Ella no sabía cómo explicar lo que sentía en ese momento, es cierto que tenía muchas ganas de volver a ver a sus queridos sobrinos, después de todo, había estado vigilando el crecimiento de ellos desde que nacieron, aunque a la distancia, claro está. Mikasa había, por fin, llegado a Trost, en compañía de sus padres, para visitar a su primo y cuidar de aquellos dos diablillos, ya que Hange se encontraba enferma. Aunque no parecía ser así realmente.
— ¡Bien, Farlan! —exclamó la castaña— Ha llegado el momento en que demuestres de qué estás hecho.
— Si sabes que deberíamos dejar de hacer este tipo de cosas, ¿cierto? —comentó Levi, aunque bien que le había seguido el juego a su esposa.
¡Pues si! Aquel par de atolondrados, como los llamaba la joven azabache en secreto, se habían casado hace muy poco. Al parecer, habían esperado hasta que los bebés dejasen de alimentarse, exclusivamente, de leche materna y empezaran su alimentación complementaria. Solo entonces, Hange se sintió segura de poder asumir algo más serio que sería un compromiso de por vida.
Era increíble el cómo había cambiado la perspectiva de Zoe, quien pasó de ser alguien que no creía en el amor consumado y se negaba a siquiera intentar algo más allá de la amistad con la persona que amaba, a aceptar casarse.
Sin embargo, eso no quería decir que aquellos malos augurios, que tenía sobre el amor, se hubiesen esfumado. Hange aun temía lo que el futuro deparaba para su relacion con el Ackerman; aun le aterraba pensar que el amor desapareciese con el tiempo para pasar a convertirse en rutina de solo cumplir una responsabilidad. Pero había algo más que se había añadido a ese pensamiento fatalista, y es que ahora, ella estaba dispuesta a hacerlo funcionar; algo que su antigua yo había decidido abandonar.
En conclusión, Hange Zoe ya no era la misma de hace dos años cuando decidió irrumpir, de forma imprevista y voluntaria, en esa boda arreglada entre su actual esposo y Petra.
— ¡No! —había exclamado ella, al ver que Isabel, su hija, había llegado hacia la línea de meta.
Los padres de ambos niños, ponían a competir a sus bebés en una carrera de gateo. La más despierta de los infantes era la niña y, por ende, la que siempre ganaba. A Mikasa le parecía algo tonto hacer eso, pero asumía que su primo y cuñada se divertían, además de que no representaba problemas en los más pequeños.
La joven azabache se sentó, entonces, en uno de los sofás de aquella sala y se dedicó a observar la escena con total desinterés mientras sus padres acomodaban sus cosas en la habitacion extra de aquel gran departamento. Era uno nuevo, que la pareja había adquirido después de casarse, iban a requerir de un lugar con mayor espacio a medida que sus hijos crecieran.
Suspiró ante la risa de Hange, orgullosa de su hija, pese a que había estado animando a Farlan desde el inicio. Sin duda, habían preferencias, la castaña sobreprotegía más a su hijo, mientras que Levi consentía más a su hija; aun así, ambos amaban a toda su pequeña familia.
— ¿Todo bien, mocosa? —preguntó Levi, dejando a su esposa que engreía a sus dos niños.
— ¿Eh? —Mikasa parecía estar muy perdida en sus pensamientos mientras los veía.
— Déjala —pidió Hange—, seguro que está pensando en su noviecito Eren —dijo sugerentemente, aunque luego de aparentar mofa, tosió levemente, aún seguía algo enferma.
Al escuchar ese nombre, el semblante de la más joven tembló, y su piel palideció a un punto preocupante. Eso alarmó a la castaña, quien esperaba un gran rubor en Mikasa, no ese tipo de imagen.
— ¿Pasó algo? —ahora sí que empezó a preocuparse la mayor.
— Como ese mocoso te haya hecho algo... —Levi empezó a amenazar a la distancia.
Qué no pasó, sería algo más simple de responder, pero no era algo que pudiese contestar tan fácilmente. Había tenido una especie de conflicto con su novio, pero si era honesta, ese era el menor de sus problemas en ese mismo momento.
— Nada —mintió—. No hablemos de mí —pidió—, ¿necesitan ayuda? —necesitaba distraerse.
Levi y Hange no estaban convencidos con esa respuesta, pero si había algo que sabían, debido al tiempo que conocían a la menor de los Ackerman, era que una vez que ella decidía zanjar un tema, quedaría ahí, no podrían presionarla a hablar, no funcionaría.
— Entonces, ¿nos ayudas a bañarlos?
— Claro —sonrió mostrando más alegría, quería enfocarse en sus sobrinos, aquellos a los que adoraba tanto.
***
Cuando dijeron que los ayudara a bañar a esos diablillos, creyó que su rol sería ser una especie de asistente, ¡no que lo haría ella sola! Malditos traidores, seguro que querían usarla de sirvienta doméstica en el tiempo que se quedase en esa casa; sus padres habían salido a comprar algunas cosas así que no tenía con quienes quejarse. ¿Y dónde estarían ese par de idiotas, cómo empezaba a decirles a Levi y Hange? Seguro que, dándose mimos mientras ella batallaba por hacer que sus sobrinos dejasen de salpicar tanta agua por el piso y su ropa.
Sin duda, la pareja que recibía el odio de la azabache en ese momento, les habría gustado mucho poder tener tiempo para "darse mimos" como pensaba Mikasa, pero lamentablemente, no estaban ni para eso. Levi solo había ido a acompañar a su esposa a la cama, arropándola con cuidado ya que la fiebre parecía querer subir nuevamente, aun cuando ella se había sentido bien mientras jugaba con sus hijos.
— De saber que serías así, me habría enfermado más seguido —bromeó Zoe con una pícara sonrisa, aunque su gesto cambió de inmediato debido a una tos.
— No creo que te guste dejar tu trabajo ni tus clases muy seguido —contratacó Levi, sabiendo que eso era algo muy preciado para su esposa.
Era cierto, Hange había tenido que tomarse un descanso del trabajo, además de tener que faltar a sus clases de especialidad. Le gustaba mucho la forma en que el pelinegro la cuidaba pero no cambiaría lo que la hacía sentir tan orgullosa, solo por un momento bonito. Lo bueno es que ya había tomado su medicamento, por lo que esperaba despertar aún mejor mañana.
— Me siento mal de haber hecho venir a tus tíos —comentó ella, algo apenada.
Mikasa y sus padres habían ido, precisamente para ayudarla con el cuidado de los niños mientras ella estuviese enferma. Kuchel habría ayudado con mucho gusto, pero estaba de viaje con su hermano, no querían interrumpir sus vacaciones por lo que no le habían comentado nada.
Levi se recostó al lado de ella, por sobre el cubrecamas. Él no dormiría aun porque debía revisar unos documentos, pero al menos se quedaría hasta que Hange se durmiese. No se preocupaba por sus pequeños ya que Mikasa debía estar con ellos. Se dedicó a observarla de lado y apreciar sus bonitas pestañas que bajaban y subían al parpadear.
— Ya duérmete —dijo él en un tono seco, aunque su idea era que ella no sintiese culpa por haber hecho venir a sus familiares.
Hange rió para sí misma y acató lo que el Ackerman le pidió. Levi le acarició aquellos mechones chocolates que yacían desparramados por sobre la almohada y se acercó para besar la coronilla de su esposa. La amaba mucho y no le gustaba que estuviese enferma, siendo ella alguien tan loca y enérgica, era un duro golpe observarla débil y cansada.
La siguió llenando de caricias en lo que creía que ella dormía, pero Hange era más que consciente de aquellos sutiles besos en su rostro y cabello, solo que no se lo diría. Ella era feliz de disfrutar un momento así con él, aun cuando él no supiese que percibía cada una de sus toques cariñosos.
Así eran ellos, a veces ella mostrando su amor de forma abierta pero intima, o siendo él quien le daba cariño en momentos de silencio. Eran el complemento del otro, y eso era algo que la lógica no podía explicar con exactitud, pero lo aceptaban como un dogma. Era perfecto así.
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Ahora sí, con esto finalizo este fic. Espero que haya sido grato llegar hasta aquí. ¡Saludos!
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Operación: Arruinar una boda [Levihan]
FanficUniverso Alternativo... ¿Quién más adecuada que tu mejor amiga para sacarte de un matrimonio del cual no quieres ser parte? . . . . . Los personajes pertenecen a Hajime Isayama Créditos al autor de la portada.