese instinto maternal que no creyó tener alguna vez. Su yo del pasado se habría puesto a ella primero, pero ahora no dudaría en dar su vida porque su futuro hijo naciese bien.

Suspiró y se armó de valor para salir. Kuchel tambien tenía derecho de saber la situación... sería la abuela de la criatura, después de todo.

— Vamos —se decidió al fin, tomando una postura seria y de confianza.

Se encaminó a la salida junto al pelinegro, con rumbo al elevador por el que descenderían al estacionamiento. Sabía bien que Levi era muy cuidadoso con ella, sobre todo por el hecho de que era su primera salida en muchas semanas y a veces se le hacía molesto que exagerase mucho con respecto a su "seguridad". Aun así, Hange no apartó su mano de la del Ackerman, cuando él la tomó para tenerla consigo durante todo el recorrido hacia la primera planta subterránea.

No lo iba a negar, le gustaba. En ese tiempo que habian regresado a la convivencia, no podían decir que su relación como una pareja hubiese sido retomada. No obstante, era casi como si lo fuesen, pues al mantener el título de "solo amigos" los tenía muy relajados entre ellos, aun cuando era muy obvio, para ambos, lo que sentían mutuamente.

Levi abrió la puerta de su auto y la hizo ingresar, le acomodó el cinturón de seguridad mientras Hange rodaba los ojos de forma discreta, ¿qué era, una niña? Bien podía ella colocarse el cinturón por cuenta propia, pero no se quejaría, ver esta faceta tan rara de Levi mostrando abiertamente su gran preocupación por ella, era algo lindo de apreciar.

El Ackerman tomó asiento frente al volante y emprendió el viaje con dirección a la casa de su madre. No lo demostraba mucho, pero no es que estuviese del todo tranquilo por esa visita.

***

Aquella mujer mayor tenía la mirada perdida y fija en un determinado lugar. Aún se encontraban en la puerta de aquella gran casa y no habian podido moverse de ahí porque Kuchel no reaccionaba.

Operación: Arruinar una boda [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora